Francisco y los encuentros con las víctimas de abusos

Francisco y los encuentros con las víctimas de abusos

En vista de la reunión de febrero sobre la protección de los menores, el Comité Organizador espera que los obispos se reúnan con las víctimas de abusos en sus propios contextos. Un ejemplo fuerte en este sentido fue dado por el Papa Francisco y Benedicto XVI

 

"Es necesario escuchar lo que siente un abusado o una abusada". El Papa Francisco lo enfatiza con fuerza en su diálogo con la comunidad jesuita chilena, con la que se reunió el martes 16 de enero de 2018 en el Centro Hurtado de Santiago. Un compromiso que, siguiendo los pasos de su predecesor Benedicto XVI, que se encontró con grupos de víctimas de abusos en Estados Unidos, Gran Bretaña, Malta, Australia, Alemania, asume en primera persona desde el comienzo de su pontificado. El 7 de julio de 2014, Francisco celebra la Misa matutina en Casa Santa Marta con algunas víctimas de abuso por parte de miembros del clero. Al comienzo de la homilía, el Papa pidió "la gracia de que la Iglesia llore y repare por sus hijos e hijas que han traicionado su misión, que han abusado de personas inocentes".

El encuentro con las víctimas en los Estados Unidos

El domingo 27 de septiembre de 2015, en Filadelfia, Francisco se reúne con un grupo de víctimas de abusos por parte de miembros del clero estadounidense. "Las víctimas de abusos -afirma poco después hablando a los obispos de todo el mundo reunidos con ocasión del VIII Encuentro Mundial de las Familias- se han convertido en verdaderos heraldos de la esperanza y ministros de la misericordia; humildemente debemos a cada uno de ellos y a sus familias nuestra gratitud por su inmenso valor en hacer resplandecer la luz de Cristo sobre el mal de los abusos sexuales de menores". Como con Benedicto XVI, las reuniones siempre tienen lugar de forma estrictamente privada para respetar el dolor y preservar la privacidad de las víctimas.

El prefacio del libro de Daniel Pittet

Francisco escribe también el prefacio del libro "Lo perdono, Padre" del bibliotecario suizo Daniel Pittet (publicado en 2017), que de chico fue víctima de abusos por parte de un religioso durante cuatro años. Una vez más, el Papa subraya la importancia de encontrarse con los sobrevivientes de los abusos. "Agradezco a Daniel -se lee en el prefacio- porque los testimonios como el suyo derriban el muro de silencio que sofocaba los escándalos y los sufrimientos, iluminan una terrible zona de sombra en la vida de la Iglesia. Abren el camino a la reparación justa y a la gracia de la reconciliación".

Junto con las víctimas de abusos en Chile

El 16 de enero de 2018, en la nunciatura de Santiago de Chile, Francisco se encontró con un grupo de víctimas de abusos, rezó y lloró con ellos. Tres meses después, el 27 de abril de 2018, recibió en Casa Santa Marta a otro grupo de víctimas de abusos cometidos en Chile. "La voluntad del Pontífice - informa una nota de la Oficina de Prensa del Vaticano- es dejar que los huéspedes hablen  todo el tiempo que sea necesario, para que no haya horarios ni contenidos fijos". Esta reunión será seguida por otra siempre con víctimas chilenas del 1 al 3 de junio de 2018. Luego, en Dublín, el 25 de agosto, se reunió con un grupo de víctimas de abusos cometidos por miembros del clero irlandés. "Creo -dice el Papa en la conferencia de prensa del vuelo de regreso a Roma- que era necesario escuchar a esas ocho personas; y de este encuentro salió la propuesta -que yo hice, y ellos la aceptaron y me ayudaron a realizarla- de pedir perdón hoy en la Misa".

En Casa Santa Marta escuchando el dolor de las víctimas

Además de estas ocasiones conocidas, están también las reuniones con las víctimas de las que nadie tiene conocimiento. "Los viernes, a veces se sabe y a veces no -dice el mismo Papa en el mencionado diálogo con los jesuitas chilenos-, suelo encontrarme con algunos de ellos".  Una experiencia cuyo eco podemos escuchar en la "Carta al Pueblo de Dios" (20 de agosto de 2018) donde Francisco afirma que "el dolor de estas víctimas es un lamento que sube al cielo, que toca el alma y que durante mucho tiempo ha sido ignorado, escondido o silenciado", un "grito que el Señor ha escuchado mostrándonos, una vez más, de qué lado quiere estar".

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