Migrantes; “que la comunidad internacional actúe con responsabilidad y solidaridad”

Migrantes; “que la comunidad internacional actúe con responsabilidad y solidaridad”

El Papa citó el Pacto Mundial para una migración segura, ordenada y regular. Recordó también que, con la encarnación, Dios «enciende la chispa de la felicidad para el mundo entero»

«En un burgo perdido de Galilea, en el corazón de una joven desconocida para el mundo, Dios enciende la chispa de la felicidad para el mundo entero». Con estas palabras el Papa Francisco sintetizó durante el Ángelus el mensaje del domingo 16 de diciembre de 2018, llamado “Gaudete” por la liturgia del Adviento. Y después de la oración mariana, el Pontífice citó la aprobación del Pacto Mundial para una migración segura, ordenada y regular, expresando el deseo de que la comunidad internacional actúe con responsabilidad, solidaridad y compasión hacia quienes dejan sus países.

 

En la Plaza San Pedro estaban presentes los niños del Centro de los Oratorios de Roma, de las parroquias y las familias de Roma para la bendición de los “Niños Dios”, que serán puestos en los pesebres. El Papa recordó, con las palabras del profeta Sofonías, que los habitantes de Jerusalén «están llamados a alegrarse porque el Señor revocó su condena. ¡Dios ha perdonado, no ha querido castigar! Como consecuencia, para el pueblo ya no hay motivos de tristeza y de desconsuelo, todo lleva a una gratitud alegre hacia Dios, que siempre quiere rescatar a quienes ama. Y el amor del Señor por el pueblo es incesante».

 

Esto se aplica, añadió el Pontífice, a Jesús, «el Emanuel, el Dios-con-nosotros: su presencia es la fuente de la alegría». Este mensaje «encuentra su pleno significado en el momento de la anunciación a María, narrada por el evangelista Lucas».

 

«En un burgo perdido de Galilea, en el corazón de una joven desconocida para el mundo, Dios enciende la chispa de la felicidad para el mundo entero. Y hoy —añadió Francisco— el mismo anuncio es hecho a la Iglesia, llamada a acoger el Evangelio para que se haga carne, vida concreta, y dice a la Iglesia, a todos nosotros: “Alégrate, pequeña comunidad cristiana, pobre y humilde pero bella a mis ojos, porque deseas ardientemente mi Reino, tienes hambre y sed de justicia, tejes con paciencia tramas de paz, no persigues a los poderosos del momento, sino permaneces fielmente al lado de los pobres. Y así no tienes miedo de nada, pues tu corazón está en la alegría”. Si nosotros vamos así antela presencia del Señor, nuestro corazón siempre estará en la alegría».

 

«La conciencia de que en las dificultades siempre podemos dirigirnos al Señor, y de que Él no rechaza nunca nuestras invocaciones —explicó el Pontífice—es un gran motivo de alegría. Ninguna preocupación, ningún temor logrará jamás quitarnos la serenidad que proviene de saber que Dios guía amorosamente nuestra vida, siempre, incluso en medio de los problemas y los sufrimientos; esta certeza alimenta la esperanza y la valentía. Pero, para acoger la invitación del Señor a la alegría, hay que ser personas dispuestas a ponerse en discusión».

 

¿Qué significa ponerse en discusión? Esto respondió el Papa Bergoglio: «precisamente como los que, después de haber escuchado la predicación de Juan el Bautista, le preguntan: “Tú predicas así. Y nosotros, ¿qué debemos hacer? ¿Qué debo hacer?”». Esta pregunta, concluyó Francisco, «es el primer paso para la conversión que estamos invitados a realizar en este tiempo de Adviento. Que cada uno de nosotros se pregunte: “¿Qué debo hacer?”».

 

«La semana pasada —dijo el Papa después del Ángelus— fue aprobado en Marrakech, en Marruecos, el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que pretende ser un marco de referencia para toda la comunidad internacional. Espero, por tanto, que ella, también gracias a este instrumento, pueda actuar con responsabilidad, solidaridad y compasión hacia quienes, por diferentes motivos, han dejado el propio país, y encomiendo esta intención a sus oraciones».

 

Además, como ya había sido anunciado, el Papa bendijo las estatuillas del Niño Jesús que llevaron los niños de Roma, acompañados por el Obispo Auxiliar Monseñor Ruzza. «Queridos niños –dijo el Papa–, cuando en sus casas se reunirán en oración ante el pesebre, fijando la mirada sobre el Niño Jesús, sentirán estupor por el gran misterio de Dios hecho hombre; y el Espíritu Santo les pondrá en el corazón la humildad, la ternura y la bondad de Jesús. ¡Ésta es la verdadera Navidad! Que sea así para ustedes y para sus familiares».

Comentá la nota