La Iglesia en la Argentina celebra de manera especial hoy, 7 de marzo, las primeras fiestas patronales en honor de Mama Antula, beatificada el pasado 27 de agosto. Los festejos se llevan a cabo especialmente en la iglesia santiagueña, cuna de la laica consagrada. 

Por ese motivo, el obispo de Santiago del Estero, monseñor Vicente Bokalic CM, invitó a toda la comunidad a participar de la conmemoración del “día en que nació para el cielo” la beata María Antonia de San José, “consagrada a los Ejercicios Espirituales, misionera, mujer de oración profunda, de apasionado amor por Jesús que le urgió salir hacia los hermanos que no conocían aun este Amor y de honda alegría cristiana”. 

En su mensaje, el obispo destacó la vocación de Mama Antula, quien afrontó “con total confianza en la providencia divina cada circunstancia de su vida, especialmente en los momentos de prueba”, y pidió a la diócesis “un recuerdo agradecido por el don de la vida de la beata”. 

Con esa intención, se preparó en la diócesis un triduo, para rezarlo en todas las comunidades: parroquias, capillas, instituciones educativas, comunidades de base, grupos apostólicos o de oración, movimientos y asociaciones de la Iglesia. 

“Nuestra beata nos ilumina e inspira con su fervor apostólico, su amor a la Iglesia, su entrega a los pobres, alejados y olvidados. Conocerla a través de sus escritos y de su inmensa obra evangelizadora y misionera nos hará mucho bien a todos”, afirmó el prelado.

Además, detalló que en Villa Silípica se está rezando la novena, con la participación de la comunidad local y la presencia de distintos grupos de la diócesis. El domingo 12 de marzo será la fiesta patronal para toda la comunidad, los peregrinos y devotos de Mama Antula. 

“Acudamos a ella, a la Mama Antula. La “Mama” bautizada por nuestros indígenas y sencillos, es la madre que con un corazón lleno de compasión sale a los caminos a buscar a sus hijos: los invita, se acerca con bondad, los atrae y los conduce al encuentro con el Señor. Con su cruz, que es bastón en sus caminos y cansancios, con el Manuelito, imagen de la encarnación del Hijo de Dios que se hace pequeño para acercarnos la ternura y la salvación de Dios, con su Abadesa, la Dolorosa, que le acompaña como Madre en todos sus sueños y desvelos evangelizadores: sale a caminar, señalar y ofrecer los tesoros de una vida nueva que brota del corazón de Jesús”, concluyó.