Francisco: el buen ladrón, condenado a muerte y modelo para nosotros

Francisco: el buen ladrón, condenado a muerte y modelo para nosotros

Nuevo llamado por Alepo durante la Audiencia general: los responsables de los bombardeos rendirán cuentas ante Dios.

IACOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO

 

La Iglesia «no es solo para los buenos o para los que parecen buenos o se creen buenos; la Iglesia es para todos, y también, preferiblemente, para los malos, porque la Iglesia “es” misericordia». Lo dijo Papa Francisco durante la Audiencia general de este miércoles, que se concentró sobre la figura del buen ladrón que, encomendándose a Jesús, al final «se robó el cielo», y por esto es un «condenado a muerte» que nos sirve a nosotros «como modelo». Llamado de Francisco por Alepo: «Los responsables de los bombardeos rendirán cuentas frente a Dios».

«Las palabras de Jesús en la cruz encuentran su culmen en el perdón», explicó Francisco al reflexionar sobre el pasaje del evangelista Lucas que narra las últimas horas de Jesús, antes de la muerte, entre los dos criminales crucificados a su lado. El primero «insulta» a Jesús, «como lo insultaba toda la gente, ahí, como hacen los jefes del pueblo», todos incapaces de comprender por qué «el Mesías, el enviado de Dios» «no hace nada para salvarse» y permanece en la cruz. «Y todos nosotros sabemos —continuó el Papa— que no es fácil quedarse en la cruz, en nuestras pequeñas cruces de cada día: no es fácil. Él en esta gran cruz, en este gran sufrimiento, se quedó ahí y nos salvó, ahí nos mostró su omnipotencia y ahí nos perdonó», y estamos todos llamados: «buenos y malos». La Iglesia no es solo para los buenos, o para los que parecen buenos o se creen buenos; la Iglesia es para todos, y también, preferiblemente, para los malos, porque la Iglesia “es” misericordia».

Después, Francisco añadió: «A los que están clavados a una cama de hospital, a los que viven encerrados en una cárcel, a todos los que están atrapados por las guerras, yo les digo: vean al Crucificado; Dios está con ustedes, permanece con ustedes en la cruz y se ofrece a todos como Salvador. Él nos acompaña, a todos nosotros, a ustedes, que sufren tanto, crucificado por ustedes, por nosotros, por todos. Dejen que la fuerza del Evangelio penetre en su corazón y los consuele, les dé esperanza y la íntima certeza de que nadie está excluido de su perdón».

Después, está el llamado «buen ladrón», «sus palabras son un modelo maravilloso de arrepentimiento, una catequesis concentrada para aprender a pedir perdón a Jesús»: «Jesús está ahí en la cruz para estar con los culpables: mediante esta cercanía, Él les ofrece la salvación. Lo que es escándalo para los jefes y para el primer ladrón, para aquellos que estaban ahí y se burlaban de Jesús, este, en cambio, es el fundamento de su fe. Y así, el buen ladrón se convierte en testimonio de la Gracia; sucede lo impensable: Dios me ha amado a tal punto que murió sobre la cruz por mí. La fe misma de este hombre es fruto de la gracia de Cristo: sus ojos contemplan en el Crucificado el amor de Dios por él, pobre pecador.«Es cierto, era ladrón, era un ladrón: es cierto. Había robado toda la vida. Pero al final, arrepentido de lo que había hecho, viendo tan bueno y misericordioso a Jesús, logró robarse el cielo: ¡este es un buen ladrón!». Y él, concluyó el Papa, llamó por nombre a Jesús: «es una oración breve, y todos nosotros podemos hacerla muchas veces durante el día: “Jesús”. “Jesús”, simplemente. ¡Hagámoslo todos juntos tres veces! Adelante: “Jesús, Jesús, Jesús”. Y así, háganla durante el día».

Al final de la catequesis, el Papa pronunció un llamado por «la amada y martirizada Siria». «Me siguen llegando noticias dramáticas sobre la suerte de ls poblaciones de Alepo, a las cuales me siento unido en el sufrimiento, mediante la oración y la cercanía espiritual. Expresando profundo dolor y viva preocupación por lo que sucede en esta ya martirizada ciudad, en la que mueren niños enfermos, jóvenes enfermos, viejos, todos… renuevo el llamado a comprometerse con todas las fuerzas en la protección de los civiles, como obligación imperativa y urgente. Y llamo a las conciencias de los responsables de los bombardeos —añadió—, que tendrán que rendir cuentas frente a Dios».

En el momento de los saludos Papa Francisco pidió que los mexicanos que estaban presentes en la Plaza San Pedro cantaran a la Guadalupana «por los sufrimientos de este pueblo». Se refería principalmente al asesinato de tres sacerdotes en la última semana.

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