El Obispo Urbanc presidió la misa en honor a los periodistas

El Obispo Urbanc presidió la misa en honor a los periodistas

El religioso dijo que “el periodista tiene que ser alguien que profundiza, cercano a Dios y a la gente”.

En vísperas de celebrarse el Día del Periodista, en un clima fraterno y de reflexión, profesionales de los distintos medios de comunicación social escritos, radiales y televisivos, y oficinas de prensa de organismos oficiales, junto a miembros de la Pastoral de Comunicación Social de la Diócesis de Catamarca, participaron de la misa de acción de gracias, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Pbro. Marcelo Amaya, asesor diocesano de la Pastoral de Comunicación Social, en la capilla del Obispado local. 

En torno a la mesa eucarística, los periodistas dieron gracias a Dios por el don del trabajo, elevaron plegarias, especialmente por los colegas enfermos y sus familias, como también por aquellos que ya partieron a la Casa del Padre. También proclamaron la Palabra de Dios, acercaron las ofrendas y guiaron la celebración eucarística. 

Durante su homilía, Mons. Urbanc dijo que, en vísperas del Día del Periodista, “damos gracias a Dios por esta maravillosa vocación que Él ha suscitado en medio de su pueblo, en medio de nosotros, como es el periodismo. Desde que existe el hombre siempre habrá habido personas que se han interesado por difundir las cosas que suceden, por observar la realidad, y ayudar a que la sociedad se vaya percatando de lo que sucede, ayudando también a formar pensamiento”. Tomando la Palabra de Dios escuchada, que presenta al profeta Elías, afirmó que “el periodismo hoy debería emular a los grandes profetas del Antiguo Testamento, porque es un ejercicio de profetismo. El profeta es aquel que anuncia de parte de Dios ese plan salvífico, amoroso, misericordioso de hacer de la humanidad una sola familia. Y además denuncia todo aquello que colisiona con el plan de Dios. Por eso, el periodista tiene que ser una persona de mucha reflexión, alguien que reza la realidad, no sólo alguien que la puede filmar. La realidad tiene connotaciones mucho más profundas que tienen que ser interpretadas, reflexionadas, oradas, habladas para poder emitir un mensaje de esa realidad”.

En orden a ello consideró que “el periodista tiene que ser una persona muy bien formada, auténtica, con valores para poder hacer una recta interpretación, una buena exégesis de la realidad que uno vive para poder transmitirla”.“El buen periodista tiene que ser una persona llena de Dios, que es el Creador del ser humano, de lo contrario falla. El ser humano cuando pierde la dimensión divina, trascendental de su vida, se pierde. Entonces, el periodista tiene que ser alguien que estudia, que se cuestiona, que profundiza, que ora, cercano a la gente, que sufre con la gente. Así va teniendo una visión muy amplia de la existencia para poder discernir en casos concretos qué está pasando y poder ayudar a la comunidad a reflexionar”, expresó. 

Continuando con su línea de reflexión, el Pastor Diocesano apuntó que “el profeta es quien ayuda a descubrir la verdad para que juntos, con caridad, caminemos hacia adelante. Es un humilde servidor de Dios para ayudar a crecer, a convivir en la comunidad”. “El profeta es alguien que tiene entrañas de misericordia, que sufre con los que sufren y se alegra con los que se alegran, y pone su vida al servicio de ir construyendo el bien común, aquello que nos permite vivir como hermanos, que nos permite dignificar nuestra vida. Eso solamente se puede hacer si uno se deja guiar por Dios”, enfatizó el Obispo. Después de la predicación y la oración comunitaria, se acercaron las ofrendas hasta el altar para prepararla mesa eucarística. Luego de la comunión, el Obispo bendijo los obsequios que fueron entregados a los presentes y un recordatorio para el periodista deportivo Leopoldo Nicolás Romero, en reconocimiento “por sus 52 años de destacada labor profesional y ejemplo de superación personal”. Como corolario de este encuentro, todos los presentes compartieron un desayuno en uno de los salones del palacio episcopal.

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