Francisco, pacificador de la República Centroafricana

Francisco, pacificador de la República Centroafricana

Un «pacto de no agresión» entre milicias habría garantizado la seguridad durante el reciente viaje; el inestimable trabajo de la Gendarmería vaticana y de la Comunidad de Sant'Egidio

Por ANDREA TORNIELLI (NEXTA) - CIUDAD DEL VATICANO

Un «pacto de no agresión» acordado conjuntamente por los grupos armados de matriz islámica y cristiana en Bangui, la capital de la República Centroafricana, contribuyó a que la reciente visita de Papa Francisco se llevara a cabo sin contratiempos. El documento lleva las firmas de Abdoulaye Hissen, por los ex Seleka musulmanes, y de Taksim Mokom, por los anti Balaka filocristianos. Y fue suscrito en una fecha que quedará impresa en la memoria de Europa: 13 de noviembre de 2015, día de los atentados de París. Pocas horas antes de que el horror de la ideología fundamentalista ensangrentara la capital francesa, en el corazón de África, en un país históricamente vinculado con Francia, dos personalidades influyentes en sus respectivos grupos armados que desde hace tiempo se contienden la República Centroafricana, firmaron una tregua. Gracias al paciente trabajo de intermediación que llevaron a cabo la Gendarmería vaticana y la Comunidad de Sant’Egidio, se comprometieron por escrito a que Francisco pudiera inaugurar con más de una semana de anticipación el Jubileo de la Misericordia sin contratiempos ni amenazas a su seguridad o a la de su séquito o a la de los fieles presentes.

El lunes 30 de noviembre, en la sacristía del estadio de Bangui, en donde Papa Francisco celebró misa ante miles de jóvenes, con la mayor reserva Hessen y Mokom entregaron el «pacto de no agresión» al Sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo Angelo Becciu, que confirmó a «La Stampa» el encuentro y la entrega del documento. Fue una forma para que el documento llegara a Francisco mediante la mediación de uno de sus colaboradores más estrechos.

Papa Francisco en la mezquita del barrio "Km 5" de bangui (Afp)

Como se recordará, debido a los encuentros entre los milicianos y, sobre todo, a la inestabilidad en el barrio musulmán «Km 5», en donde durante semanas continuaron enfrentamientos con diversas víctimas, la etapa centroafricana del viaje del Papa fue considerada de alto riesgo hasta el último momento. El gobierno francés había hecho indicado desde hacía tiempo que no habría garantizado la seguridad del Papa y que no habría usado a sus militares para ello, por lo que había desaconsejado vivamente viajar a Bangui. Se escuchaban alarmas por posibles atentados hasta el momento mismo de la llegada del Papa al país. Pero Francisco quería estar allí, manifestando con su presencia, más que con sus palabras, su cercanía a la población.

Y así, semanas antes del viaje, el comandante de la Gendarmería vaticana Domenico Giani, director de la operación, y Mauro Garofalo, responsable de relaciones internacionales de la Comunidad de Sant’Egidio que se ha ocupado en varias ocasiones de trabajar por la pacificación de la República Centroafricana, pusieron en marcha una negociación en el país. «Junto con el comisario Luca Cintia de la Gendarmería, construimos una ‘task force’ de cuatro o cinco personas y tuvimos varios encuentros en los barrios más peligrosos de Bangui», explicó Garofalo a «La Stampa». «El problema eran tanto el barrio musulmán ‘Km 5’ como algunas partes del recorrido que el Papa habría hecho por la capital, en una zona en la que es significativa la presencia de los anti-Balaka. Tratamos de explicar que Francisco no iba como político, sino como mensajero de paz, y que su visita era una ocasión única para la reconciliación en el país».

Abdoulaye Hissen y Maksim Mokom dijeron que sí, y, a pesar de que los mismos milicianos estén divididos entre sí debido al clima que se vive por las próximas elecciones, aceptaron comprometerse en la tregua y respetarla.

El viaje del Papa incluida la etapa en la mezquita de Bangui, se llevó a cabo sin ningún problema: la acogida fue muy calurosa. La Gendarmería pudo contar con la colaboración de los militares de la Minusca, de los Cascos Azules de la ONU (al comando del general musulmán senegalés Keita Balla) de los hombres de la dirección de la seguridad de las Naciones Unidas que viajaron de Nueva York.

Fuentes locales confirman que, a pesar de las fatigas, el pacto sigue vigente por el momento. La libertad de movimiento para los no musulmanes en el barrio «Km 5» ha mejorado. «Para los milicianos —explicó Garofalo— fue una manera de demostrar su buena voluntad». Ayer, la agencia vaticana Fides retomó las declaraciones de algunos misioneros de Bangui: «La atmósfera que nos ha dejado Papa Francisco está dando nueva dimensión a muchas reacciones, que hasta hace algunos días habrían sido violentas y ahora son más calmadas. La venida del Papa ha vuelto a dar confianza a la gente, y esto permite que se retomen algunas actividades económicas». Con la esperanza de que el hilo sutil de la tregua no se rompa.

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