La canciller Susana Malcorra mantendrá el próximo viernes, en Roma, un encuentro a puertas cerradas con el papa Francisco, con quien planea conversar sobre la inserción argentina en el mundo y proponerle un nuevo encuentro con el Presidente, a mediados de julio. No se descarta que la ministra de Relaciones Exteriores renueve la invitación para que el pontífice retorne a la Argentina en 2018, en el marco de una visita que podría llevarlo también por Chile y Uruguay.

 

 

Malcorra iniciará mañana una gira que la mantendrá alejada de Buenos Aires por dos semanas. Luego de entrevistarse con su par belga, en Bruselas, y visitar la sede de la Unión Europea (UE), la jefa de la diplomacia recalará en Roma con la excusa de inaugurar una muestra fotográfica dedicada a la familia piamontesa de Jorge Bergoglio. Luego irá a Casa Santa Marta, la modesta residencia papal, alejada del Palacio Apostólico y del protocolo establecido para el encuentro con diplomáticos.

 

 

En ese clima, casi íntimo, Malcorra presentará al Papa la agenda preparatoria de la Cumbre del G-20, que se celebrará en 2018 en Buenos Aires, para que el jesuita aporte su visión y perspectiva sobre los temas que tratarán los líderes de los países industrializados y emergentes. No se descarta que se ofrezca al Santo Padre que envíe un mensaje, como ha hecho para otros encuentros de líderes mundiales.

 

 

Antes de ese encuentro, los líderes de los países más influyentes habrán de verse las caras en Hamburgo, Alemania, el 7 y 8 de julio. El presidente Mauricio Macri asistirá a esa cumbre y, por ello, la Cancillería estudia desde hace meses un posible desvío del viaje oficial para que el primer mandatario vuelva a encontrarse con el Papa, tal como ocurrió en Roma el 15 de octubre pasado, con ocasión de la canonización del cura José Gabriel Brochero.

 

 

En ese encuentro –y de manera sutil, también en el de este viernes– el Gobierno renovará la invitación para que Francisco visite la Argentina. Lo más probable, de concretarse este viaje, es que ocurra a mediados de 2018, en el marco de una gira apostólica que incluirá Chile y Uruguay, tal como hizo el papa Juan Pablo II –hoy, santo– hace más de 30 años.

 

 

El Gobierno y la Iglesia evitan exponer públicamente el asunto para no generar falsas expectativas. Sin embargo, autoridades diplomáticas y eclesiásticas mencionaron el mes pasado, en la sede de la Nunciatura (residencia del delegado papal), que 2018 es el año adecuado para recibir al Santo Padre en Buenos Aires.

 

 

La jerarquía eclesiástica abona la versión de que el Papa "ha vuelto a pensar en viajar a la Argentina", tras el frustrado intento de hacerse presente en junio pasado para el Congreso Eucarístico Nacional y el bicentenario de la Independencia. Sin embargo, subrayan que no hay confirmación oficial ni se realizan gestiones en ese sentido. De todos modos los obispos renuevan periódicamente la invitación en nombre de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), y han designado a Enrique Eguía Seguí, obispo auxiliar de Buenos Aires, como el encargado del operativo en cuanto sea confirmado.

 

 

Tras el encuentro con el Papa, Malcorra se dirigirá a Ginebra, y de allí volará a los Estados Unidos para ultimar con el personal de la embajada en Washington (a cargo de Sergio Pérez Gunella desde la renuncia de Martín Lousteau) los detalles de la visita de trabajo que el presidente Macri hará a Donald Trump el próximo 27 de abril.