Museos Vaticanos: una nueva era y el desafío de asumir a Francisco

Museos Vaticanos: una nueva era y el desafío de asumir a Francisco

Se abre una nueva etapa para los museos del Papa con la inminente salida de su director, Antonio Paolucci. Una mujer se perfila como su sucesora, con un desafío urgente: lograr que ese complejo cultural asuma el pensamiento de Bergoglio.

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ - CIUDAD DEL VATICANO

El Papa quiere que sus museos sean “el lugar de la belleza y la acogida”. Un “vehículo de evangelización”. Espacios de diálogo entre las culturas y las religiones, herramientas de paz. A casi cuatro años de su ministerio, los Museos Vaticanos siguen con el desafío pendiente de asumir el pensamiento transformador de Francisco. El testimonio de un artista argentino saca a la luz la dificultad de ese complejo cultural para recorrer un rumbo nuevo, que viene de las periferias. Justo cuando se abre una nueva era para esa centenaria institución.

A finales de este año el director de los museos papales, Antonio Paolucci, dejará su puesto. Es un hombre de cultura, amante de la tradición y de los discursos barrocos. A inicios de 2017 será reemplazado por una mujer, Bárbara Jatta, actual responsable del Gabinete de las Estampas de la Biblioteca Apostólica Vaticana. El cambio de director es, todavía, un secreto a voces. Los empleados lo saben, pero no es oficial.

El Vaticano es uno de los museos más visitados del mundo. Casi seis millones de personas recorren sus galerías cada año, atraídos especialmente por su tesoro preciado: la Capilla Sixtina. Representa, para la Santa Sede y Roma, un negocio millonario que creció y se expandió durante una la gestión de Paolucci, gracias a un modelo de negocios efectivo.

Pero Francisco pretende algo más. Lo dijo en una entrevista que se convirtió en el libro “Mi idea de arte”, publicado a finales de 2015. En ese texto el pontífice pidió a los museos recibir nuevas formas de arte y abrir las puertas a creadores de todo el mundo. No convertirse en “polvorientas recopilaciones del pasado sólo para los elegidos y los sabios, sino una realidad vital que sepa custodiar aquel pasado para relatarlo a los hombres de hoy, comenzando por los más humildes, y disponerse así, todos juntos, con confianza al presente y el futuro”.

Paolucci manifestó públicamente su desacuerdo con el Papa, en la misma presentación del libro. Advirtió que los museos “no son un lugar polvoroso” porque artistas como Miguel Ángel o Rafael son siempre contemporáneos. Y lamentó que el pontífice argentino no los había visitado hasta entonces, porque deseaba “explicarle personalmente” su posición.

Es cierto, hasta ahora Francisco no cumplió una visita oficial a los Museos Vaticanos y a su personal. Y tratándose de un Papa de gestos, este detalle no puede pasar desapercibido. Al respecto, un artista argentino cuya obra es admirada públicamente por el líder católico, recordó que en marzo de 2015 Bergoglio estuvo allí pero con un objetivo concreto: realizar un recorrido por la Capilla Sixtina con un grupo de mendigos y pobres de Roma.

“El Papa estuvo en la Sixtina y habló de la cultura del descarte, invitando a los sin techo. Ese es un ejemplo de arte que integra, con un mensaje original educador. En su momento Miguel Ángel sufrió la resistencia, pero la humanidad luego descubrió su genialidad; siempre la obra, cuando es humana, supera la crítica en el tiempo”, señaló Alejandro Marmo en declaraciones al Vatican Insider.

Como una opinión personal, consideró que la intención de Francisco es visitar los museos “con un mensaje, con una propuesta y con acciones evangelizadores concretas”, y no como un simple recorrido de cortesía. Tal vez eso –siguió-, pueda molestar a los “conservadores de salón” que defienden “pensamientos elitistas fuera de época”.

En sus palabras, el artista deslizó su perplejidad por algunos gestos surgidos de los museos y que parecieron marcar una distancia con el Papa. Dos ejemplos: por un lado el libro “Mi idea de arte”. Presentado como el pensamiento puro de Bergoglio en la materia, en las galerías del museo ese texto se mantiene relegado o, incluso, escondido. Cuando allí puede adquirirse todo tipo de catálogos y folletos.

 

Otro ejemplo: las obras de Marmo, una imagen de la Virgen de Luján y otra del Cristo obrero, debían ocupar un espacio dentro de los museos, como el pontífice deseaba. Realizadas con material de descarte, principalmente hierro, en su construcción participaron jóvenes argentinos ex drogadictos. Esto último, motivo de la admiración papal. Pero, sin mediar explicaciones, fueron ubicadas en los Jardines Vaticanos, lejos de las miradas de turistas y visitantes. La plazoleta donde todavía permanecen no está abierta al público en general.

“Los grandes proyectos evangelizadores han sufrido humillación en sus principios, el mensaje de estos trabajos acompaña un arte que lejos de ser banal elige educar y la posibilidad de reinventar la realidad en este contexto de guerra tácita que vive el mundo. Paradójicamente, quienes más ayudan a que este mensaje siga evangelizando son los que prohíben y censuran”, explicó Marmo.

El artista es un exponente de esas “formas expresivas actuales” que el Papa quiere incluir en sus museos, pero no es el único. Por eso se propuso una muestra con otros creadores como él, de diversas partes del mundo. Un proyecto que nunca llegó a realizarse.

“Los museos, para ‘reinventar’ la ilusión de sus visitas, se deberían adaptar al tiempo y al espacio. Es inminente un cambio en la mirada individualista que caracterizó el siglo XX. Si los museos no logran captar el asombro que genera el arte de la gente, quedarán aplastados por los egos de quienes se sienten más poderosos que los creadores. Ningún crítico de arte ha podido transformar realidades; siempre, en todas las épocas, fue el imaginario colectivo el que dinamizó las sociedades a través de los artistas, verdaderos testigos de lo invisible. El arte tiene que ser una curiosidad insatisfecha para no caer en decadencia, hay que actualizar la mirada para evangelizar”, apuntó.

Ya Bergoglio lo había dicho en “Mi idea de arte”: Si el Papa tiene unos museos es para evangelizar, no para financiarse. “El arte puede ser un vehículo extraordinario para contar a los hombres y a las mujeres de todo el mundo, con sencillez, la buena noticia de Dios que se hace hombre para nosotros, porque nos quiere mucho. ¡Es bello esto!”, precisó. Ahora, los Museos Vaticanos tienen ante sí la oportunidad de ponerse en juego y asumir el rumbo nuevo marcado por Francisco.

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