“El Mediterráneo, un mar tan bello se ha convertido en una tumba para hombres, mujeres y niños”

“El Mediterráneo, un mar tan bello se ha convertido en una tumba para hombres, mujeres y niños”

Mensaje del Papa Francisco al Patriarca Bartolomé y a los que participan en el Simposio de Atenas sobre la protección y la salvaguardia del medio ambiente: «La Creación es un don, no una posesión»

Una «tumba» para hombres, mujeres y niños. Un «mar tan bello» como el Mediterráneo se ha convertido en esto: un lugar simbólico de la hecatombe de tantas personas que «buscaban solamente huir a las condiciones inhumanas de sus tierras». En la mente del Papa esta imagen quedó impresa con fuego desde hace dos años, cuando, el 16 de abril de 2016 pasó un día en la isla de Lesbos para visitar a los prófugos del campo Moria, en compañía del primado de la Iglesia Ortodoxa griega Hieronymos II y del Patriarca de Constantinopla Bartolomé. 

  

Precisamente a Bartolomé dirigió el mensaje en el que recorre con la memoria aquella visita histórica. El mensaje fue escrito en ocasión del Simposio internacional sobre la protección y la salvaguardia del medio ambiente, que comenzó ayer en Atenas, con la intervención del Patriarca de Constantinopla. “Hacia un Ática más verde. Preservar el planeta y proteger a su pueblo”, es el tema del evento en el que la Santa Sede participa a través del cardenal John Onaiyekan, arzobispo de Abuya, y del cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, quien leyó el mensaje del Pontífice. 

  

«Recuerdo vivamente mi visita a Lesbos, junto con Su Santidad y Su Beatitud Hieronymos II, para expresar nuestra común preocupación por la situación de los migrantes y de los refugiados», se lee en el texto. «Mientras estaba encantado por el escenario del cielo azul y del mar, quedé sorprendido con el pensamiento de que un mar tan bello se hubiera convertido en una tumba para hombres, mujeres y niños que en gran parte solamente buscaban huir de las condiciones inhumanas de sus tierras». 

  

Además de la amargura de esta imagen, Francisco conserva también en el corazón el agradecimiento para la población de Grecia, que desde el inicio de la crisis migratoria ha estado abierta a la acogida. En Lesbos «pude tocar con la mano la generosidad del pueblo griego, tan rico de valores humanos y cristianos, y su compromiso, a pesar de los efectos de su crisis económica, para confortar a aquellos que, expropiados de todos los bienes materiales, se habían dirigido hacia sus orillas», subrayó el obispo de Roma. 

  

Y observó que en la actualidad «no son solamente las casas de las personas vulnerables en todo el mundo las que se están desmoronando, como podemos ver con el éxodo que aumenta de los migrantes climáticos y de lso refugiados ambientales… estamos también condenando a las futuras generaciones a vivir en una casa común reducida a ruinas». 

  

La pregunta siempre es la misma: «¿Qué tipo de mundo deseamos transmitir a los que llegarán después de nosotros, a los niños que están creciendo?». Francisco la ha pronunciado y escrito muchas veces en estos últimos cinco años, pero la pregunta sigue siendo muy urgente y de una apremiante actualidad. La situación de la Creación no ha mejorado para nada. La crisis del planeta es una crisis «arraigada en el corazón del hombre», que aspira «a controlar y explotar los recursos limitados de nuestro planeta, ignorando a los miembros más vulnerables de la familia humana», afirmó el Pontífice. 

  

Por ello, invitó a un «serio examen de consciencia»: «El cuidado de la Creación –dice–, entendida como un don compartido y no una posesión privada, implica siempre el reconocimiento de los derechos de cada persona y de cada pueblo».  

  

EL Papa tiene la firme intención de que la Iglesia católcia continúe «caminando junto con su Santidad y con el Patriarcado ecuménico a lo largo de este recorrido. De la misma manera, espero que los católicos y los ortodoxos, junto con los fieles de otras comunidades cristianas y todas las personas de buena voluntad, puedan trabajar activamente juntos y a nivel local para cuidar la Creación y para un desarrollo sostenible e integral». 

  

Por su parte, Bartolomé, al inaugurar el Simposio, insistió en el llamado al respeto de la “Casa Común”, que va de la mano con el respeto por cada criatura que vive en ella: «Cuando herimos a las personas, le hacemos daño a la tierra. Nuestra avidez extrema y los desperdicios excesivos no son solamente económicamente inaceptables; son ecológicamente insostenibles. Son éticamente imperdonables». 

  

«Una economía que ignora a los seres humanos y las necesidades de los seres humanos –denunció– lleva inevitablemente a la explotación del ambiente natural. A pesar de ello, seguimos amenazando la existencia de la humanidad y agotando los recursos de la naturaleza en nombre de ganancias y beneficios a breve plazo», dijo en su intervención, según indicó el Servicio de Información Religiosa. 

  

Según el Patriarca de Constantinopla, «es irónico constatar que nunca hemos poseído tanto conocimiento de nuestro mundo como en la actualidad, pero nunca antes como ahora habíamos sido tan destructivos los unos con los otros y hacia la naturaleza». 

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