Mons. Aguer destacó la “necesidad de formar verdaderas comunidades educativas”

Mons. Aguer destacó la “necesidad de formar verdaderas comunidades educativas”

El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió una misa con motivo del inicio del ciclo lectivo en la que destacó la “necesidad de formar verdaderas comunidades educativas”, y se refirió a las relaciones de poder en los establecimientos, a los contenidos de los programas oficiales, a los subsidios del Estado y a las medidas de fuerza gremiales, entre otros temas.

Con motivo del inicio del ciclo lectivo, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió una misa en la mañana del viernes 3 de marzo, en la catedral, en la que estuvieron presentes alumnos, padres, docentes, no docentes y personal directivo. 

En su homilía, monseñor Aguer se refirió a “la necesidad de constituir verdaderas comunidades educativas”, un ideal “que muchas veces no resulta fácil conseguir”, y lamentó “las tensiones que impiden lograr la constitución de un auténtico equipo directivo, sobre todo las que suelen manifestarse, en el caso de los colegios parroquiales, entre los representantes legales y los párrocos”. 

“En primer lugar, no comprendo la exigencia de dos representantes legales por institución; con uno sería suficiente”, expresó y continuó: “Cuando hablo de tensiones me refiero a lo que no tengo más remedio que designar luchas por el poder. Como ‘poderoso caballero es don dinero’, a veces los tironeos se centran en decidir quién lo maneja. No estoy pensando en deshonestidad. Pero me pregunto: ¿de quién es?, ¿a quién pertenece? Nadie es el dueño sino la Iglesia; la administración debe ser inteligente, libre de toda sospecha y dirigida al bien común de la comunidad escolar, en referencia directa a la Junta Regional de Educación Católica y, a través de ella, al obispo”. 

Respecto a los colegios pertenecientes a congregaciones religiosas, el prelado se mostró apenado por la falta de vocaciones que lleva a veces a la ausencia del personal religioso. “El colegio queda entonces en manos de ‘laicos identificados con nuestro carisma’, como suele decirse, los cuales desempeñan una loable función, pero no es lo mismo”, alegó y deseó también “una más plena integración de los colegios congregacionales en la vida de la arquidiócesis”. 

Iglesia y Estado 

“La educación católica integra –sostuvo monseñor Aguer- en la provincia y en el país, un subsistema que tiene carácter público. En correspondencia con el principio social de subsidiariedad, el aporte económico que brinda el Estado no puede menoscabar la libertad de las familias respecto de la educación de sus hijos ni la libertad de la Iglesia”. 

“Me consta que el poder político, en la actual gestión, lo comprende muy bien. Nuestra administración económica ha de ser irreprochable, es lo que corresponde, y es un reaseguro de nuestra libertad educativa”, explicó. “Llama la atención la incomprensión de algunas inspecciones, sus excesos deben cesar. Los programas oficiales y sus contenidos se aplicarán en la medida en que sean compatibles con la doctrina católica, no se nos puede obligar a enseñar lo contrario”, aseveró. 

El prelado detalló que la dificultad se observa en algunas orientaciones del ciclo secundario y sobre todo en algunas materias. “El discernimiento necesario implica que los profesores de esas asignaturas conocen la enseñanza eclesial y se identifican con ella, no tienen derecho a imponer sus ideologías contrastantes con la fe o el orden natural”, enunció y añadió: “No temo en emplear la palabra vigilar, tarea propia de los directivos. Significa velar, cuidar, proteger con atención y diligencia. Es un servicio de amor que se ha de ejercer con serenidad y respeto, una providencia inteligente, bien informada, argumentativa”. 

Abusos sexuales en los colegios 

Ante un caso de posible abuso sexual de un niño, monseñor Aguer recomendó “atender con delicadeza el caso sin entrar en pánico ni plegarse a una especie de psicosis que se va extendiendo”. 

“¡Quiera Dios que ese crimen jamás ocurra en nuestros ámbitos! Pero sabemos, y las estadísticas cantan, que en más del 80 % de los casos, semejante iniquidad ocurre en el seno de las mismas familias, que no son tales rigurosamente hablando”, aclaró y destacó a la escuela como un posible ámbito para “descubrir esa abominación, ponerle remedio si es posible y eventualmente denunciarla”. “Como este, otros males infantiles pueden manifestarse en la conducta escolar”, afirmó. 

Paros de docentes 

Sobre las recientes medidas de fuerza y paros de los docentes –a quienes prefirió llamar maestros para destacar el relevante servicio que prestan a la sociedad- el prelado opinó: “Me da pena que se los llame ‘trabajadores de la educación’ y considero inconcebible que hagan paros. Pienso lo mismo de los médicos, a los cuales por lo menos no se les aplica el rótulo de ‘trabajadores de la medicina’”. 

“Hay muchas maneras, ingeniosas algunas, de reclamar, de protestar. Así ocurre en países que no han quedado atrapados en un síndrome de subdesarrollo socio-cultural. En el nuestro, los sindicatos toman a los escolares de rehenes y exhiben un apego a principios dialécticos de relación con el poder que ignora que la ciencia política los ha dejado atrás hace décadas”, denunció. 

Dificultades en las tareas de las escuelas católicas 

Ante las dificultades que enfrentan los colegios católicos con las familias de sus alumnos, el obispo recomendó “una paciente tarea pastoral, a lo largo de años, la cual puede lograr fruto si nos empeñamos con inteligencia y amor”. 

Asimismo, acentuó la importancia “de ofrecer alternativas válidas, atractivas, mejores, a hechos ante los cuales, en general, se ha cedido a la resignación”. “Me refiero en primer lugar al viaje de egresados (el mito Bariloche), que con la complicidad de las familias –y con gastos enormes- comienza a prepararse varios años antes”, especificó y apuntó que es preciso abordar con decisión este tema, “no lavándose las manos como si no fuera asunto nuestro”. 

Monseñor Aguer llamó a proponer alternativas, “haciendo comprender a los que quieran, que existen formas más plenas y baratas de divertirse. La división que pueda crearse en un curso dará lugar al ejercicio de una verdadera libertad”, y exclamó: “¡Sería un éxito digno de la educación católica arruinarle el curro a los mercaderes de almas que medran con el gregarismo adolescente y la incapacidad educativa de las familias cómplices!”. 

También, indicó que la renovación de los métodos pedagógicos y la preparación para asumir las realidades de las nuevas formas de comunicación y aprendizaje, “constituyen un enorme desafío: cómo integrar tales instrumentos en la salvaguarda de la auténtica ‘humanitas’ y, más todavía, en el proceso apostólico de la fe”. 

El arzobispo de La Plata preguntó: “¿Cómo es posible que alumnos que ingresan en salita de tres salgan indiferentes o ateos en sexto año? ¿Por qué no logramos formar verdaderos cristianos que enriquezcan a la Iglesia y a la sociedad? ¿Cómo no podemos contrarrestar, con la fuerza de la verdad y de la gracia, el influjo deletéreo de una cultura descristianizada y deshumanizada?”. 

Finalmente, monseñor Aguer manifestó que “en las circunstancias que vivimos, nuestro aporte es indudablemente extraordinario, sobre todo teniendo en cuenta el desastre de la escuela estatal, que ojalá pueda revertirse, para que la Argentina tenga futuro”. “Pero no es cuestión de envanecernos, eso no basta. Seguiremos pensando, esforzándonos, orando; el contexto cuaresmal en que se verifica el inicio de este año escolar es oportuno”, concluyó.

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