Hoy en la historia judía / El Papa Juan Pablo II se convierte en el primer pontífice en visitar una sinagoga

Hoy en la historia judía / El Papa Juan Pablo II se convierte en el primer pontífice en visitar una sinagoga

 El 13 de abril de 1983 el Papa Juan Pablo II se convirtió en el primer pontífice en visitar una sinagoga, en este caso la de Roma, y aceptó a los judíos del mundo como sus “hermanos mayores”. Además, condenó la persecución y muestras de antisemitismo “en cualquier momento y por cualquier persona”.

Juan Pablo II visitó el templo, el cual está situado en lo que fue una vez el gueto de Roma, con el objetivo de sanar casi 2.000 años de enfrentamientos entre católicos y judíos. Durante su estadía allí expresó su aborrecimiento “por el genocidio que se perpetró contra el pueblo judío durante la última guerra, la cual llevó al Holocausto de millones de víctimas inocentes”.

El viaje del pontífice al centro espiritual de lo que se cree que es el grupo judío más antiguo de la diáspora fue recibido por el Gran Rabino Elio Toaff, quien dijo que era “un gesto destinado a quedar en la historia” y un “verdadero punto de retorno en la política de la iglesia”.

“El corazón se abre a sí mismo a la esperanza de que las malas fortunas del pasado serán reemplazadas por un diálogo fructífero”, expresó el rabino, quien abrazó a Juan Pablo cuando llegó a las escaleras de la imponente sinagoga victoriana que está sobre el Río Tiber.

El Papa devolvió el abrazo y entró al lugar ante una ovación multitudinaria de 1.000 personas, muchos de ellos descendientes de judíos que habían sido forzados a vivir alejados de otros romanos.

En una ceremonia que enfatizó la dignidad igualitaria de ambas fés, los dos hombres se sentaron en tronos dorados y brocados idénticos y se tomaron turnos en leer los salmos. “Los judíos son amados de Dios, quien los ha convocado con un llamado irrevocable”, dijo Juan Pablo II, primero en italiano y luego en hebreo.

“La religión judía no es extrínseca de nosotros, sino intrínseca de alguna manera para nuestra propia religión. Con el judaísmo, por lo tanto, tenemos una relación que no tenemos con ninguna otra religión. Son nuestros hermanos queridos y amados y, en cierta manera, podría decirse que son nuestros hermanos mayores”, agregó.

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