Homenaje a la Inmaculada en la Plaza de España

Homenaje a la Inmaculada en la Plaza de España

En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, tras rezar el Ángelus al mediodía con miles de fieles en la Plaza de san Pedro, como es tradición, el Obispo de Roma se dirigió a la Plaza de España a las cuatro de la tarde para rendir homenaje junto con los fieles romanos y peregrinos a la Reina del Cielo. 

Con devoción filial el Papa Francisco rezó la siguiente oración:

Oh María, nuestra Madre Inmaculada,

en el día de tu fiesta vengo a ti,

y no vengo solo:

Traigo conmigo a todos aquellos que tu Hijo me ha confiado,

en esta ciudad de Roma y en el mundo entero,

para que tú los bendigas y los salves de los peligros.

Te traigo, Madre, a los niños, 

especialmente aquellos solos, abandonados, 

que por ese motivo son engañados y explotados.

Te traigo, Madre, a las familias,

que llevan adelante la vida y la sociedad

con su compromiso cotidiano y escondido;

en modo particular a las familias que tienen más dificultades

por tantos problemas internos y externos.

Te traigo, Madre, a todos los trabajadores, hombres y mujeres,

Y te encomiendo especialmente a quien, por necesidad,

se esfuerza por desempeñar un trabajo indigno

y a quien el trabajo lo ha perdido o no puede encontrarlo.

Necesitamos tu mirada inmaculada,

para recuperar la capacidad de mirar a las personas y cosas

con respeto y reconocimiento

sin intereses egoístas o hipocresías.

Necesitamos de tu corazón inmaculado,

para amar en modo gratuito

sin segundos fines, sino buscando el bien del otro,

con sencillez y sinceridad, renunciando a máscaras y maquillajes.

Necesitamos tus manos inmaculadas,

para acariciar con ternura,

para tocar la carne de Jesús

en los hermanos pobres, enfermos, despreciados,

para levantar a los que se han caído y sostener a quien vacila.

Necesitamos de tus pies inmaculados,

Para ir al encuentro de quienes no saben dar el primer paso,

para caminar por los senderos de quien se ha perdido,

para ir a encontrar a las personas solas.

Te damos gracias, oh Madre, porque mostrándote a nosotros

libre de toda mancha de pecado,

Tú nos recuerdas que ante todo está la gracia de Dios,

está el amor de Jesucristo que dio su vida por nosotros,

está la fortaleza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.

Haz que no cedamos al desánimo,

sino que, confiando en tu ayuda constante,

trabajemos duro para renovarnos a nosotros mismos,

a esta ciudad y al mundo entero.

¡Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios!

El Santo Padre depositó a los pies de la Virgen Santísima una corona de rosas blancas y después de saludar a las autoridades y a los fieles presentes, se dirigió a la Basílica de Santa María La Mayor, para rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani. 

(Traducción del italiano: Griselda Mutual, Radio Vaticano)

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