La mano vecinal y el Estado ausente

La mano vecinal y el Estado ausente

Unas 300 personas limpiaron parte de la costa del río Suquía de manera voluntaria. La idea tuvo como principal impulsora a la organización Córdoba Climate Save, una entidad que suscribe a un movimiento internacional cuyo lema es taxativo.

La participación ciudadana en iniciativas que se ponen en marcha en la ciudad de Córdoba muchas veces viene a remediar lo que debe gestionar el Estado, y no lo hace bien o directamente no lo hace.

La generosa predisposición vecinal por poner manos a la obra en rubros esenciales, como la higiene, tiene el propósito de mejorar la calidad de vida de la gente y de revertir el cuadro de deterioro que se observa en diversos sectores del ejido urbano. Se trata de un ejercicio de sana convivencia, pero también de un severo llamado de atención a las autoridades, a menudo paralizadas por la desidia y la indiferencia. Y también a esa parte de la sociedad que no duda en ensuciar y en contaminar el espacio público.

Un ejemplo de este tipo de acciones se verificó el pasado sábado, cuando unas 300 personas se cargaron al hombro la tarea de limpiar unos 200 metros de las costas del río Suquía, entre los puentes Centenario y Antártida.

La idea tuvo como principal impulsora a la organización Córdoba Climate Save, una entidad que suscribe a un movimiento internacional cuyo lema es taxativo: “Si somos parte del problema, somos parte de la solución”.

Es plausible el enunciado, pero habrá que interpelarse si la “solución del problema” no debe tener como focos de administración a la Provincia y a la Municipalidad, según su jurisdicción sobre el curso de agua y sus costas.

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Lo concreto es que los cerca de 300 voluntarios trabajaron en bien de corregir los impactos nocivos, tanto en el agua del río (en constante deterioro y con efectos contaminantes en vastas zonas de su recorrido) como en materia paisajística.

No es novedoso que emprendimientos de higiene urbana que atañen a la jurisdicción del Estado sean reemplazados por la buena voluntad ciudadana. Es habitual observar a grupos de vecinos cortando los yuyos que ganaron los espacios públicos, sobre todo en las plazas barriales. O, incluso, tapando con escombros los baches que abundan en las calles.

Con todo, en una descripción global del problema ambiental que nos aqueja desde hace décadas, sería pertinente aludir también a la conducta desaprensiva de aquellas personas que arrojan todo tipo de desechos en lugares no permitidos; entre estos, las costas del Suquía y los ya, al parecer, incontrolables basurales a cielo abierto.

Desde el terreno de la política electoral, se acaba de conocer a los aspirantes a conducir los destinos de la ciudad y de la provincia, que enfrentarán el veredicto de las urnas.

Ahora es el turno de las propuestas. Y la higiene urbana ocupa un lugar central entre las expectativas de los ciudadanos. 

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