La humildad, la pobreza, la mansedumbre, la modestia y la mortificación, virtudes del santo del día: San Antonio M. Claret

La humildad, la pobreza, la mansedumbre, la modestia y la mortificación, virtudes del santo del día: San Antonio M. Claret

La Iglesia católica hoy 24 de octubre celebra la memoria de una figura del siglo XIX, fundador de la Orden de los Misioneros del Corazón Inmaculado de María: San Antonio María Claret.

Este santo español nace en Sallent (Barcelona), cerca de Manresa, en 1807, en el seno de una familia profundamente cristiana, dedicada a la fabricación textil. Su infancia no transcurre en total tranquilidad. La guerra napoleónica, la influencia de las ideas de la revolución francesa, el juramento de la Constitución de 1812, y las tensiones entre absolutistas y liberales marcan de alguna manera su vida. 

De joven se sentía atraído por la vida contemplativa, pero apenas es ordenado sacerdote, el padre Claret se dirige a Roma, a Propaganda Fide, para seguir su vocación misionera. Su precaria condición de salud lo obliga a regresar a su patria, y es así que durante siete años se dedica a la predicación de las misiones populares entre Cataluña y las Islas Canarias. Y es precisamente entre los jóvenes alcanzados en esta actividad apostólica que nace la idea de la congregación. En 1849, apenas un mes después de haber fundado  la congregación, es nombrado arzobispo de Santiago de Cuba. Allí afronta los graves problemas morales, religiosos y sociales de la isla y también calamidades que azotan a la población. El aspecto religioso de su experiencia santificadora está marcado por la vivencia de la providencia de Dios, y por la idea de la eternidad. Su piedad se ve influenciada por la devoción a la Virgen María y a la Eucaristía.

En el día en que la Iglesia celebra la memoria de este santo y fundador de la orden de los Misioneros Claretianos, nuestro compañero Alberto Goroni entrevista al padre Manuel Tamargo Rodríguez, CMF:

"Se podrían destacar muchos aspectos de su carisma. El padre Claret era un gran misionero, una persona sumamente activa y práctica, pendiente de lo que tenía a su alrededor para evangelizar", relata. Pero al mismo tiempo, - explica - cuando él habla de las virtudes que necesitaba tener como misionero para ser más fructífero, no habla de las virtudes prácticas,  - de la oratoria, de elocuencia -. Habla de cinco virtudes que son: la humildad, la pobreza, la mansedumbre, la modestia, la mortificación. Por lo tanto, se trata de "virtudes que miran hacia adentro, hacia una búsqueda de la santidad", "hacia un componente místico", que eran "el complemento ideal para la actividad incansable del padre Claret, quien llegaba a predicar hasta doce sermones por día. Esto hace que haya sido un auténtico místico en medio de la acción, una característica muy especial de nuestro padre Fundador". 

Por otra parte, el domingo 23 de octubre la Iglesia celebró la Jornada Mundial Misionera con el lema ‘Iglesia misionera, testimonio de misericordia’. Antes de la oración mariana del Ángelus, el Papa Francisco hizo referencia a la jornada al reiterar que "hoy es tiempo de misión y es tiempo del coraje", coraje de reforzar los pasos vacilantes y de retomar el gusto de gastarse por el Evangelio. El padre Manuel así comenta las palabras del pontífice: 

"Ayer el Papa encomendó a todos los cristianos que la Iglesia sea testigo de la misericordia en el mundo. Los claretianos, siguiendo el ejemplo de nuestro fundador, y como tantas otras congregaciones, estamos tratando de acercarnos a las personas más necesitadas, para ser testigos de misericordia, no sólo testigos 'verbales' de misericordia sino para 'ejercer' la misericordia". "En nuestros fines congregacionales está muy presente la opción preferencial por los pobres, la justicia social, la paz, los inmigrantes, los refugiados". 

He aquí una oración para el santo del día, san Antonio María Claret, Fundador y modelo:

“Señor, Dios nuestro, que escogiste a San Antonio María Claret para fundador de nuestra Familia, e hiciste que, ardiendo en caridad, se gozase en las calumnias y tormentos; concédenos, benigno, que, adhiriéndonos fielmente a sus enseñanzas, proclamemos tu gloria en todo el mundo y busquemos siempre con solicitud la salvación de todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Fuente: www.claret.org

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

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