Doy profundas gracias a Dios porque durante toda mi vida me ha mostrado la grandeza de su amor misericordioso y en su Hijo Jesús por la fuerza del Espíritu me ha enseñado a “Servir con alegría”.

El me mostró que es familia, que es Comunión - Padre, Hijo y Espíritu Santo- en el amor hecho visible en mis padres, Clemente y María Elena y Dios me mostró que ser familia es para la entrega y el servicio.

 

Mis padres me hicieron descubrir a Dios familia en la generosidad de estar al servicio de la vida y del amor, al traer al mundo 6 hijos y al regalarme 5 hermanos, uno de ellos ya en la gloria del cielo junto a Clemente y otros tantos.

 

Este Dios familia en comunión me enseñó la entrega y el servicio generoso a todos los que llegaban a casa, que donde comen ocho comen 12 y así… con los parientes, vecinos, amigos e hijos de los amigos, los chicos de la parroquia, los que venían a estudiar a Tucumán…, la casa de los Sánchez, era la casa de todos…

 

Servicio a la vida hecho Amor en gestos de cercanía y afecto. Con la casa siempre abierta y llena de hermanos...

 

Dios me encendió el corazón en el amor de Jesús presente en la Eucaristía por el  servicio de mi catequista y me reveló que tengo una familia más grande, en la vida parroquial. Y este amor se acrecentó por el servicio concreto de estar cerca de Jesús Eucaristía como monaguillo y en el trabajo apostólico de la Legión de María, con apenas 9 años. Y de allí, este Dios, que es familia, me llamó para servir a la familia- Iglesia en la vocación sacerdotal… “Quería celebrar la Misa, predicar, perdonar, como el Padre Arbó…” ese cura servidor de su Pueblo que nos enseñaba a ser Iglesia Comunión para llegar a todos con el Evangelio y así despertó la semilla de la vocación sacerdotal en mi corazón de niño, que maduró con los años.

 

El Señor me enseñó que la Iglesia es comunidad de comunidades y me abrió el corazón a la diócesis cuando en el Seminario Menor, me encontré con otros curas generosos venidos de otros países prestando el servicio de la formación sacerdotal, los Padres Operarios; el encuentro con la vida consagrada a través de las Hermanas Siervas de San José que nos atendían e, incluso, luego el Señor llamó a mi hermana a ser una de ellas; mi compañeros que compartían la vida de sus parroquias; el encuentro con el humilde obispo y servidor, Mons. Blas Conrero; y además un laicado fuerte y comprometido diocesanamente, experimentado en la Peregrinación de la Juventud, en las Asambleas de Acción Católica, en las colectas de Caritas, en las Peregrinatio pro Cristo de la Legión de María…

 

Y el Señor siguió ensanchando mi corazón en el Seminario Mayor, se agrandó la familia porque no sólo tenía hermanos de Tucumán sino de las diócesis del NOA y del NEA, con las riquezas propias y compartidas con mucha alegría.

 

Dios se ha manifestado misericordioso y generoso a través de esta Iglesia servidora que me ha formado para que sea como Jesús, Buen Pastor y estar entre ustedes como el que sirve.

 

Jesús, el que está entre nosotros como el que sirve, me ha brindado a través de su Cuerpo que es la Iglesia, el don maravilloso de la consagración sacerdotal junto a otros 5 hermanos para servir en esta Iglesia en Tucumán, uno de ellos este año el Señor quiso hacerlo participar de su gloria en el cielo, mi hermano José Andrés, que seguramente desde el cielo reza por mí y por este servicio que el Señor me pide.

 

Jesús servidor me ha mostrado cómo ser cura servidor en la Iglesia en Tucumán en las comunidades de Trancas, Corazón de María, Santísimo Sacramento, San Pio X, Luján, Burruyacu, formador en el Seminario Menor y Mayor, la pastoral vocacional, de juventud, la pastoral diocesana, como vicario general y pastoral, en la formación sacerdotal permanente, en la pastoral de adicciones, etc. etc… Y últimamente en La Merced, junto a la casa de la Madre de los tucumanos y compartiendo con curas, comunidades y obispos del NOA y del país, la misión.

 

Dios ha ido formado mi corazón a través de la Iglesia diocesana, del NOA y Argentina. Gracias, SEÑOR POR TU AMOR.

 

Gracias, Señor por enseñarme a servir, a ponerme a los pies de los hermanos para lavárselos y a entregar la vida por amor.

 

Ahora me llama el Señor para este ministerio episcopal, a través del Papa Francisco, el humilde servidor que nos contagia la alegría del Evangelio y de la simplicidad; pero a la vez nos alienta a la comprometida misión de ser Iglesia en salida con misericordia y valentía, con gestos concretos de encuentro con el hermano y la entrega generosa de la vida hasta la muerte.

 

JESÚS ME HA HECHO EXPERIMENTAR QUE ÉL ESTÁ ENTRE NOSOTROS COMO EL QUE SIRVE Y AHORA ME PIDE QUE LO TRANSPARENTE EN ESTA IGLESIA EN TUCUMÁN, JUNTO A MIS HERMANOS OBISPOS DEL NOA Y ARGENTINA Y EN COMUNIÓN CON EL PAPA FRANCISCO.

YO QUIERO ESTAR, COMO JESÚS, ENTRE USTEDES COMO EL QUE SIRVE.

 

Servir, en nombre de Jesús, servir como Jesús, con los gestos y el corazón de Jesús.

Servir, en nombre de Cristo, a mis hermanos curas, como padre, amigo y hermano y trabajando juntos por nuestro Pueblo y apostando a la comunión fraterna sacerdotal: amándonos, cuidándonos, perdonándonos, sosteniéndonos… siempre en comunión.

 

Servir, en nombre de Cristo, a mis hermanos consagrados y consagradas, para estimularlos a que sean en nuestra Iglesia diocesana signo vivo del Reino, por su estilo de vida plenamente evangélico y valorando sus carismas propios.

 

Servir, en nombre de Cristo, a mis hermanos laicos para animarlos a vivir su vocación y misión en medio de nuestra sociedad tucumana siendo levadura de una sociedad más fraterna, reconciliada y para que el trabajo apostólico sea para llegar a todos como discípulos misioneros.

 

Servir a mis hermanos los pobres y solitarios; a los afligidos y a los que no tienen fe, ni esperanza; a los adictos y jóvenes sin sentido; a los ignorados, excluidos y sobrantes de la sociedad, para brindarles la ayuda necesaria y el abrazo cordial y misericordioso de Jesús, nuestro buen samaritano.

 

Servir, en nombre de Cristo, a mis hermanos obispos del NOA para vivir en comunión la misión de consolar y animar en la esperanza a nuestro querido y sufrido Pueblo de Dios en el NOA.

 

Servir, en nombre de Cristo, a la Comunión con mis hermanos obispos de Argentina para que esta bendita Patria que tanto amamos, sea una Familia, una casa de comunión fraterna.

 

Servir, en nombre de Cristo, a la Comunión eclesial universal en estrecho amor, servicio y vínculo filial al Papa Francisco, el Sucesor de Pedro.

 

Servir, en fin, en nombre de Cristo a todos los tucumanos, no solo a los católicos, sino también a los hermanos de otras Iglesias y religiones y personas de buena voluntad, a todos los que vivimos en este corazón de Argentina.

 

Quiero simplemente estar entre ustedes como el que sirve a la manera de Jesús para que el Reino de Dios, de justicia, paz, fraternidad, verdad, libertad y amor se extienda a través del servicio de la Iglesia en Tucumán y por la guía y el ejemplo de este servidor tucumano que hoy está consagrado por la fuerza del Espíritu para ser pastor y guía de este Pueblo para acrecentar el Reino de Dios ya presente entre nosotros.

La Virgen María, madre y modelo de vida Cristiana es la que nos enseña con su ejemplo.

Ella es la humilde servidora del Señor… yo con ustedes, quiero servir para que Jesús siga haciéndose presente en mi vida y darlo a luz en mis actitudes de servicio cotidiano.

Porque Dios ha mirado la humillación de su esclava…  deseo vivamente con ustedes que el todopoderoso siga haciendo obras grandes por mi humilde entrega de la vida a través de mis gestos de cercanía, encuentro y servicio como María a Isabel.

Ella dio  a luz al Salvador en una pobre cueva de animales que la transformó en la casa de Jesús con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Así quiero con ustedes servir a Jesús vivo, pequeño, necesitado, abandonado, excluido, sin techo, sin tierra, sin trabajo, sin un lugar donde reposar su cabeza. Deseo simplemente  tocar las llagas de los hermanos heridos para sanarlas con ternura y compasión.

Ella es la que buscaba angustiada a Jesús en el templo… yo con ustedes, quiero servir buscándolo a Jesús en cada hermano y encontrándolo descubrir algo del misterio que, muchas veces, no entiendo, pero que tengo que guardar y meditar en mi corazón de pastor.

Ella es la que sirviendo en las bodas de Caná le pidió a Cristo el primer milagro. Yo con ustedes, también haciendo lo que Jesús me diga y sirviendo con alegría  a mis hermanos quiero descubrir sus necesidades y rogarle al Señor que obre maravillas, ser mediador de la gracia y de la Alegría del Evangelio para que se acreciente la fe de nuestro pueblo.

Ella es la que está al pie de la cruz junto a Cristo servidor de la humanidad entregando su vida por la redención. Quiero con ustedes, servir como ella para que la redención llegue a todos, a que esa sangre derramada de Jesús purifique nuestros pecados y dé vida nueva a los que están solos y sin sentido en sus vidas. Quiero ser servidor de la alegría y de la esperanza.

Ella es la que acompaña a los discípulos de su Hijo en espera del Espíritu Santo y ella es la estrella de la Evangelización que nos guía hasta llegar a Jesús. Quiero con ustedes, ser servidor como ella para que todos los hombres se salven y lleguen  a conocer la Verdad, que es Cristo.

Ella es la que acompaña con su Merced desde la fundación de Tucumán  a nuestro pueblo tucumano; que ella siga alcanzándonos del Señor la auténtica libertad de ser hijos de Dios, hermanos en Cristo por la fuerza de su Espíritu y así pueda este servidor tucumano humilde y alegre, junto con ustedes, colaborar con la libertad y la independencia de este Pueblo de Dios, que peregrina en Tucumán.

Quiero ser como Jesús, pastor que da la vida por sus ovejas y decirles simplemente

“Estoy entre ustedes como el que sirve”.

 

 

P. Carlos Alberto Sánchez

Arzobispo de Tucumán