Lapicera mata rebelión, inflación al Fondo y la familia De la Sota-Macri

Lapicera mata rebelión, inflación al Fondo y la familia De la Sota-Macri

El Presidente prepara un decreto para bajar una sesión opositora. La suba de precios, según el FMI. Y aquella renovación peronista que unió al PJ y a Socma.

 

Desenfunda Macri la lapicera para frenar rebelión en el Congreso

El Gobierno dedicó el fin de semana no sólo a preparar los números del presupuesto que mostrará este lunes Nicolás Dujovne en el salón Delia Parodi del Congreso. También le pasó el peine fino a la letra de un decreto, que estudia firmar en estas horas Mauricio Macri, para desbaratar la rebelión legislativa que amenaza este miércoles. Se trata de una autorización de gasto de alrededor de $ 3.000 millones, para que no queden sin financiamiento entre setiembre y diciembre las obras comprometidas en municipios de todo el país, con cargo al fenecido Fondo Federal Sojero (FoFeSo). El nuevo presupuesto termina con ese sistema de desvío de parte de las retenciones a los municipios, desde enero próximo. Pero en la negociación con el FMI para apurar el déficit cero, esa suspensión se le adelantó y lo canceló al 1° de septiembre.

La oposición llamó para este miércoles a una sesión especial, en la que el oficialismo cree que puede contar con quórum, para frenar los efectos del DNU que firmó Macri y avaló la comisión bicameral que revisa este tipo de decisiones. La sesión la disparó uno de los gobernadores rebeldes hoy a la negociación del presupuesto, Juan Manzur, y se prendieron de todos los bloques opositores. Como el recorte afecta también a los aliados de Cambiemos, la amenaza del quórum parece cierta. En el fin de semana la fuerza de tareas que se referencia en el whatsapp de Hacienda, estudió la afectación de esos $ 3.000 millones, que autorizará un decreto que tiene que conocerse en estas horas.

La tarea de revisión de esta medida llevó tiempo porque hay una zona gris a disipar: ¿basta con ese decreto para desalentar la sesión? Lo que importa es evitar una batalla legislativa con mucha estridencia, justo cuando el presupuesto va a ser presentado. Sacar del medio ese episodio parece oportuno. También dilató el debate una reflexión de fondo que se hacen todos los protagonistas. ¿Cuánto hay de cierto en que ese FoFeSo va todo a obras públicas en municipios? La sospecha de los funcionarios es que parte de esos dineros se desvía a gastos corrientes en los municipios. Otra de las picardías en que es tan fecunda la vida pública criolla. Puede saltar en cuanto se haga una auditoría. Si se confirma el desvío, puede ser un escándalo que pondrá en ridículo a quienes hoy se rasgan las vestiduras por la salud del cordón cuneta.

“El Fondo cree que la inflación va a estar por debajo del 25”

El grupo de whatsapp lo integran Nicolás Dujovne, Rogelio Frigerio, Rodrigo Pena, Alejandro Caldarelli, los diputados Luciano Laspina y Nicolás Massot, y algunos asesores. Es el grupo más vigilado –y seguramente el más pinchado– de todos los que tiene activados el Gobierno estos días: cada detalle del proyecto pisa algún callo, y puede impedir el trámite final, que ya viene peleado. En los números grandes, esos que producen titulares, no habrá sorpresas. El dólar está calculado con un arranque en $ 38 y un final de $ 44, lo que da un promedio de $ 42 en el año, o sea una devaluación de alrededor del 15%. La inflación la calculan en cerca de 25%, pero puede haber cambios antes de llevar los libracos hoy al Congreso. "El Fondo calcula que va a estar por debajo de ese valor", me dice un espontáneo del grupo.

La otra coparticipación: cómo se reparte el subsidio al transporte

Pero más allá de esas minucias, el proyecto va a mostrar otras novedades, que surgen de debates apasionantes. Uno de ellos es cómo se socializa, sin cornadas entre Nación y provincias, el subsidio a los transportes, que hasta ahora descargaban su costo en los 24 distritos del país. La negociación con los gobernadores terminó con el traspaso de esos montos a los distritos que más reciben, como la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Fue el éxito de la presión de la liga de gobernadores, que le planteó a la Nación la injusticia de que las provincias pagasen el costo del subsidio al boleto del Conurbano, que se sumaba además al de la luz.

Le pusieron el moño al acuerdo, pese a los forcejeos de Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, pero hubo que enfrentar varios corolarios. El más pintoresco es cómo se va a repartir el subsidio dentro de provincias que tienen un Gobierno de un signo político, y ciudades con gran oblación, pero que son gobernadas por intendentes de signo político contrario, y que tiene un alto tráfico interjurisdiccional. Ejemplos: ¿le va a subsidiar el socialista Miguel Lifschitz –gobernador de Santa Fe– el boleto al radical José Corral –intendente de la capital provincial– con la misma pasión partidaria con la que va a colaborar con la intendente socialista de Rosario? Otra: ¿Va a ser contemplativo en el reparto de las cargas el peronista Schiaretti –gobernador de Córdoba– con el intendente radical de la Capital provincial, Ramón Mestre, que además le compite por el cargo?

Estas situaciones son la sal de la vida, política pura y se salen de la tediosa administración tributaria. ¿Se repiten entre el gobierno macrista de Cambiemos en Buenos Aires y los intendentes de grandes conglomerados en manos del peronismo, en el Conurbano? Todas estas situaciones han sido volcadas en los borradores del presupuesto, para simplificar la negociación en el Congreso. En estas horas los gobernadores están firmando de a uno el codicilo que modifica las metas del Consejo Fiscal, y quedan allí lagunas en temas de reparto de las cargas en debate, como el de esta "coparticipación chica" de los subsidios, que intentan aclarar. El estudio con lupa de cada situación busca desmadejar la maraña de los subsidios, que es la herencia más explosiva y onerosa que dejó el último gobierno peronista. Equivale en sus efectos, a la crisis de la deuda que dejó el período menemista de los años '90. Desmontarla se cargó al sistema político.

Qué cambia con la desaparición de De la Sota

La presentación del presupuesto iba a ser la nota de la jornada, pero la muerte de José Manuel de la Sota desmanteló cualquier previsión, de forma o de fondo. El hecho tiene consecuencias políticas inevitables, aunque el duelo fuerce a ponerles sordina, como ocurrió en los encuentros del fin de semana. Uno de ellos fue el cumpleaños 70 de Horacio Massaccesi, en el que convivieron políticos del radicalismo como Oscar Machado –adalid del anti-macrismo en el Comité Nacional del partido– o Marcelo Bassani, con Miguel Pichetto, quien recibió la noticia de la muerte del Gallego cuando estaba en esa reunión, que ocurrió el sábado por la noche en un palacete del barrio Parque, en la milla dorada que concentra más domicilios políticos del macrismo.

La noticia pone en duda la cumbre de los dirigentes del sector –Pichetto, Urtubey, Massa, Schiaretti– organizada para este miércoles. Queda a confirmar. Este domingo, además, hubo concertación de dirigentes del peronismo racional, para estar presentes en el sepelio de Estado del lunes. Estará la primera línea de ese peronismo, que tiene como jefe indiscutible a Schiaretti. De los balances de urgencia surge con claridad lo siguiente:

1) Desaparece con De la Sota el constructor del peronismo de Córdoba como la capital del antikirchnerismo en la Argentina. Ha sido determinante en los resultados electorales de 2015 y 2017. Es decir, en el destino del peronismo nacional. Esa construcción apartó al PJ de Córdoba, que es la segunda provincia del país en cantidad de votantes, del juego del peronismo nacional. Ese peronismo cordobés desdobla fechas locales y nacionales, para asegurar el dominio de la gobernación. A la vez libera el voto del distrito en la presidencial, y eso beneficia a Macri, que es presidente gracias a la formidable elección que hizo en Córdoba en 2015: le ganó en el balotaje a Daniel Scioli por 71,52% a 28,48%. En síntesis, desaparece un aliado objetivo de Macri y un contradictor terminal del kirchnerismo.

2) Beneficia a Schiaretti porque lo deja como jefe sin discusión del peronismo de Córdoba. El tándem que formaba con De la Sota parecía inalterable, pero por debajo de ellos bullía una pelea inocultable en esa provincia. Los delasotistas se quejaban de que Schiaretti había fumigado a la gente de ese sector en la administración. A medida que se acercan las elecciones del año que viene, Schiaretti confirma que mantendrá las elecciones provinciales separadas de la nacional, un beneficio objetivo para Cambiemos. De la Sota, en cambio, hacía gestos de disputar una candidatura a presidente y se vareaba con cristinistas como si buscase molestar la opción de su socio Schiaretti. Se acabó. Todo el poder al Gringo.

Una muerte en la familia

Hasta la noche del domingo, Mauricio Macri analizaba si ir o no al entierro de De la Sota. La oportunidad de estar en una foto del país racional, por encima de las inquinas, puede beneficiar el estilo pasota que le quiere imponer Cambiemos a la política. No hay antecedentes de registros en actos de ese tipo, como los que ocurren en los Estados Unidos, en donde se sacan fotos todos los presidentes en determinadas oportunidades. En la Argentina de la intransigencia, una foto inoportuna produce pánico en los políticos, cuando debería esperarse de un profesional de la cosa pública algo más de coraje. Salvo cuando todos están amenazados, como ocurrió en Semana Santa de 1987 y marcharon del brazo en Córdoba, contra la asonada carapintada, Juan Carlos Maqueda, Ramón Mestre, Mario Negri, Eduardo Angeloz y José Manuel de la Sota.

Ahora van a estar Rogelio Frigerio, el arco de mandatarios de la liga de gobernadores peronistas, algún juez de la Suprema Corte como Juan Carlos Maqueda, que fue ministro de Educación de la primera gobernación delasotista. Puede llegar a viajar desde Rafaela Ricardo Lorenzetti, aunque no el sucesor Carlos Rosenkrantz, que –alma criolla, errante y viajera–se fue a los Estados Unidos después del golpe de Estado de Elena Highton que lo hizo presidente de la Suprema Corte el martes.

En lo subjetivo, el golpe sobre la etnia Macri es inocultable. Franco, el padre del presidente, fue uno de los principales patrocinantes de lo que se llamó la "renovación peronista" a finales de la década de los años '80. Aquel proceso llevó al peronismo al poder con Carlos Menem en 1989, pero se basó sobre la tarea de De la Sota y dos gerentes del grupo Socma de entonces, Carlos Grosso y José Bordón. Esa fue la base de la relación del "Gallego" con Mauricio, que es presidente por los pergeños estratégicos de la dupla De la Sota-Schiaretti en su distrito. El Gringo ha sido hasta ahora el valedor formal de esa relación, aunque su biografía también se mezcla con ramas de la familia presidencial. Cuando se exilió en Brasil en los 70, Schiaretti trabajó en Fiat Brasil y siguió bajo esa escudería cuando regresó al país.

Inseparable de De la Sota, se les debe algo que pocos reconocen hoy: el protocolo automotriz con Brasil. Lo ataron en los años '90, cuando De la Sota era embajador de Menem en Brasil y Schiaretti era el secretario de Comercio de Domingo Cavallo. Fue y sigue siendo un modelo novedoso de coparticipación dentro de la industria metalmecánica de los dos países. La originalidad fue organizar la tarea de los autopartistas, la colaboración de los dos países –quien fabrica en Brasil, fabrica en Córdoba– y las compensaciones de porcentajes de integración. Las crisis recurrentes de los dos países no han logrado modificar ese protocolo, que seguramente debe ser el mérito más importante de De la Sota y Schiaretti, y ocurrió hace más de 20 años.

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