Janucá se acerca. La expectativa de prender las velas de la janukiá nos remonta a días fríos, pero a la vez, llenos de luz en nuestras casas y escuelas. Esta festividad simboliza, a través de sus luces, la permanencia del pueblo judío, la transmisión de sus valores, y por supuesto, la oportunidad de seguir educando a las generaciones futuras para asegurar nuestra continuidad.
La palabra Janucá es explicada a través de distintos significados, sin embargo, quisiera destacar aquel que está relacionado con la palabra “jinuj”, es decir, “educación”. Muchas veces, cuando queremos conocer el significado de una palabra, buscamos las raíces etimológicas que nos ayudan a comprenderla. Así, por ejemplo, la palabra “educación” viene del vocablo latín “educere” que significa “sacar” o “extraer”. Al parecer, bajo esta definición, el acto educativo consiste en extraer de cada ser humano algo que ya se encuentra implícito dentro de él.
En hebreo, el vocablo jinuj viene de la raíz חנך que significa “inaugurar” o “renovar”. Esto nos permite comprender que el acto educativo es un proceso de constante renovación para el ser humano. Se dice que cada aprendizaje significa un cambio duradero, el cual se ve reflejado a través de una renovación en nuestra forma de sentir, pensar y actuar.
A veces, como padres y maestros, queremos resolver todos los problemas de nuestros hijos o alumnos, pretendiendo encender una luz que es personal. Ignoramos a veces, que los aprendizajes no necesariamente se dan dentro de las aulas y no siempre a través de momentos de calma y quietud. Cada persona que se “reinaugura” o se “renueva”, tiene que hacerse cargo de prender constantemente su propia luz, siendo nosotros, los educadores que formamos parte de su vida, aquellos que tan sólo podemos guiarlos para saber dónde y cómo encontrarla.
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