Francisco: no al insulto, ni siquiera en el coche, porque “mata el futuro”

Francisco: no al insulto, ni siquiera en el coche, porque “mata el futuro”

El Papa en Santa Marta: si atacamos con malas palabras a alguien, se le quita el derecho a la dignidad. Jesús pide siempre reconciliación

¿Cuántas veces en el semáforo se grita contra alguien porque no arranca inmediatamente cuando se pone el verde? ¿Cuántas veces se impreca contra otro que va manejando porque ha hecho una maniobra equivocada o procede con demasiada lentitud? El Papa Francisco se refirió a la gravedad de estas acciones (no solo desde el coche), que a menudo forman parte de la rutina cotidiana. Según el Pontífice, insultar a alguien en cualquier situación significa «matar el futuro». En cambio, hay que comprometerse siempre para llegar a la «amistad» en cualquier contexto. Reconciliarse, como desea Jesús, es la invitación que lanzó durante la homilía de la misa matutina de hoy, 14 de junio de 2018, en la capilla de la Casa Santa Marta, según refirió Vatican News. 

  

El Obispo de Roma indicó que cuando se insulta se empieza a asesinar al otro, al que se le quita el derecho a ser respetable. Se derriba su futuro, dijo Jorge Mario Bergoglio comentando el Evangelio de hoy de Mateo sobre el discurso de Jesús sobre la Justicia, el insulto y la reconciliación. 

«Ponte rápido de acuerdo con tu adversario» para que no te entregue al juez «y el juez a la guardia y tú seas metido en prisión». La invitación de Jesús a los discípulos, comentó el Papa, es «la sabiduría humana: siempre es mejor un mal acuerdo que un buen juicio». Para hacer entender bien su enseñanza sobre la relación de amor, de caridad con nuestros hermanos, el Señor usa «un ejemplo de todos los días». Pero después «va más allá y explica el problema de los insultos». 

  

Son insultos anticuados, los que cita Jesús, sonrió Francisco. «Nosotros tenemos una lista de insultos más floridos, más folclóricos, más coloridos». Y es duro porque al «no matar» de los Mandamientos agrega: «todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal». Decir al hermano «estúpido» o «loco» lleva a la condena. «El insulto no termina en sí mismo, es una puerta que se abre, es comenzar un camino que terminará matando», precisó el Papa. Porque «es el comienzo del matar, es un descalificar al otro, quitarle el derecho de ser respetable y dejarlo de lado, es matarlo en la sociedad». 

  

El Papa se refirió a nosotros, que estamos «acostumbrados a respirar el aire de los insultos». Basta «conducir el automóvil durante la hora de punta. Allí hay un carnaval de insultos. Y la gente es creativa para insultar». Y los pequeños insultos, «que por casualidad se dicen a la hora de punta mientras conducimos el auto, se transforman después en grandes insultos». Y el insulto cancela el derecho de una persona. «No, no lo escuches». «Es la lápida. Esta persona no tiene más derecho a hablar», ha sido cancelada su voz. 

  

El insulto es tan peligroso, explicó el Papa, «porque tantas veces nace de la envidia». Cuando una persona tiene una minusvalía, mental o física, no me amenaza, y no tenemos ganas de insultarla. 

  

«Pero cuando una persona hace algo que no gusta –continuó–, yo la insulto y la hago pasar como “discapacitada”: discapacitada mental, discapacitada social, discapacitada familiar, sin capacidad de integración… Y por esto mata: mata el futuro de una persona, mata el recorrido de una persona. Es la envidia que abre la puerta, porque cuando una persona tiene algo que me amenaza, la envidia me lleva a insultarla. Casi siempre hay envidia allí». 

  

El Libro de la Sabiduría, agregó el Papa, «nos dice que por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo. Es la envidia que lleva a la muerte». Si decimos «yo no tengo envidia de nadie», pensémoslo bien: «aquella envidia está escondida y cuando no está escondida, es fuerte, es capaz de hacerte poner amarillo, verde, como hace el líquido biliar cuando estás enfermo». Gente con el alma amarilla, con el alma verde por la envidia que los lleva al insulto, los lleva a destruir al otro. Pero Jesús detiene este recorrido – subraya finalmente Francisco: «No, esto no se hace», al punto que si vas a rezar, vas a Misa y te das cuenta que uno de tus hermanos tiene algo en contra tuyo, ve a reconciliarte. 

  

Jesús es tan radical. La reconciliación no es una actitud de buenas maneras, no: es una actitud radical, es una actitud que busca respetar la dignidad del otro y también la mía. Del insulto a la reconciliación, de la envidia a la amistad: éste es el camino que nos indica Jesús hoy. 

  

Hoy nos hará bien pensar, concluyó el Papa: «¿Yo cómo insulto? ¿Yo cuándo insulto?». «¿Cuándo separo mi corazón del otro con un insulto? Y ver si allí está aquella raíz amarga de la envidia que me lleva a querer destruir al otro para evitar la competición, la rivalidad, estas cosas. No es fácil esto –reconoció. Pero pensemos: ¡qué hermoso no insultar jamás! Es bello, porque así dejamos crecer a los demás». 

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