Mons. Uriona en un acto por Malvinas: “Nunca más la guerra que todo lo destruye”

Mons. Uriona en un acto por Malvinas: “Nunca más la guerra que todo lo destruye”

El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, participó en esta ciudad cordobesa de un acto en honor de los veteranos y caídos en la Guerra de Malvinas, al conmemorarse este sábado el 34° aniversario del inicio del conflicto bélico en las islas del Atlántico sur.

El prelado pidió a Dios que otorgue a los hombres la valentía para decir: “¡Nunca más la guerra!’; ‘con la guerra, todo queda destruido’” y le rogó que mantenga encendida “la llama de la esperanza para tomar opciones de diálogo y reconciliación que lleven a la paz en nuestro corazón y en nuestra sociedad, y que sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra”.

El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, participó en esta ciudad cordobesa de un acto en honor de los veteranos y caídos en la Guerra de Malvinas, al conmemorarse este sábado el 34° aniversario del inicio del conflicto bélico en las islas del Atlántico sur. 

El prelado hizo una bendición, en la que rezó: “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Danos tú la paz, enséñanos tú la paz, guíanos tú hacia la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones, y da nos la valentía para decir: ‘¡Nunca más la guerra!’; ‘con la guerra, todo queda destruido’”. 

“Infúndenos el valor de llevar a cabo, en nuestra sociedad de hoy, gestos concretos para aborrecer el odio y construir la paz”, pidió y agregó: “Señor, Dios amor que nos has creado y nos llamas a vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz; danos la capacidad de mirar con benevolencia y misericordia a todos los hermanos que encontramos en nuestro camino”. 

Monseñor Uriona rogó a Dios que “mantenga encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar opciones de diálogo y reconciliación que lleven a la paz en nuestro corazón y en nuestra sociedad, y que sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra”. 

“Señor renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en paz. Amén”, concluyó.

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