Georg Ratzinger: “No había comprendido que había abusos sexuales”

Georg Ratzinger: “No había comprendido que había abusos sexuales”

Fue lo que declaró el hermano de Benedicto XVI cuando se escuchó su testimonio durante la investigación que promovió la diócesis de Regensburg.

«No había comprendido que había abusos de carácter sexual». Esto fue lo que declaró Georg Ratzinger, el hermano del Papa emérito Benedicto XVI, cuando dio su testimonio durante la investigación sobre los abusos contra los pequeños cantores del Duomo de Regensburg desde poco después de la Segunda Guerra Mundial hasta los primeros años de la década de los 90. Fue la misma diócesis, la misma Iglesia católica, la que promovió y financió una investigación independiente que, entre otras cosas, también ofreció la posibilidad para que las víctimas contaran lo ocurrido de manera anónima. El Estado alemán no habría debido ocuparse de crímenes que habían ya caído en prescripción.  

 

El resultado fue un sólido informe de 440 páginas, que fue presentado por el abogado Ulrich Weber y que, como se sabe, sacó a la luz números escalofriantes: 547 niños sufrieron abusos y 67 de ellos sufrieron abusos sexuales. Los nombres de los responsables, algunos de los cuales ya han fallecido, eran bien conocidos. Estos hechos no pueden ser minimizados, ni siquiera si se tiene en cuenta que durante décadas los castigos corporales eran bastante normales en todas las escuelas del país. 

 

Los testimonios de algunas de las víctimas son estremecedores, pues se refieren tanto a “medios de corrección” como a maltratos que lindaban con el sadismo y verdaderos abusos sexuales repetidos, que se habrían verificado en la escuela y en la residencia en donde se alojaban los “pajaritos del Duomo”. Describieron golpizas por parte de los mismos sujetos que abusaban sexualmente de ellos. Por este motivo el abogado Weber hipotizó que los abusadores se excitaban golpeando a los chicos.  

 

¿Cómo y por qué monseñor Georg Ratzinger, que ahora tiene 93 años, tiene que ver en todo esto? El hermano de Benedicto XVI dirigió el coro durante 30 años, de 1964 a 1994. Según se deduce del informe, aunque por cuestiones de privacidad no es tan explícito, los abusos sexuales más graves se habrían verificado durante los años 50, cuando él todavía no había llegado. Durante los treinta años de actividad en el coro, monseñor Georg admitió haber dado alguna bofetada a los chicos y pidió perdòn por ello hace 7 años. Pero nunca fue acusado ni de lejos de haber abusado de ninguna manera de los “pajaritos” del Duomo. Se le involucró porque alguien indicó que había hablado con él sobre todo lo que sucedía en la escuela.  

 

Los nombres no están completos, pero es evidente que cuando en el informe se habla sobre el «sirector del coro R.» se refiere al hermano del Papa emérito. En estas páginas se sostiene que monseñor Georg habría podido impulsar una investigación y haber contribuido para que los culpables fueran identificados y entregados a la justicia hace muchos años. Se afirma (en la página 381 del informe) que Ratzinger estaba «un poco encerrado en su interés por los aspectos musicales» y que cuando se enteró de estos rumores los menospreció. Georg Ratzinger se habría enterado de algunas noticias desde 1969, después en 1978 y finalmente en 1989. En el informe se observa que «no resulta» ninguna petición a personas de renombre con las que Georg estaba en contacto, una alusión a su hermano, arzobispo y cardenal, y al obispo de Regensburg. 

 

En otra de las páginas del informe (380, nota 2495) se confirma que el hermano del Papa emérito ofreció su testimonio. Georg declaró en esa ocasión que se había enterado de abusos como “medios de corrección”, pero no de abusos sexuales: «No había comprendido que había abusos de carácter sexual». Y lo mismo indicó en algunas entrevistas públicamente en 2010. 

 

Algunas víctimas subrayan que Ratzinger «solo se interesaba por la música», pero «otras víctimas refieren claramente que R. fue avisado de los episodios de violencia y critican que no actuó» (p. 378). La palabra «violencia» se puede referir tanto a violencia física como a violencia sexual. El abogado Weber cree que R. interpretó los hechos como «violencia física» y confirma lo que había declarado el hermano del Papa emérito. Pero también hace notar que R., al ser entrevistado, confirmó que «le habían referido cómo tocaba a los chicos el director de la residencia L., incluso después de haberles bajado los pantalones. Sin embargo no comprendió bien que se trataba de violencias sexuales» (p. 380). El abogado considera que «R., en general, no era el contacto preferido (de los chicos, ndr.) para referir las violencias sexuales debido a su carácter» (p. 380), y una víctima afirma que era «impensable» hablar de sexo con él, debido a su carácter puritano (p. 381). 

 

«Habiendo seguido, incluso en calidad de experto, diferentes procesos sobre casos de pederastia –explicó a “La Stampa” el sociólogo Massimo Introvigne–, no me parece sorprendente que, al recordar los hechos ocurridos en algunos casos hace cincuenta años, las víctimas y monseñor Ratzinger tengan recuerdos diferentes. No significa que alguno mienta: no solo la memoria es selectiva y es influida por las emociones, sino lo que (y mucho más en los años 60) un chico podía contar no tenía la precisión de una denuncia en una causa ante un tribunal. Los chicos habrían podido alusiones más o menos precisas, mismas que Georg Ratzinger interpretó como si se refirieran a simples maltratos y no a abusos de naturaleza sexual».

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