Mudan a 118 familias de la Villa 26, que está junto al Riachuelo

Mudan a 118 familias de la Villa 26, que está junto al Riachuelo

Las 64 familias con mayor antigüedad se mudarán al complejo San Antonio, en Barracas. Las restantes 54 irán al complejo Lacarra, en Villa Lugano. En el predio desalojado  levantarán un paseo costero.

Las 118 familias que habitan la Villa 26 de la ciudad de Buenos Aires serán mudadas a nuevas viviendas la próxima semana y sus casillas demolidas para transformar el lugar en un paseo costero junto al Riachuelo, que incluirá espacios verdes y de circulación para peatones, bicicletas y vehículos ligeros.

La mudanza, a cargo del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), comenzará el 11 de este mes y responde a las exigencias del “Fallo Mendoza” de la Corte Suprema, que ordenó a relocalizar a quienes vivan en el camino de sirga -una senda de 35 metros de ancho desde una ribera- del Riachuelo, uno de los ríos más contaminados del mundo.

La asignación de las viviendas, por las que cada grupo pagará a 30 años con un crédito hipotecario de cuotas mensuales de hasta el 20% del ingreso familiar, fue definida en las mesas participativas entre vecinos y el Estado, en las que acordaron cada aspecto de la mudanza.

“No sólo importa que la gente se apropie de su casa, sino también del proceso. Su relocalización será sustentable en el tiempo sí ellos se vuelven actores principales de la transformación, y eso importa más que la obra en sí”, dijo a Télam Juan Maquieyra, presidente del IVC, durante una recorrida por el barrio.

De las 118 familias, las 64 con mayor antigüedad en la Villa vivirán en el complejo San Antonio, a pocas cuadras de allí y en el barrio de Barracas, mientras que las restantes 54 irán al complejo Lacarra, junto al Club Español, en el barrio de Villa Lugano.

Dentro de cada complejo la asignación se definió por dos criterios: cantidad de integrantes (dormitorios) y edad, de modo que los más ancianos vivan en planta baja, para recién después coordinar la ubicación en base a la afinidad entre vecinos.

“Eso es muy positivo. Hay grandes familias que se organizan para vivir en un mismo piso o compartir un consorcio con gente con la que se llevan bien”, dijo Santiago Sarachian, coordinador del IVC en temas vinculados al camino de sirga.

El objetivo es claro: no repetir los errores de los años 70 y 80, cuando para relocalizar a los habitantes de las villas se los trasladaba a enormes edificios sin ningún criterio de ubicación ni escritura de propiedad.

“Muchas de las personas que se fueron a vivir a los viejos complejos sienten, aún hoy, que la casa no es suya, sino del Estado. Es imposible que algo así funcione”, aseguró Sarachian.

El complejo San Antonio fue construido en la estructura de una antigua fábrica, a la que se demolió en gran parte para duplicar los espacios internos y hacer un edificio de cinco pisos con terraza, donde se instalaron termotanques solares para ahorrar energía.

“Mantuvimos las estructuras básicas y el frente del edificio. Los departamentos son muy luminosos, con amplios espacios de ventilación y materiales propios de una vivienda de clase media. En su mayoría son de dos dormitorios, pero también los hay de uno y de tres, y todos tienen espacios para lavadero, cocina y un baño”, explicó a Télam el gerente de la obra, Diego Mendoza.

“Lo fundamental en esto es que el Estado esté presente antes, durante y después de la relocalización. Primero conformamos los consorcios, escrituramos las viviendas y recién después las entregamos”, afirmó Maquieyra.

Para la etapa posterior queda acompañar con el cuidado del edificio, su mantenimiento y a preservar los vínculos humanos construidos.

Por eso, cuando la reubicación se hace en viviendas alejadas del la residencia actual (caso de Lacarra) se lleva a las familias a conocer el club, la parroquia, las escuelas y otros lugares del nuevo barrio.

“En la Ciudad usamos la política del arraigo de modo que la gente siga viviendo en su barrio, pero en los casos en los que no se puede, los ayudamos a vincularse con su nuevo destino”, indicó el presidente del IVC

El derribo de la Villa 26 se suma al de los asentamientos El pueblito, Luján y Magaldi, así como a otros tramos de la villa 21-24, también junto al Riachuelo, donde casi 700 familias que vivían allí fueron relocalizadas en los últimos años.

Concluida esta mudanza, una de cada tres familias que vivían junto al Riachuelo (1.837 según un censo del 2015) habrán sido reubicadas en zonas donde no peligre su salud por motivos ambientales, en tanto el compromiso de la Ciudad es que para 2019 no haya ninguna residiendo en las riberas porteñas del Riachuelo.

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