“El mundo tiene una dualidad: ve y no ve”, afirmó el obispo, explicando que a la par de los grandes avances técnicos y el gran desarrollo, existen carencias en cuanto a “humanidad, respeto, justicia, amor, libertad, verdad, y en estas cosas siempre hay una tensión”. 

“Dios, en Jesucristo, irrumpe en la vida de los hombres y no sólo llama a un joven para que sea sacerdote y así en diversas formas, llama también a los fieles, a los laicos, a todos”, sostuvo el prelado, asegurando que este llamado “provoca un encuentro y el encuentro provoca también una conversión, un cambio de vida”. 

El encuentro con la presencia del Dios vivo, afirmó monseñor Frassia, genera alegría: “por eso hay compunción y dolor por los pecados, por las ofensas; por eso hay coraje para reponerse; por eso la paz es un descubrimiento; por eso hay ansia de nuevas cosas; por eso hay alegría y certeza de verdad; por eso hay luz, hay entusiasmo”. Para finalizar, el obispo exhortó a vivir el encuentro con Jesucristo y la conversión con “prontitud” en el seguimiento, y deseó que “ojalá no pongamos excusas”. 

“Cuando hay luz, ahí hay que tomar la decisión; el que toma la decisión no se confunde y no confunde a los demás”, concluyó, impartiendo la bendición.