Macri y Francisco: Una relación enrarecida por "interlocutores"

Macri y Francisco: Una relación enrarecida por

Por Guillermo Villarreal (DyN)

El presidente Mauricio Macri intenta darle un enfoque institucional a la relación del Gobierno con el papa Francisco, pero choca con la diplomacia no formal que prefiere el pontífice, y con sus interlocutores, también informales, en Roma y Buenos Aires.

La puja de estilos para tender puentes, y avanzar en "la cultura del encuentro" que predica el pontífice argentino, no ayudó a disipar la sensación de que la relación entre ambos es fría, tensa, distante.

Los residentes de la Casa Rosada quieren desterrar el estilo apabullante, casi obsesivo, por el que optó la ex presidenta Cristina Fernández para acercarse a su compatriota tras la elección pontificia. El mismo Jorge Bergoglio, jesuita, al que tanto ella como el fallecido Néstor Kirchner ningunearon por años. 

Una impronta kirchnerista que llevó al Papa a decir que se sintió "usado" por los políticos argentinos que viajaban al Vaticano sólo para una foto.

Para diferenciarse, Macri puso al frente de su estrategia relacional con el jefe de la Iglesia católica a su tridente "diplomático": la canciller Susana Malcorra, el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter y el secretario de Culto, Santiago de Estrada. Todos, a excepción de la ministra, conocidos del pontífice.

"Hay una confusión enorme con Francisco, que es argentino, pero que ahora es jefe de Estado. Las relaciones pasan a ser muy formales", se sinceró la funcionaria.

El lunes el Papa evidenció el estilo relacional que prefiere, al descontracturar un acto protocolar como es la entrega de las cartas credenciales de un embajador.

Bergoglio recibió a Pfirter por su nombre de pila, Rogelio, con quien recordó en amena charla los años en que el diplomático fue alumno suyo en un colegio de Santa Fe.

Los desencuentros personales entre Macri y Bergoglio no son nuevos. Tienen su raíz en un vínculo de desconfianzas mutuas, que viene de los tiempos en que ambos convivían en Buenos Aires: uno como arzobispo primado y el otro como jefe de Gobierno porteño.

Pero en la Casa Rosada insisten en responsabilizar por los "nuevos malentendidos" a los interlocutores informales del Papa que, con sus acciones, enfrían una relación Macri-Francisco de por sí lejana y no exenta de sobresaltos.

El "intermediario" más cuestionado por el Gobierno es José María del Corral, docente y presidente de Scholas Occurrentes, la red global de escuela que promueve Francisco. Un hombre de confianza de Bergoglio que había sido tentado por la Cristina Kirchner para hacerse cargo de la embajada ante la Santa Sede, tras la salida de Juan Pablo Cafiero.

A Del Corral las autoridades nacionales le atribuyen haberle informado al Papa que tanto Macri como Fernández de Kirchner se negaron a plantar un olivo en la Plaza de Mayo, como símbolo de la reconciliación, en medio del escándalo por el traspaso de los atributos presidenciales.

"Nada de eso ocurrió, el Presidente aceptó desde un principio realizar ese gesto, alguien mal informó al Papa", dijeron a DyN fuentes gubernamentales.

El segundo de la organización pontificia, Enrique Palmeyro, también quedó en la mira de la Casa Rosada, por haber sido el encargado de entregar el rosario que el Papa envió a Milagro Sala, la dirigente social detenida en Jujuy y acusada de delitos graves. Otro interlocutor que hace ruido en Balcarce 50 es Gustavo Vera, un legislador porteño enfrentado con Macri y cercano a Bergoglio, que defendió e intentó explicar el gesto papal, y denunció una campaña del "establishment" para "estigmatizar a Francisco".

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