Mons. Conejero: La misericordia es la dimensión fundamental de la misión de Jesús

Mons. Conejero: La misericordia es la dimensión fundamental de la misión de Jesús

Experimentar la misericordia de Dios en nosotros y, a la vez, ser misericordiosos como el Padre, será el programa de vida y nuestro primer y mayor desafío para esta Cuaresma Jubilar 2016, porque la misericordia es la dimensión fundamental de la misión de Jesús, expresa el obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, en una reflexión dirigida a los fieles formoseños.

“Experimentar la misericordia de Dios en nosotros y, a la vez, ser misericordiosos como el Padre, en este tiempo de gracia y salvación, será el programa de vida y nuestro primer y mayor desafío para esta Cuaresma Jubilar 2016, porque la misericordia es la dimensión fundamental de la misión de Jesús”, expresa el obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, en una reflexión dirigida a los fieles formoseños. 

“Con cuánta vehemencia -agrega- el papa Francisco, en su bula El rostro de la Misericordia, nos exhorta a vivir intensamente esta Cuaresma del Año Jubilar, como un momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. Es el tiempo oportuno para redescubrir el rostro misericordioso del Padre. Dios ama la misericordia. 

“En este tiempo cuaresmal, caracterizado por “la oración, el ayuno y la caridad”, estamos todos invitados a leer y meditar la Palabra de Dios, a orar con más frecuencia y profundidad y a acercarnos al sacramento de la Reconciliación para experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia”, porque “todos somos llamados en este Año Jubilar a encontrar el camino de regreso a la casa paterna a fin de obtener la misericordia, el perdón y la paz”. 

Monseñor Conejero señala, también, citando al papa Francisco, que debemos erradicar los pecados más graves de nuestra sociedad, como la indiferencia ante el dolor y el sufrimiento humano, la injusticia, la envidia, la hipocresía, el amor al dinero, la violencia, la corrupción personal y social”, porque, dijo, nadie está inmune a estas tentaciones. 

“Desde hace años -recuerda el obispo formoseño- denominamos a febrero como el mes del llamado a la conversión, por dar comienzo en él al tiempo de la Cuaresma, camino de peregrinación que nos conduce a la Pascua del Señor”, tiempo durante el cual debemos reconocer y confesar nuestros pecados; suplicar el auxilio del Señor y pedir la intercesión de los ángeles y de los santos y, también, de los hermanos, porque es muy importante rezar unos por otros”. 

Monseñor Conejero concluye su exhortación aconsejando “aprovechar este tiempo de gracia hacia la Pascua del Señor que nos ofrece la madre Iglesia, seguro de que, pese a las miserias y contrariedades que nos circundan, viviremos con alegría, unidad y paz en el Señor y con los hermanos”.

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