“¡Justicia y amor para las mujeres y las niñas víctimas de la violencia!”

“¡Justicia y amor para las mujeres y las niñas víctimas de la violencia!”

El Papa durante el Ángelus de la Asunción: “Pensemos en las esclavas de la prepotencia de los poderosos” y de la “avidez de los hombres”, en las “niñas obligadas a hacer trabajos inhumanos”. El llamamiento por la paz, en especial en Kivu del Norte, Congo: basta masacres “perpetradas en el silencio vergonzoso” del resto del mundo.

DOMENICO AGASSO JR - CIUDAD DEL VATICANO

Basta con las niñas “obligadas a trabajos inhumanos”. No deben existir nunca más “mujeres arrolladas por el peso de la vida y por el drama de la violencia”. En el día de la Solemnidad de la Asunción de la Vírgen María, el papa Francisco durante el Ángelus pronunciado desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico vaticano ha pedido justicia y amor para las niñas y mujeres de todo el mundo víctimas de la “prepotencia de los poderosos”. Después ha hecho un llamamiento en favor de la paz “en Kibu del Norte, en la República Democrática del Congo”, recientemente afectado por “nuevas matanzas, que desde hace tiempo se perpetúan en el silencio vergonzoso” del resto del mundo; “lamentablemente forman parte de los tantos inocentes que no tienen peso en la opinión mundial”.

“La página evangélica de la fiesta de la Asunción de María al cielo de hoy –ha dicho el Pontífice antes del Ángelus-- describe el encuentro entre María y la prima Isabel, subrayando que “María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá”. En aquellos días –explica-- María corría hacia una pequeña ciudad en los alrededores de Jerusalén para encontrar a Isabel. Hoy, en cambio, la contemplamos en su camino hacia la Jerusalén celestial, para encontrar, finalmente, el rostro del Padre y volver a ver el de su Hijo Jesús”.

“Tantas veces –recuerda-- en su vida terrenal había recorrido zonas montaños, hasta la última etapa dolorosa del Calvario, asociada al misterio de la pasión de Cristo. Ahora la vemos llegar a la montaña de Dios, 'vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza' --como dice el Libro del Apocalipsis-- y la vemos cruzar el umbral de la patria celestial”.

La Vírgen ha sido la primera en creer en el “Hijo de Dios”, y es la primera de nosotros en ser elevada al cielo en alma y cuerpo. Fue la primera en recibir y tomar en brazos a Jesús cuando era todavía niño y es la primera en ser recibida en sus brazos para ser introducida en el Reino eterno del Padre”.

La Vírgen María, “la humilde y simple muchacha de un pueblo perdido de las periferias del imperio romano, justamente porque ha recibido y vivido el Evangelio, es admitida por Dios –evidenzia-- para estar para la eternidad junto al Hijo”. Es así que “el Señor derriba a los poderosos de su trono y eleva a los humildes”. ??Por tanto la Asunción de María es “un misterio grande que se refiere a cada uno de nosotros, concierne nuestro futuro. María, de hecho, nos precede en el camino en el cual están encaminados aquellos que, mediante el Bautismo, han ligado su vida a Jesús, como María ligó a Él su propia vida”.

La fiesta de hoy “pre-anuncia los 'cielos nuevos y la tierra nueva', con la victoria de Cristo resucitado de la muerte y la derrota definitiva del maligno”.

Por lo tanto, “el regocijo de la humilde joven de Galilea, expresada en el cantico del Magníficat, se convierte en el canto de la humanidad entera, que se complace en ver al Señor inclinarse sobre todos los hombres y todas las mujeres, humiles creaturas, y llevarlos con Él al cielo”.

El Papa Bergoglio invita a pensar “en modo especial en las mujeres arrolladas por el peso de la vida y por el drama de la violencia, en las mujeres esclavas de la prepotencia de los poderosos, en las niñas obligadas a realizar trabajos inhumanos, en las mujeres obligadas a entregarse en el cuerpo y en el espíritu a la avidez de los hombres”. De modo que “cuanto antes llegue para ellas el inicio de una vida de paz, de justicia y de amor en espera del día en que, finalmente, se sentirán aferradas por las manos que no las humillan, sino que con ternura las levantan y conducen hasta el cielo”.

Después Francisco ha añadido sin leer el texto escrito: “María, una mujer, una joven que ha sufrido tanto en la vida, nos hace pensar en estas mujeres que sufren tanto. Y pidamos al Señor que Él mismo las lleve en sus manos por el camino de la vida y las libere de estas esclavitudes”. ??Después del Ángelus del Día de la Asunción, el Obispo de Roma encomienda “a la Reina de la paz, que contemplamos hoy en la gloria celestial, una vez más, las angustias y los dolores de las poblaciones que en tantas partes del mundo son víctimas inocentes de los conflictos persistentes. Mi pensamiento se dirige a los habitantes de Kivu del Norte, en la República Democrática del Congo, recientemente afectados por nuevas matanzas, que desde hace tiempo se perpetúan en el silencio vergonzoso, sin llamar ni siquiera nuestra atención. Lamentablemente forman parte de los tantos inocentes que no tienen peso en la opinión mundial”. Finalmente ha deseado “una buena fiesta de la Asunción a todos los presentes y a los que transcurren sus vacaciones, a las personas que no han podido realizarlas, así como a los enfermos y las personas que se encuentran solas, incluyendo a quienes durante estos días aseguran los servicios indispensables para la comunidad”.

Durante su despedida: “Os doy las gracias por haber venido hasta aquí y, por favor, no os olvideis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!”.

 

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