San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco ya pidieron perdón

San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco ya pidieron perdón

La respuesta de la Iglesia a la carta de Andrés Manuel López Obrador

 

La carta que ha enviado Andrés Manuel López Obrador al papa Francisco y al rey de España, Felipe VI, exigiendo disculpas de este país y de la Iglesia católica por las “heridas que aún siguen abiertas por la conquista de México” (hace 500 años), ha motivado muchas respuestas y muy diversas reacciones a lo largo y ancho de Iberoamérica.

Por lo que corresponde a la Iglesia católica –puesto que López Obrador se dirigió al Papa diciendo que la conquista se había hecho “con la espada y la cruz”—la respuesta ha sido muy clara y específica: la Iglesia ya ha pedido, en múltiples ocasiones, perdón a los pueblos de América Latina por los pecados de sus hijos y por los excesos cometidos contra los pueblos originarios durante la conquista y la colonia.

El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, uno de los lugares esenciales del pensamiento y el indigenismo en México, Felipe Arizmendi, uno de los pilares contemporáneos del catolicismo inculturado en los pueblos originarios de América Latina, ha realizado un recuento de algunas de las múltiples peticiones de perdón por parte de la Iglesia católica de 1992 a la fecha.

La justificación de este catálogo la da el obispo Arizmendi subrayando que “no hay que hablar sin tener datos concretos”, como se ha expresado en su misiva el presidente de México. Y añadió: “No es más sabio, justo y prudente quien mucho habla y ataca, pues el control de la lengua es el principio de la sabiduría. No tener en cuenta la historia, pasada y reciente, nos puede llevar a emitir juicios no siempre acertados. Por ello, traigo a colación algunas de las ocasiones en que la Iglesia ya ha pedido perdón”.

Catálogo de peticiones de perdón

Durante el V Centenario del Descubrimiento de América, en 1992, el papa San Juan Pablo II, en Santo Domingo (República Dominicana) dijo a los indígenas:

“La Iglesia, que con sus religiosos, sacerdotes y obispos ha estado siempre al lado de los indígenas, ¿cómo podría olvidar en este V Centenario los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este Continente durante la época de la conquista y la colonización? Hay que reconocer con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios… En nombre de Jesucristo, como Pastor de la Iglesia, os pido que perdonéis a quienes os han ofendido, que perdonéis a todos aquellos que durante estos quinientos años han sido causa de dolor y sufrimiento para vuestros antepasados y para vosotros. El mundo siempre tiene necesidad del perdón y de la reconciliación entre las personas y los pueblos. Solamente sobre estos fundamentos se podrá construir una sociedad más justa y fraterna”

En ese mismo año, 1992, se celebró la Tercera Asamblea General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), cuyo documento final, en el número 248 decía:

Después de haber pedido perdón con el Papa a nuestros hermanos indígenas y afroamericanos ante la infinita santidad de Dios por todo lo que ha estado marcado por el pecado, la injusticia y la violencia, queremos desarrollar una evangelización inculturada.

De nueva cuenta san Juan Pablo II, en el número once de la Bula Incarnationis mysterium (1998), mediante la cual convocó a la Iglesia al Jubileo de la Encarnación, expresó:

Se ha de reconocer que en la historia hay también no pocos acontecimientos que son un anti testimonio en relación con el cristianismo. Por el vínculo que une a unos y otros en el Cuerpo místico, y aún sin tener responsabilidad personal ni eludir el juicio de Dios, el único que conoce los corazones, somos portadores del peso de los errores y de las culpas de quienes nos han precedido. Además, también nosotros, hijos de la Iglesia, hemos pecado, impidiendo así que el rostro de la Esposa de Cristo resplandezca en toda su belleza. Como Sucesor de Pedro, pido que la Iglesia se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos. Todos han pecado y nadie puede considerarse justo ante Dios. Que se repita sin temor: “Hemos pecado”; pero manteniendo firme la certeza de que “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”.

El Papa Benedicto XVI en la V Asamblea General de CELAM, en Aparecida (Brasil, 2007), reconoció:

Ciertamente el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del Continente latinoamericano: no es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas en sus derechos humanos fundamentales. Pero la obligatoria mención de esos crímenes injustificables —por lo demás condenados ya entonces por misioneros como Bartolomé de las Casas y por teólogos como Francisco de Vitoria, de la Universidad de Salamanca— no debe impedir reconocer con gratitud la admirable obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos.

Luego están las palabras del papa Francisco, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en el año 2015, durante el encuentro que sostuvo con los movimientos populares de América Latina:

Les digo, con pesar: Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM, el Consejo Episcopal Latinoamericano, y también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II, pido que la Iglesia -y cito lo que dijo él- ‘se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos’. Y quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América. Y junto a este pedido de perdón, para ser justos, también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos, que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz. Hubo pecado, hubo pecado y abundante, y por eso pedimos perdón, pero allí también donde hubo pecado, donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres que defendieron la justicia de los pueblos originarios. Les pido también a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos obispos, sacerdotes y laicos, que predicaron y predican la Buena Nueva de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y paz, sin olvidar a las monjitas que anónimamente recorren nuestros barrios pobres llevando un mensaje de paz y de bien, que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas incluso hasta el martirio

Y , finalmente, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en su visita a México de febrero de 2016, el papa Francisco pidió el perdón más extenso que se haya escuchado en la historia de México a los indígenas mexicanos, algo que ahora le exige que vuelva a hacer, para 2021, cuando se cumplan los 500 años de la caída de México-Tenochtitlán a manos de los españoles comandados por Hernán Cortés, López Obrador:

Muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes

La reflexión final del obispo Arizmendi –quien ha liderado la traducción de los textos sagrados a diversas lenguas de los pueblos originarios de México y de América—es muy penetrante: “Pidamos perdón también por nuestros pecados presentes, que son los que dependen de nosotros. En vez de seguir atropellando y discriminando a los pueblos originarios, démosles el lugar que Dios mismo les ha dado”.

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