“Los hipócritas, instrumento del diablo para destruir a la Iglesia”

“Los hipócritas, instrumento del diablo para destruir a la Iglesia”

En Santa Marta, Francisco advirtió a quienes se «escandalizan» por los pecados ajenos, porque «se creen salvados por los propios méritos». «Jesús perdona y usa la misericordia, no lo olvidemos cuando hablemos mal de los demás»

«“Pero, mira, ¡qué escándalo! ¡No se puede vivir así! Hemos perdido los valores… Ahora todos tienen derecho de entrar a la iglesia, hasta los divorciados, todos. ¿A dónde hemos llegado?”». En el pasado y en el presente son muchos los «justos» y los «puros» que exclaman frases de este tipo dentro y fuera de la Iglesia. Francisco le pone nombre y apellido a estar críticas y públicas denuncias: «el escándalo de los hipócritas», dijo durante la misa matutina en la Capilla de la Casa Santa Marta. Es «la hipocresía de los que se creen salvados por los propios méritos exteriores». 

  

Jesús mismo tiene una actitud muy dura frente a estas personas que «muestran exteriormente “todo bonito” -habla de “sepulcros blanqueados”- pero en su interior tienen “putrefacción”». «Y la Iglesia –insistió el Papa–, cuando camina en la historia, es perseguida por los hipócritas: hipócritas de adentro y de afuera. El diablo no tiene nada que ver con los pecadores arrepentidos, porque miran a Dios y dicen: “Señor, soy un pecador, ayúdame”. Y el diablo es impotente, pero es fuerte con los hipócritas. Es fuerte y los utiliza para destruir, destruir a las personas, destruir la sociedad, destruir la Iglesia. El caballo de batalla del diablo es la hipocresía, porque él es un mentiroso: se muestra como un príncipe poderoso y hermoso, y por detrás es un asesino». 

  

El testimonio que ofrece Jesús es completamente diferente, afirmó el Papa en su homilía, según indicó Vatican News: un amor grande, total, que mira incluso el «pequeño gesto de buena voluntad, lo toma y lo saca adelante». Como sucede para la mujer del Evangelio de Lucas de hoy, centrado en las palabras de Jesús: «sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor».  

 

El Pontífice inmediatamente enmarca "tres grupos de personas" en las lecturas de hoy: Jesús y sus discípulos; Pablo y la mujer, una de aquellas cuyo destino - recuerda Francisco - era "ser visitada en secreto", incluso por los "fariseos", o inclusive de "ser apedreada"; y los doctores de la Ley. Francisco destaca cómo la mujer se hacía ver "con amor, con tanto amor por Jesús", sin ocultar "ser una pecadora". Lo mismo ocurre con Pablo, quien afirma: "A ustedes de hecho les he transmitido, ante todo, lo que yo también he recibido, es decir, que Cristo murió por nuestros pecados". Ambos, por lo tanto, buscaban a Dios “con amor, pero amor a medias”. Pablo porque - explica – “pensaba que el amor era una ley y tenía su corazón cerrado a la revelación de Jesucristo: perseguía a los cristianos, pero por el celo de la ley, por este amor inmaduro”. Y la mujer buscaba el amor, el “pequeño amor”. Los fariseos entonces comentan, pero Jesús explica: “A ella se le ha perdonado tanto porque ha amado mucho”. Pero, ¿cómo amar? Estos no saben amar. Buscan el amor. Y Jesús, hablando de estos, dice - una vez dijo - que estarán ante nosotros, en el Reino de los Cielos. “Pero qué escándalo ...” - los fariseos – “¡pero esta gente!”; Jesús mira el pequeño gesto de amor, el pequeño gesto de buena voluntad, y lo toma y lo lleva adelante. Esta es la misericordia de Jesús: siempre perdona, siempre recibe». 

  

El Pontífice argentino exhortó a no olvidar que Jesús perdona, recibe, usa misericordia, una «palabra tan a menudo olvidada cuando cotilleamos de los demás». La invitación es entonces «ser misericordiosos, como Jesús, y no condenar a los demás». «Jesús en el centro». De hecho, Cristo perdona tanto a Pablo, «pecador, perseguidor, pero con un amor a medias», como a la mujer, «pecadora, también ella con un amor incompleto». Sólo de esta manera pueden encontrar el «verdadero amor», que es Jesús, mientras que los hipócritas «son incapaces de encontrar el amor porque tienen el corazón cerrado». 

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