Francisco a los empleados vaticanos: «pido perdón por los escándalos»

Francisco a los empleados vaticanos: «pido perdón por los escándalos»

Después de las felicitaciones a cardenales y obispos, el encuentro con los empleados laicos y sus familias. El Papa pidió perdón porque tiene un poco de gripe y habló sentado. Pidió también que se rece «por las personas involucradas» en los escándalos, «para que que se equivocó se arrepienta y pueda encontrar la vía correcta». La invitación a cuidar el matrimonio y a los hijos, cultivando las relaciones de pareja

Por ANDREA TORNIELLI - CIUDAD DEL VATICANO

Francisco pidió perdón a los empleados laicos del Vaticano por los escándalos que han sucedido, pidió que rezaran por las personas involucradas e invitó a cultivar las relaciones de pareja. Después de las felicitaciones a los cardenales y obispos de la Curia romana, el Papa se reunió con los empleados de la Santa Sede en el Aula Pablo VI. Al comenzar, dijo que no se sentía muy bien, porque tiene un poco de gripe, y pidió perdón porque iba a hablar sentado.

«Deseo agradecerles por su trabajo, por el compromiso que ponen para hacer las cosas bien, siempre, también cuando no hay ningún reconocimiento. Tantas veces uno hace algo bien y no es reconocido -indicó el Papa. Quisiera agradecer en modo particular a quienes entre ustedes desde hace muchos años hacen el mismo tipo de trabajo, un trabajo a menudo escondido, y buscan hacer las cosas como se debe. Sabemos que esto es normal, es simplemente hacer el propio deber; pero sabemos también que para nosotros seres humanos no es fácil, no somos máquinas -¡gracias a Dios!- y a veces necesitamos un incentivo, o cambiar un poco. Los felicito a ustedes que sienten un justo orgullo por hacer bien las cosas normales de cada día». 

Y, «mientras les agradezco -continuó-, quiero también pedirles perdón por los escándalos que ha habido en el Vaticano. Pero quisiera que mi y su actitud, especialmente en estos días, sea sobre todo aquella de rezar, rezar por las personas involucradas en estos escándalos, para que quien se ha equivocado se arrepienta y pueda reencontrar el justo camino».

 

Para concluir, la invitación «más importante»: « les animo a cuidar su matrimonio y a sus hijos. Cuidar, no descuidar. Jugar con los niños, con los hijos. El matrimonio es como una planta. No es como un armario, que se mete allí, en la habitación, y basta espolvorearlo de vez en cuando. Una planta está viva, se cuida cada día: se ve cómo está, se le pone agua,  y así. El matrimonio es una realidad viva: la vida de pareja nunca debe darse por sentada en ninguna fase del camino de una familia. Recordemos que el don más valioso para los hijos no son las cosas, sino el amor de los padres. Y no me refiero sólo al amor de los padres hacia los hijos, sino al amor de los padres entre ellos, es decir, la relación conyugal. Esto hace tanto bien a ustedes y ¡también a sus hijos! ¡No descuidar a la familia!».

 

«El Jubileo debe ser vivido vivido también en la iglesia doméstica -concluyó el Papa-, ¡no sólo en los grandes eventos! Más bien, el Señor ama a quien practica la misericordia en las circunstancias ordinarias. Esto quiero desearles: experimental la alegría de la misericordia, comenzando por su familia».

Y, a propósito de los abuelos, Francisco, improvisando, contó el ejemplo de una mujer cuya madre que vivía en la casa con ella ya no estaba muy bien de salud. «Le aconsejaron que la llevara a un asilo. Ella respondió: '¡Noooo. Yo quiero que mi hija crezca al lado de su abuela!'».

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