Desde su elección como líder de 1200 millones de católicos, los meses han pasado y  Francisco ratifica día a día su liderazgo e influencia tanto dentro como fuera de la Iglesia con gestos y palabras que trascienden la simple comprensión de cada uno de nosotros. Somos simples mortales y él, un Papa jesuita.  

Fieles al estilo argentino, si antes del 2013 pocos sabían quien era `Georgium Marium Bergoglio´, hoy tiene mas amigos que Roberto Carlos y muchos de ellos ahora se han convertido en sorpresivos exégetas de la obra y pensamiento de quien fuera un ¿ninguneado? obispo argentino. 

Lo que pasa hoy en Argentina con las críticas a la figura del Papa me recuerda a una conversación que tuve con él siendo cardenal en momentos que las acusaciones cruzadas de distintos sectores llovían sobre su persona. “La izquierda me tilda de ser de derecha; la derecha me dice que soy de izquierda. Y yo sólo trato de caminar por el centro” me dijo casi como una definición de lo que significa ser Pontífice, el que tiende puentes. 

Margarita Barrientos. Hebe de Bonafini. Mauricio Macri o Cristina Kirchner. Milagro Sala o Guillermo Moreno (y la lista es larga…). ¿Qué tienen en común estas personas? Las acusaciones cruzadas de distintos sectores sobre su persona. Y a pesar de las críticas, y teniendo una infinidad de cuestiones mas urgentes que atender, se preocupa por llamar o escribir correos para “darnos explicaciones” acerca del porqué de sus gestos. Insólito. 

Por eso creo que Francisco está equivocado. No nos debe explicaciones.