“En el nombre de Jesús, la paz es posible hoy”

“En el nombre de Jesús, la paz es posible hoy”

Francisco en la vigilia de Pentecostés con los Carismáticos en el Circo Máximo habló sobre la «corriente de gracia» de estos 50 años: «Nos une el testimonio de los mártires»

Por ANDREA TORNIELLI

 

«No es tan fácil demostrarle a este mundo que la paz es posible, pero en el nombre de Jesús, podemos demostrarlo hoy». El Papa Francisco, en una tarde romana soleada y con viento, celebró en el Circo Máximo el Jubileo de Oro de la Renovación Carismática católica y la oración ecuménica en la vigilia del Pentecostés. En el palco, además del Pontífice, estaban los líderes de Renovación Carismática y los representantes de las Iglesias evangélicas, pentecostales y de otras confesiones religiosas. El encuentro, en el que participaron 50 mil personas, fue precedido por horas de cantos, lecturas y testimonios, pero comenzó en serio cuando, antes de que el Papa Francisco tomara la palabra, el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, y el pastor Giovani Traettino, de la Iglesia evangélica de la Reconciliación, pronunciaron sus meditaciones. Cuando llegó, Francisco, que como arzobispo de Buenos Aires siempre había participado en los encuentros de los carismáticos, cantó con todos los presentes el canto en español «Vive Jesús, el Señor». 

 

«Hermanos y hermanas, gracias por el testimonio que ustedes dan hoy aquí. ¡Gracias, nos hace bien a todos! Me hace bien a mí también, a todos», comenzó el Papa. Después de haber citado el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que relata la bajada del Espíritu Santo en Pentecostés, observó: «Estamos aquí en un Cenáculo, con el corazón abierto a la promesa del Padre, ¡todos aquí profesamos que Jesús es el Señor! El Espíritu Santo nos ha reunido para establecer vínculos de amistad fraterna que nos animen por el camino hacia la unidad, para la misión, para proclamar que Jesús es el Señor, ¡Jesús es el Señor!».  

  

La tarea es anunciar «la Buena noticia a todos los pueblos, que la paz es posible: no es tan fácil demostrarle a este mundo que la paz es posible, pero en el nombre de Jesús, podemos demostrarlo hoy. Pero es posible solamente si estamos en paz entre nosotros. Si estamos en guerra entre nosotros, no podemos anunciar la paz. La paz es posible a partir de nuestra confesión de que Jesús es el Señor». 

 

«Tenemos diferencias, esto es obvio —recordó Bergoglio—, pero deseamos ser una diversidad reconciliada. No son mías estas palabras, son de un hermano luterano. Y ahora estamos reunidos para rezar juntos y para pedir la venida del Espíritu Santo para proclamar la señoría de Jesucristo». 

 

Francisco subrayó que hace 50 años, el Espíritu no dio inicio a una organización, sino a «una corriente de gracia, la corriente de gracia del movimiento carismático católico. ¿Una corriente que nace católica? No, nace ecuménica». El Papa recordó que la venida del Espíritu Santo «transforma a hombres cerrados debido al miedo en valientes testimonios de Jesús», es el Espíritu el que mueve a la evangelización. 

  

«Hoy hemos elegido reunirnos aquí —explicó Francisco— porque aquí durante las persecuciones fueron martirizados cristianos para diversión de los que estaban mirando. Hoy hay más mártires que entonces, y los que matan a los cristianos no les preguntan: “¿Eres católico? ¿Ortodoxo? ¿Calvinista? ¿Luterano?”. No. “¿Eres cristiano?”. ¡Degollado, inmediatamente! Hoy hay más mártires que en los primeros tiempos. Nos une el testimonio de los mártires». 

 

Entonces, hay que «caminar juntos, trabajar juntos, amarnos, y juntos tratar de explicar las diferencias y de ponernos de acuerdo, pero en camino. Si nos quedamos quietos, nunca estaremos de acuerdo: el Espíritu nos quiere en camino; 50 años de corriente de gracia, que no tiene estatutos… Pero todos al servicio de la Iglesia: a la corriente no se le pueden poner diques, ni se puede encerrar al Espíritu Santo en una jaula». 

 

En el Pentecostés que «hace nacer a la Iglesia», el Espíritu «nos conduce para que la renovación carismática católica sea el camino que recorrer, la vía de la unidad. ¡Ninguno de nosotros es el patrón, todos somos siervos de esta corriente de gracia!». 

 

 

«Puede darse que esta manera de rezar no le guste a alguien —añadió Francisco refiriéndose a la expresividad de los carismáticos—, pero forma parte plenamente de la tradición bíblica: los salmos, y después David que danzaba frente al Arca de la alianza, lleno de júbilo. ¡Y no caigamos en esa actitud de los cristianos con la actitud de Micol, que se avergonzaba de alabar a Dios! Júbilo, alegría, alegría, fruto de la misma acción del Espíritu Santo. ¡O el cristiano experimenta la alegría en si corazón o hay algo que no funciona!». El Papa invitó a no olvidar que el anuncio cristiano «siempre es alegre». 

 

Para concluir, Bergoglio recordó que «la Renovación carismática también es servicio al ser humano: bautismo, alabanza y servicio al ser humano están unidos. Puedo alabar profundamente, pero si no ayudo a los más necesitados no es suficiente. No seremos juzgados por nuestra alabanza, sino por lo que habremos hecho por Jesús en los más pequeños». 

 

En su meditación, antes de que Francisco tomara la palabra, Cantalamessa dijo: «el fenómeno pentecostal y carismático tiene una vocación y una responsabilidad particulares, en relación con la unidad e los cristianos. Su vocación ecuménica es aún más evidente si volvemos a pensar en lo que sucedió al inicio de la Iglesia». 

 

«Ahora —añadió el Predicador de la Casa Pontificia— nosotros hemos visto repetirse bajo nuestra mirada estos mismos prodigios, a escala, esta vez, mundial. Dios ha efundido su Espíritu Santo en millones de creyentes, que pertenecen a casi todas las denominaciones cristianas y, para que no hubiera dudas sobre sus intenciones, lo efundió con las mismas manifestaciones, incluida la más singular que es hablar en lenguas». 

 

 

 

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