Monseñor Jorge Lozano: “Necesitamos cambiar el modelo de desarrollo global”

Así destacó el obispo coadjutor de San Juan, junto a la Ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y la canciller Susana Malcorra, en la presentación de los lineamientos de nuestro país para la Agenda Mundial del Desarrollo Sostenible 2030.”

Remarcó que “Debemos cuidarnos de los nuevos dogmas impuestos por algunas corrientes económicas: la eficiencia y la rentabilidad".

 

 

El obispo coadjutor de San Juan y presidente de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social, Monseñor Jorge Lozano participó de las jornadas realizadas como reunión previa al G 20 donde las instituciones elaboraron aportes para hacer llegar a quienes participarán de la reunión del G 20 en la Argentina en el 2018, acerca de “la Arquitectura Financiera Internacional. Ética y Economía”.

“Desde su experiencia de hombre de fe en estas tierras el Papa nos orienta de modo preciso y sin vueltas a “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” , y cuidar como derechos sagrados para todos las tres T: Tierra, Techo y Trabajo”, dijo Lozano.

Lozano expuso durante la presentación en el Palacio San Martín, junto a la Ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y el titular de la oficina de la ONU en Argentina, René Mauricio Valdés, de los lineamientos de nuestro país para la Agenda Mundial del Desarrollo Sostenible 2030.

“Nos avergüenza, sin embargo, ser el continente más desigual del Planeta. La riqueza generada por el trabajo, realizado muchas veces en condiciones de explotación, no se ha visto volcada al buen vivir de los Pueblos. El proceso de globalización nos ha llevado en las últimas décadas a ser más interdependientes pero no más solidarios. Se ha incrementado también la globalización de la indiferencia. Los problemas globales reclaman acuerdos globales”, agregó al tiempo que ejemplificó con diversas situaciones de desigualdades que se registran en diferentes partes del planeta tanto en la distribución de los alimentos como en la lucha contra el crimen y el narcotrafico.

“En el centro de la economía y de la política deben estar la persona y los pueblos, no el dinero. Si se busca generar riqueza sin límite, vamos a llegar tarde o temprano al agotamiento del Planeta y a consecuencias irreparables. “Debemos cuidarnos de no caer en la sobreproducción de mercaderías con impacto ambiental. “La burbuja financiera también suele ser una burbuja productiva. En definitiva, lo que no se afronta con energía es el problema de la economía real, la que hace posible que se diversifique y mejore la producción, que las empresas funcionen adecuadamente, que las pequeñas y medianas empresas se desarrollen y creen empleo.”

Debemos cuidarnos de los nuevos dogmas impuestos por algunas corrientes económicas: la eficiencia y la rentabilidad. frente al crecimiento voraz e irresponsable que se produjo durante muchas décadas, hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Sabemos que es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana”. Desde hace más de una década venimos pidiendo buscar modelos alternativos de desarrollo solidario con los pobres y amigable con el Planeta.

“Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos «cambiar el modelo de desarrollo global», lo cual implica reflexionar responsablemente «sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones». No basta conciliar, en un término medio, el cuidado de la naturaleza con la renta financiera, o la preservación del ambiente con el progreso. Los cambios no serán fruto del azar o la casualidad. “Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis.”

Muchas veces hemos percibido que “la política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común.” (LS 198) Es necesario que entre en juego también la ética que ilumine el obrar de toda la humanidad”. Y concluyó instando a todos “a confiar en lo revolucionario de la ternura y el cariño”.

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