La Iglesia escucha a los jóvenes: entre esperanzas, “descartes” e incertidumbres

La Iglesia escucha a los jóvenes: entre esperanzas, “descartes” e incertidumbres

Ha sido publicado el “Instrumentum laboris” para el Sínodo: la red, falsas noticias, teoría de género, sexualidad, desempleo, familia, educación, racismo, suicidios. Son solo algunos de los temas propuestos por los jóvenes y los episcopados para que se orienten las sesiones de trabajo de octubre

El desempleo y la marginación; la sexualidad, la teoría de género, los vicios, las dependencias; la “dark web” y las falsas noticias; los escándalos en la Iglesia y el desencanto hacia las instituciones, la carencia de la formación escolar y la crisis económica y social. Además: la secularización, el radicalismo y los “foreign fighters”, los fenómenos de los “ninis” y, principalmente asiático, de los “hikikomori”, adolescentes que se recluyen voluntariamente en sus casas. En el “Instrumentum laboris” publicado hoy por el Vaticano, que servirá para que se orienten las sesiones de trabajo de los padres durante el Sínodo de octubre, confluyen las exigencias, los miedos, las críticas, las desilusiones, los deseos y las esperanzas de los jóvenes de la actualidad, que representan un cuarto de la población mundial (alrededor de mil ochocientos millones, considerando la franja que va de 16 a 29 años).  

  

Los temas que aparecen en el “Instrumentum laboris” son los mismos que los jóvenes indicaron mediante el cuestionario en línea enviado en los últimos meses por la Secretaría del Sínodo. Todas las respuestas representan las fuentes primarias para el documento, además de las observaciones de las Conferencias Episcopales del mundo, de los resultados del Seminario internacional sobre la condición juvenil que se llevó a cabo en Roma (del 11 al 15 de septiembre de 2017) y del material reunido durante la Reunión pre-sinodal (del 19 al 24 de marzo de este 2018), en la que participaron alrededor de 300 jóvenes de los cinco continentes, a los que se sumaron otros 15 mil gracias a internet y las redes sociales. 

  

“Reconocer, interpretar, elegir” 

  

El resultado es un texto de más de 70 páginas, dividido en tres partes («reconocer», «interpretar», «elegir»), que configuran un único camino para identificar propuestas para los jóvenes de hoy y ofrecer sugerencias «no preconcebidas». La premisa del documento, firmado por el secretario general del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, es muy clara: «No se trata de acumular datos y evidencias sociológicas, sino de asumir los desafíos y las oportunidades que surgen en los diferentes contextos a la luz de la fe». 

  

Peligros y oportunidades del mundo digital 

  

Entre los primeros desafíos indicados está, naturalmente, el del mundo digital. Son los mismos jóvenes los que afirman que «el impacto de las redes sociales en la vida de los jóvenes no puede ser infravalorado». Claro, no se niega que «el acceso a instrumentos de formación en línea ha abierto oportunidades educativas para los jóvenes que viven en áreas remotas y ha hecho posible el acceso al conocimiento al alcance de un “click”». Sin embargo, la red a menudo representa «un territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia, hasta el caso extremo de la “dark web”» o de las «falsas noticias», la «difusión incontrolable de noticias inventadas mediante los medios de comunicación», que crean confusión y desorientación. Sufren las consecuencias las relaciones humanas y sociales: «La maduración de la capacidad de una serena confrontación y de un diálogo con las diversidades queda obstaculizada». Y no hay que olvidar que «los pastores y, en general, los adultos no logran comprender plenamente este nuevo lenguaje y tienen bastante miedo, al sentirse frente a un “enemigo invisible y omnipresente” que a veces es demonizado». 

  

Las consecuencias “inhumanas” de una vida en línea: el caso de los “hikikomori” 

  

Precisamente en relación con el «uso superficial de los medios digitales» y el consecuente «riesgo de aislamiento, incluso extremo», se cita el fenómeno conocido con el término japonés “hikikomori”: casi desconocido en el Occidente, está bastante extendido en Asia e indica al número cada vez mayor de jóvenes que deciden auto-excluirse de cualquier relación social y de la vida pública, encerrándose en la propia habitación y pasando la vida detrás de una pantalla. Es el mayor y más dramático ejemplo de «refugio en una felicidad ilusoria e inconsistente que genera formas de dependencia». «A menudo –se lee en el documento– los jóvenes tienden a separar sus comportamientos en línea» con la manera en la que se comportan en la vida real. 

  

«Es necesario ofrecer formación a los jóvenes sobre cómo vivir la propia vida digital», porque, no hay que olvidarlo, «las relaciones en línea pueden volverse inhumanas», puesto que pueden volvernos «ciegos a las fragilidades del otro» e «impiden la introspección». Inhumanas porque provocan, a largo plazo, serios déficits cognitivos, como la «pérdida de memoria, cultura y creatividad y concentración». Otros efectos son la imposición de «una cultura y una dictadura de la apariencia», «una engañosa realidad paralela que ignora la dignidad humana», la fácil difusión de materiales pornográficos, «que distorsionan la percepción de la sexualidad humana por parte de los jóvenes». 

  

El sexo y el cuerpo en todos sus matices 

  

El “Instrumentum laboris” se refiere a la pornografía en el párrafo dedicado a la corporeidad y sus matices. La reflexión es profunda y, además de la sexualidad, se afrontan temas como las «perspectivas de integración cada vez más fuerte entre cuerpo y máquina», cuyo ícono son los “ciborgs”, o bien la donación de óvulos y la maternidad subrogada (que involucra “preferiblemente” a las mujeres jóvenes), e incluso la «difusión de la fascinación por experiencias extremas», incluso corriendo el riesgo de perder la vida, «como ocasión de reconocimiento social o experimentación de fuertes emociones». Se indican algunos fenómenos sexuales relativamente nuevos, como «la sexualidad precoz, la promiscuidad sexual, la pornografía digital, la exhibición del propio cuerpo en línea y el turismo sexual», que pueden «desfigurar la belleza y la profundidad de la vida afectiva y sexual». 

  

La Iglesia y la moral sexual: ¿quién la sigue? 

  

Probablemente serán temas que encontrarán un amplio espacio en las discusiones sinodales de octubre, considerando que también los diferentes enfoques de los tantos jóvenes católicos y las indicaciones de la moral sexual de la Iglesia. Muchos, explica el documento citando estudios sociológicos, no siguen tales enseñanzas, otros las indican como «fuente de alegría» a pesar de «su impopularidad» y presionan para que se afronten «con mayor profundidad». 

  

Teoría de género y homosexualidad 

  

Las Conferencias episcopales, a pesar de que no ofrecen «soluciones o recetas» al respecto, afirman que «la cuestión de la sexualidad debe ser discutida más abiertamente y sin prejuicios». Porque, como insistieron los jóvenes durante la reunión pre-sinodal, «las enseñanzas de la Iglesia sobre cuestiones controvertidas, como la anticoncepción, la homosexualidad, el aborto, la convivencia, el matrimonio, son fuente de debate entre los jóvenes, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad». Entre estos temas también está la teoría de género, sobre la que los jóvenes «discuten con libertad y sin tabúes». 

  

En particular, «algunos jóvenes Lgbt», se lee en uno de los puntos del texto, «desean beneficiarse de una mayor cercanía y experimentar un cuidado mayor por parte de la Iglesia», mientras algunos Episcopados se interrogan sobre qué proponer «a los jóvenes que, en lugar de formar parejas heterosexuales, deciden construir parejas homosexuales y, sobre todo, desean estar cerca de la Iglesia». 

  

La familia, entre dificultades, divisiones y fragilidades 

  

En un contexto de constantes cambios, la reflexión se concentra también sobre el tema de la familia, entendida tanto como núcleo original que sigue «representando una referencia privilegiada en el proceso de desarrollo integral de la persona», como uno de los «deseos y proyectos que los jóvenes tratan de realizar», pero con esfuerzos debido a muchos factores externos económicos y sociales (como, principalmente, la falta de trabajo). En el documento queda claro que hay «diferencias significativas en la manera de considerar a la familia», entre quienes todavía están acostumbrados a los valores y a los roles de sus antepasados, quienes asisten a un «declive» de los modelos tradicionales y quienes viven un profundo «sufrimiento» debido a «dificultades, divisiones y fragilidades» de las familias. Al respecto, el documento alude al «aumento de familias monoparentales» y a la cuestión de la figura paterna, «cuya ausencia o evanescencia en algunos contextos, en particular occidentales, produce ambigüedades y vacíos que afectan también el ejercicio de la paternidad espiritual». 

  

Jóvenes y adultos, una relación al revés 

   

Una reflexión sobre la relación entre adultos y jóvenes, teniendo en cuenta los numerosos análisis sociales que se refieren a una inversión en la relación entre generaciones. «A menudo –se lee en el texto– son los adultos los que toman a los jóvenes como referencia hoy para el proprio estilo de vida, dentro de una cultura global dominada por un énfasis individualista sobre el proprio yo». «Hacen falta adultos “tout court”», pues «no están interesados en transmitir los valores fundamentales de la existencia a las jóvenes generaciones, que los sienten más como competidores que como potenciales aliados». Y esto provoca que sea «más difícil para los jóvenes tomar decisiones definitivas». 

  

Las decisiones para la vida… cada vez es más difícil  

  

Según factores sociales, económicos, políticos y culturales es diferente para los jóvenes el «tomar decisiones definitivas», resalta el documento sinodal que se refiere a una «cultura de la indecisión, que considera imposible o incluso insensata una decisión para la vida». Y constata que es «bastante difícil para los jóvenes concretizar un proyecto matrimonial sin poner en riesgo la autosuficiencia económica». Además, «muchos jóvenes se preguntan cómo es posible una decisión definitiva en un mundo en el que nada parece ser estable, ni siquiera la distinción entre lo falso y lo verdadero». 

  

Educación, escuela y universidad 

  

Las instituciones educativas y de formación desempeñan un papel de fundamental importancia en este proceso, pues son «espacio existencial que la sociedad pone a disposición del crecimiento intelectual y humano y de la orientación vocacional» de los jóvenes. Sin embargo, en muchos países «el sistema formativo es carente» y la Iglesia con sus instituciones de educación desempeña «un fundamental papel de suplencia», ayudando «a los alumnos a descubrir cómo hacer que den fruto las propias capacidades, sin importar cuáles y cuántas sean». 

  

Abusos y dependencias 

  

Gran preocupación expresa el documento por la difusión «entre los jóvenes de abusos y dependencias de diferentes tipos (drogas tradicionales y sintéticas, alcohol, ludopatía y dependencia de internet, pornografía, etc.)», así como de comportamientos nocivos como «el acoso escolar, la violencia y los abusos sexuales». La causa la identificó el Papa Francisco, citado en el texto: «en muchos casos, estas formas de dependencia no son consecuencia del ceder al vicio, sino un efecto de las dinámicas de exclusión». 

  

El drama del desempleo y el fenómeno de los “ninis” 

  

En relación con el tema del trabajo, cuya falta, según ha afirmado a menudo el Papa, es una de las graves plagas del mundo moderno, el “Instrumentum laboris” indica que para los jóvenes de los cinco continentes «tener un trabajo estable es fundamental (el 82,7%), porque implica estabilidad económica y realización, y posibilidad de realización personal (el 89,7%)». El trabajo resulta «el medio necesario, aunque no suficiente, para realizar el propio proyecto de vida, como tener una familia (el 80,4%) e hijos». «En los contextos más pobres, el trabajo adquiere un mayor significado de rescate social, mientras su ausencia es una de las principales causas de la emigración al extranjero». Pero también existen los llamados “ninis”, los jóvenes que ni estudian ni trabajan: el fenómeno en algunas zonas de Europa y del mundo es «alarmante», indican los obispos, y exige «atención incluso en términos pastorales». 

  

El trabajo informal y forzado: una nueva esclavitud 

  

Como sea, las principales preocupaciones surgen cuando la tasa de desempleo es particularmente elevada. En algunas regiones del mundo se alcanzan picos que son «dramáticos». «La consecuencia más grave no es de tipo económico, porque a menudo las familias, los sistemas de bienestar o las instituciones caritativas logran de alguna manera proveer las necesidades materiales de los desempleados. El verdadero problema es que el joven que está sin trabajo tiene la utopía anestesiada, a tal punto que puede perderla». Se instaura de esta manera ese mecanismo que lleva a «aceptar un trabajo que no respeta su dignidad: es el caso del trabajo informal –a menudo sinónimo de explotación–, del tráfico de personas y de las tantas formas de trabajo forzado y de esclavitud que afectan a millones de personas en el mundo». 

  

La cultura del descarte: acoso, racismo, discriminación  

  

Marginación, acoso, desigualdades y «discriminaciones debido al género, a la clase social, a la pertenencia religiosa, a la orientación sexual, a la posición geográfica, a la discapacidad o a la etnia» son temas recurrentes en el “Instrumentum laboris”, que denuncia la cultura del descarte de la que a menudo están impregnados los jóvenes que tienen comportamientos que producen «el “descarte” de otras personas o la degradación del medio ambiente» como consecuencia de «decisiones de consumo irresponsables». Sin olvidar que «a veces incluso algunos responsables eclesiales» aceptan tales maneras de «pensar y de actuar, contribuyendo a generar indiferencia y exclusión». Los jóvenes son muy sensibles a estos temas, porque, señalan muchas Conferencias episcopales, «el racismo, en diferentes niveles, los afecta en diferentes partes del mundo». 

 

Las mujeres discriminadas (también en la Iglesia) y los cristianos perseguidos 

  

En el documento se acusan las «formas de discriminación que afectan a las jóvenes mujeres, incluso en ámbito eclesial». Los jóvenes indican además que siguen existiendo «discriminaciones con base religiosa, en particular en contra de los cristianos», tanto en contextos en los que representan una minoría, expuesta a violencias y presiones de quienes pretenden que se conviertan, como en situaciones «de elevada secularización». La Iglesia, también mediante el Sínodo, se siente, por lo tanto «llamada a dedicar una atención específica a los jóvenes víctima de la injusticia y de la explotación «para reafirmar su dignidad personal «en contra de cualquier pretensión de negación». 

  

Los jóvenes migrantes 

  

En las categorías de marginación también están los migrantes, y un elevado porcentaje está constituido por menores no acompañados y chicos de edad escolar avanzada. «Muchos corren el riesgo de acabar como víctimas del tráfico de seres humanos y algunos desaparecen literalmente en la nada», denuncia el “Instrumentum laboris”. A ellos se suman «los jóvenes de las segundas generaciones que experimentan dificultades en términos de identidad y de mediación entre las culturas a las que pertenecen». Si, por una parte, los obispos afirman que el fenómeno migratorio puede convertirse en «una oportunidad para un diálogo intercultural y para la renovación de comunidades cristianas que corren el riesgo de la involución», por otro, muchos religiosos sostienen que «la migración de los jóvenes representa un empobrecimiento de capital humano, emprendedor y valiente en los países de origen», así como «una amenaza para su desarrollo sostenible».  

  

Desinterés y apatía por la Iglesia; los escándalos que le restan credibilidad 

  

En el “Instrumentum laboris” se registra un general «desinterés» y una «apatía de los jóvenes en tema de fe (y del menor atractivo de las Iglesias)», ambos debidos a las «dificultades de las grandes instituciones religiosas para sintonizarse con la conciencia moderna», así como a los escándalos «sexuales y económicos» que han creado representantes eclesiásticos. Un gran obstáculo, por lo que los jóvenes «piden que la Iglesia refuerce su política de tolerancia cero en contra de los abusos sexuales dentro de las propias instituciones» y que apueste por la sobriedad y la transparencia financiera.

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