Llegó a la Basílica de Luján la "abuela peregrina" que recorrió 1.200 kilómetros por la paz

Llegó a la Basílica de Luján la

Emma Morosini, de 91 años y conocida como la “abuela peregrina”, llegó hoy a la Basílica de Luján en el final de su recorrido de más de 1.200 kilómetros por la paz que arrancó a finales de diciembre en Tucumán.

Sin prisa pero sin pausa, soltando una paloma blanca como símbolo de la paz, Emma Morosini, de 91 años de edad llegó finalmente a cumplir su promesa: Llegar a la Basílica Nacional de Luján y pedirle a la Virgen María por la Juventud y la Paz Mundial.

Luego de casi tres meses de caminata, atravesando diversas dificultades, Emma Morosini, escoltada por la agrupación tradicionalista Virgen Gaucha, vecinos y peregrinos que siguieron su paso llegó, con su carrito a cuestas, hasta el Altar Mayor de la Basílica Nacional de Luján donde la esperaban el Intendente Municipal Oscar Luciani, el Rector Reverendo Daniel Blanchoud, la agrupación Ponchos Celestes y Blancos de la Subdirección de la Tercera Edad Tercera Edad y la Virgencita de Luján, Madre de los Argentinos.

Esta abuela, proveniente de una familia muy humilde del norte de Italia, comenzó a peregrinar hace 25 años cuando un médico de su país le diagnóstico peritonitis aguda con riesgo de perder su vida durante la cirugía a la que debió someterse. Pero ella, confió en las manos del cirujano y prometió a la Virgen María que si ella salía con vida de esa operación, se dedicaría de ahí en más a peregrinar.

Y fue así que la “Abuela Peregrina” comenzó sus andanzas en diferentes parroquias del mundo tales como Polonia, Israel, México, y Brasil, país donde caminó desde la ciudad de Salvador hasta el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, en San Pablo. Acompañada siempre de pequeño carro, donde lleva pan, agua y leche en polvo. Esta pequeña gran mujer el año pasado sufrió un accidente de auto que le afectó una pierna. A pesar de que los médicos le dijeron que no iba a poder seguir caminando, a Emma nada la detiene. “Me dijeron que no iba poder seguir caminando, sin embargo estoy aquí”, nos contó la abuela.

Emma comenzaba sus caminatas a las seis de la mañana. Caminaba entre cuatro y cinco horas. El resto del día, tomaba un merecido descanso en diversos hogares municipales

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