Mons. Delgado llamó a construir “la casa de los argentinos”

Mons. Delgado llamó a construir “la casa de los argentinos”

El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Alfonso Delgado, presidió el tedeum por el 25 de Mayo en la catedral sanjuanina, donde aseguró que “ante estos 200 años de historia y el ejemplo de quienes comenzaron a edificar la Nación, debemos preguntarnos cómo trabajamos ahora para seguir construyendo la ‘casa de todos’, (...)

(...) apoyados en la roca firme de la fortaleza moral y la calidad de las instituciones, en el respeto de las leyes y de las normas constitucionales, en el trabajo responsable y honesto alejado de toda corrupción y la mirada puesta en el mayor bien real de todos los argentinos”.

El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Alfonso Delgado, aseguró que los argentinos “tenemos sobrados motivos para entonar el Te Deum, himno de acción de gracias a Dios, por nuestra Nación argentina y por su gente. Y, también, para plantearnos ante la mirada luminosa del Dios de la verdad, cómo hemos sabido edificar la casa común, y cómo lo estamos haciendo en el tiempo presente”. 

“Es difícil que un país se derrumbe totalmente. Pero acuden a nuestra memoria imágenes de pueblos devastados por guerras o, como en nuestro caso, por desastres naturales. El desafío actual es consolidar un país firme y estable, que cobije los anhelos y las esperanzas de todo el pueblo argentino. Estos fueron los ideales de quienes forjaron la Nación”, recordó al presidir el tedeum por el 25 de Mayo en la catedral local. 

El prelado reclamó evitar “la mirada miope de quien sólo aspira a un beneficio para una facción o para un grupo de intereses” si se pretende trabajar en la solución de los problemas del país, y advirtió que el único camino para construir la sociedad se cimienta “en el más profundo respeto a la Constitución y a la ley”. 

“Un día calculé cuántos Presidentes de la Nación han gobernado el país en los años que llevo de vida. Son 32 presidentes (de los 54 que tuvo el país). Durante estos 73 años, cada presidente sólo gobernó un promedio de dos años y tres meses. Solamente seis pudieron concluir sus mandatos con cierta normalidad; tres presidentes tuvieron que renunciar; cuatro fueron depuestos y uno falleció. Asimismo, hubo siete gobernantes transitorios debido a graves problemas institucionales, y once gobernantes ‘de facto’”, detalló. 

“Esto explica buena parte de las decadencias argentinas, etapas de una historia no lejana en las que no supimos resistir los embates del momento y dejamos de construir la casa de todos. Y lo penoso es que esos descalabros fueron generando como una especie de ‘subcultura’ social que busca solamente el propio interés y se encoge de hombros ante las necesidades del pueblo argentino. Y al igual que la lluvia, esta ‘subcultura’ cayó de arriba hacia abajo”, aseveró. 

El arzobispo sanjuanino destacó que “la Argentina es un país hermoso y promisorio, rico en recursos naturales y humanos, con mucho futuro para ofrecer a sus hijos y al concierto de las naciones. Pero hay que reconocer, también, que es un país empobrecido, con cuantiosas deudas sociales como la marginalidad, la pobreza y la exclusión de muchos hermanos, con confrontaciones estériles, con fragilidad en el empleo, especialmente en el trabajo precario”. 

“Y, sobre todo, tenemos un virus dañino muy difícil, pero no imposible, de erradicar: el virus de la corrupción, especialmente en dirigencias políticas y sociales. Un virus generador de más pobreza y miseria para los más desprotegidos. Para un país, la corrupción es como ese salitre que corroe los cimientos y paredes de una casa y termina dañando toda la construcción”, agregó. 

Un daño similar provoca el crecimiento del narcotráfico y el consumo de drogas, que destruye vidas y cerebros, especialmente entre los jóvenes, y se refleja en el abandono escolar, embarazos prematuros, muertes evitables y, en definitiva, en más exclusión social y marginalidad”, puntualizó. 

Monseñor Delgado consideró que “ante estos 200 años de historia y el ejemplo de quienes comenzaron a edificar la Nación, debemos preguntarnos cómo trabajamos ahora para seguir construyendo la ‘casa de todos’, apoyados en la roca firme de la fortaleza moral y la calidad de las instituciones, en el respeto de las leyes y de las normas constitucionales, en el trabajo responsable y honesto alejado de toda corrupción y la mirada puesta en el mayor bien real de todos los argentinos”. 

“Detrás de nuestras acciones ciudadanas hay muchos hermanos que anhelan un trabajo digno, que quieren crecer en democracia, desean consolidar sus hogares y progresar material y espiritualmente. Vale la pena vivir y trabajar para una casa común así, sólida y digna para todos”, sostuvo, y pidió “dejar atrás el ‘chiquitaje’ de los conflictos y enfrentamientos estériles que nos debilitan y empobrecen, y hasta nos llevan a mezclar, de modo insólito, la noble figura del Papa Francisco, líder espiritual del mundo, con nuestros habituales conflictos y tonterías pueblerinas. 

“‘Argentinos, ¡a las cosas!’, nos decía con afecto el gran Ortega y Gasset, un buen amigo de la Argentina. Lo expresaba con cariño y dolor, porque no nos veía empeñados en construir un país sobre bases firmes”, indicó. 

Monseñor Delgado estimó que “todos percibimos que es hora de trabajar mucho y bien por el bien de un país federal, republicano y democrático, donde brille plenamente la división de poderes, con honestidad a toda prueba, la mirada puesta en los menos favorecidos y ganas de resolver los problemas estructurales que aquejan al país”. 

“Hay mucho que hacer por el mayor bien de todos (mucho más que por el bien propio); hay mucho que aprender de países hermanos que supieron enfrentar desafíos parecidos o mayores; hay mucha humedad que erradicar en muros y cimientos; hay muchos hermanos que necesitan poder crecer con más dignidad. Es tarea de todos los argentinos, especialmente de la clase dirigente, hombres y mujeres con más responsabilidades que otros en la gran “casa común”, subrayó. 

“Ante Dios, ante nuestra conciencia y ante la mirada de nuestros conciudadanos, entendemos que éste debe ser el compromiso y el mejor homenaje a nuestra Patria bicentenaria. Las grietas de sus muros pueden repararse y los cimientos pueden consolidarse con dialogo y consensos en políticas de Estado. El país puede avanzar hacia una construcción sólida, los argentinos podemos resolver los problemas y seguir creciendo en el buen camino. ¿Estaremos dispuestos a realizarlo, con plena e íntima convicción? Pienso que sí, y también pedimos esta fortaleza ciudadana a nuestro Padre Dios. La Argentina y San Juan tienen reservas humanas y ciudadanas de gran valor y espíritu joven. Es hora de sacarle provecho a esas reservas valiosas”, concluyó.+ 

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