La izquierda crece, pero perdería diputados en el Congreso

La izquierda crece, pero perdería diputados en el Congreso

El FIT realizó la mejor elección legislativa de su historia, superando el piso de las primarias en las 22 provincias en las que participó. Pero pone en juego tres bancas en octubre.

Mientras todos los ojos están puestos en lo que sucede en la provincia de Buenos Aires entre Cambiemos y Unidad Ciudadana, lejos de los focos más rutilantes, la izquierda celebró una de las mejores elecciones legislativas de su historia. A lo largo y ancho del país, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) ratificó su primacía en ese segmento del electorado, venciendo a sus rivales en cada provincia en la que compitió y superando el piso de las primarias en los 22 distritos en los que se presentó.

El festejo no es completo: por esas cuestiones del sistema electoral, a pesar del resultado récord, si los números de octubre fueran los mismos que los del domingo pasado, la bancada obrera en el Congreso nacional perdería un diputado de los tres que pone en juego. De todas formas, el considerable crecimiento en las legislaturas provinciales y locales muestra para este sector un prospecto sumamente positivo, según evalúan sus principales dirigentes.

En total, el FIT acumuló, en la categoría de diputados nacionales, poco menos de un millón de votos, más de un treinta por ciento por encima de los 715 mil sufragios que había obtenido en 2015. Si se les suma lo que aparece en las columnas de otros partidos y frentes de orientación marxista, el resultado a nivel nacional se aproxima al millón y medio. Excepto el eterno Luis Zamora, que con su partido Autodeterminación y Libertad obtuvo el cuatro por ciento de los votos en la Ciudad de Buenos Aires, como siempre cada dos años, ningún otro espacio pasó la marca de 1,5 puntos necesaria para competir en octubre.

De las 22 provincias en las que el FIT presentó listas, el mejor resultado lo obtuvo en Jujuy, donde sumó el 13,45 por ciento de los votos. En Santa Cruz, Mendoza y Salta, estuvo alrededor del ocho por ciento; en Neuquén y Chaco, seis por ciento; en Córdoba, un cuatro por ciento. En la provincia de Buenos Aires, donde el referente del PTS, Nicolás del Caño, compitió por primera vez, alcanzó un 3,6 por ciento de los votos, a menos de medio punto de obtener una banca en el Congreso. En la Ciudad de Buenos Aires llegó al 3,8 por ciento y se calcula que Marcelo Ramal necesitará trepar algo más de dos puntos para quedarse con una banca.

De esta forma, el conglomerado de izquierda que nació fruto de la necesidad cuando el límite impuesto por las PASO obligó a varios partidos a fusionarse para garantizar su supervivencia, quedó consolidado seis años más tarde como un espacio de alcance nacional, que pudo resolver sus diferencias internas en mesas de negociación y presentar una propuesta homogénea en todo el país, además de generar referentes, como Del Caño o la abogada Myriam Bregman (que fue candidata a legisladora porteña y obtuvo 0,7 puntos más que Ramal gracias al corte de boleta), con proyección hacia el futuro.

La contraparte de este escenario, netamente favorable a la izquierda en relación a su derrotero histórico, es la posibilidad de perder representación en el Congreso nacional. Hoy, el FIT cuenta con un bloque de cuatro diputados, de los cuales tres se ponen en juego en octubre. Si los resultados en las generales fueran similares a los del domingo pasado, solamente Ramal y Del Caño tendrían un escaño a mano. Sin embargo, los dirigentes del trotskismo confían en que habrá un salto, cimentado por votantes de otras opciones de izquierda que quedaron afuera y por desencantados del kirchnerismo.

De todas formas, la gran apuesta del FIT está en el crecimiento que experimentaron en legislaturas provinciales y concejos deliberantes de todo el país. Si bien los números recién van a poder contarse en octubre, calculan que aumentarán su representación en por lo menos diez distritos. Ese, junto al crecimiento sindical del sector en comisiones internas de grandes industrias, como pudo verse durante el conflicto con PepsiCo, constituyen los dos pilares sobre los que la izquierda argentina busca construir para que el millón de votos obtenidos la semana pasada no sea un récord en los libros sino la base sobre la que montarán un proyecto político hacia el futuro.

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