Mons. Uriona: “La misericordia, una propuesta de vida para todos”

Mons. Uriona: “La misericordia, una propuesta de vida para todos”

El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, destacó que la Cuaresma se enmarca en esta oportunidad en el Año Jubilar de la Misericordia convocado por el papa Francisco y, recordó que “la misericordia no es sólo un atributo de Dios sino una propuesta de vida para todos sus hijos”. Y animó a encarnar un modelo de “amor al prójimo que se olvida de sí mismo y se juega por el otro”. 

“La originalidad del cristianismo estará en entablar una nueva forma de relación: la que se conduce por el amor misericordioso”, sostuvo.

El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, llamó a vivir intensamente este “tiempo fuerte de gracia y conversión” que es la Cuaresma y destacó que estos cuarenta días se enmarcan en esta oportunidad en el Año Jubilar de la Misericordia convocado por el papa Francisco y que inició el 8 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa en Roma. 

En su carta cuaresmal, el prelado recordó que poco antes de asumir su ministerio petrino Jorge Bergoglio “habló expresamente de la misericordia y de no cansarnos nunca de pedirla”, dando a entender cuál sería el tema central de su pontificado. 

El obispo fundamentó su reflexión en la carta de Cuaresma de Francisco y expresó su deseo de que sus palabras sirvan para reconocer la misericordia de Dios “en la propia existencia y de esta manera comprometerse a ejercitarla con los demás”. 

Monseñor Uriona reconoció que Francisco “tiene clara conciencia” de que al querer instalar el concepto de la misericordia divina “en la cultura de hoy la cual, por el orgullo propio de los avances tecnológicos, se corre el riesgo de ignorarla o de menospreciarla”. 

Tras explicar etimológicamente qué entendemos por misericordia, recordó que el concepto “paciente y misericordioso es el binomio que aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios”. 

“La misericordia supone esa capacidad de conmoverse ‘desde las entrañas’ propia de la experiencia materna que lleva a una comprensión muy honda del otro. Quien tiene compasión ‘padece, siente, sufre junto con’, percibe de modo comprensivo el sufrimiento de otra persona”, aseguró. 

El prelado subrayó, citando al Papa, que “la misericordia en sí misma, en cuanto perfección de Dios infinito es también infinita. Infinita pues e inagotable es la prontitud del Padre en acoger a los hijos pródigos que vuelven a casa. Son infinitas la prontitud y la fuerza del perdón que brotan continuamente del valor admirable del sacrificio de su Hijo. No hay pecado humano que prevalezca por encima de esta fuerza y ni siquiera que la limite" 

“En esta expresión del Papa se reconoce al pecado en toda su dimensión terrible y destructora pero se destaca la fuerza mucho más grande e infinita del poder de Dios concretizada en el perdón redentor que brota del sacrificio de Cristo”, precisó. 

“Por ello, al contemplar al Padre de las misericordias tenemos necesidad de entrar en una comunión muy profunda con los pecadores, reconociéndonos pecadores nosotros también. Esto significa ser solidarios con el pecado del mundo. Pero cuidado, no en el sentido de contaminarnos con él, sino llevando como Cristo esta carga del pecado sobre nuestras espaldas y compartiendo con él su sentimiento de compasión por los pecadores”, agregó. 

Monseñor Uriona afirmó que “nuestras relaciones con el prójimo, desde que Cristo se encarnó, han de guiarse por este modelo: ‘un amor al prójimo que se olvida de sí mismo y se juega por el otro’. Por tanto, la originalidad del cristianismo estará en entablar una nueva forma de relación: la que se conduce por el amor misericordioso”. 

“Frente a esta cultura dominante donde la indiferencia, la falta de solidaridad y la competencia agresiva tiene su reinado, el cristiano será auténticamente un ‘signo de contradicción’ en la medida en que sepa superar ese esquema ‘mundano’ y adopte la actitud del ‘Verbo hecho carne’ que nos viene a revelar el rostro misericordioso del Padre y entablar nuevos vínculos determinados por la misericordia. La misericordia, por tanto, no es sólo un atributo de Dios sino una propuesta de vida para todos sus hijos”, aseveró. 

Asimismo, recordó que el Papa llama a la Iglesia en este jubileo “a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención”. 

“Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos”, detalló. 

Monseñor Uriona destacó la importancia de la Virgen María como “La Madre de la Misericordia” y terminó su carta pastoral de Cuaresma con la oración que el Papa propone para este Año Jubilar de la Misericordia.

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