Francisco asumió como obispo de Roma y pidió tener “paciencia”

Francisco asumió como obispo de Roma y pidió tener “paciencia”
Por Julio Algañaraz

Es el título del cual deriva su condición de Papa. Y con el cual prefiere presentarse, en otra muestra de humildad.

Francisco, el Papa argentino de 76 años, tomó posesión ayer de la cátedra de obispo de Roma, que es el título del cual deriva su condición de Papa Pastor de la Iglesia Universal, en la catedral de la Urbe, la basílica de San Juan de Letrán, que fue sede única de los pontífices durante diez siglos. Al mediodía, una multitud sin precedentes de cien mil personas en los rezos dominicales, que ovacionó al nuevo Papa en la plaza de San Pedro.

Francisco entró al atardecer en la catedral romana llevando sobre el pecho la cruz pectoral de Juan Pablo II y que antes había pertenecido a Pablo VI. Antes había recorrido en un jeep blanco la gran plaza frente a la basílica para saludar a los miles de fieles congregados. El Papa también presidió una breve ceremonia en la cual el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, inauguró la plaza beato Juan Pablo II.

En la basílica plena de fieles, de cardenales, obispos y miembros del clero romano, además de muchos diplomáticos, se celebró un antiguo rito, que comenzó cuando el obispo de Roma besó el crucifijo y después se dirigió en procesión hasta la cátedra. Jorge Bergoglio se mantuvo unos momentos de pie y después se sentó, recibiendo un prolongado e intenso aplauso. Dieciséis personas lo acogieron en nombre de la Iglesia de Roma e hicieron acto de obediencia. Con eclesiásticos, religiosos y monjas, le rindieron homenaje también dos jóvenes y una familia con cuatro chicos. Tanto al entrar como al salir por la nave central de la basílica, el pontífice argentino se detuvo a saludar a los fieles que lo vivaban emocionados.

Durante la misa concelebrada, Francisco leyó una homilía en la que reiteró sus temas favoritos sobre la misericordia de Dios, el amor, la ternura y el sacrificio de Cristo. “Dios tiene siempre paciencia, no es impaciente como nosotros, que esperamos todo enseguida, incluso con las personas”, dijo el Papa, que fue elegido el 13 de marzo. Francisco recordó que Jesús respondió con paciencia a la incredulidad de Tomás que “no creía si no veía y tocaba”. “Esperó una semana sin abandonar al terco Tomás en su incredulidad”. También destacó que “Pedro renegó tres veces de Jesús cuando más tenía que estar cerca de él”. “Y cuando tocó fondo, le dijo: Pedro no tengas miedo de tu debilidad, confía en mí. Y Pedro comprende, siente la mira de amor de Jesús y llora”. “Quien ama comprende”, agregó. “Para Dios no somos números, somos importantes, lo más importante que tiene aunque seamos pecadores”.

Francisco recordó que “en mi vida personal he visto tantas veces el rostro misericordioso de Dios, su paciencia. La paciencia de Dios debe encontrar en nosotros el coraje de volver a él”. Al mediodía, desde la ventana de su estudio del Palacio Apostólico, frente al espectáculo impresionante de una entusiasta multitud de cien mil fieles, entre ellos se veían decenas de banderas argentinas, Francisco dijo que la paz de Cristo “es el fruto de la victoria del amor de Dios sobre el mal, es el fruto del perdón”.

En la basílica de San Juan de Letrán, el obispo de Roma dijo: “Es un amor tan grande, tan profundo el que Dios nos tiene. Un amor que no decae, que siempre aferra nuestra mano y nos sostiene, nos levanta, nos guía”. Francisco es el 265mo. sucesor de San Pedro, considerado el primer obispo de Roma como jefe de la comunidad cristiana en la capital del Imperio. También las prédicas del apóstol Paolo de Tarso conmovieron a la Roma de entonces, hasta que ambos fueron martirizados entre los años 64 y 67. Pedro fue el fundamento de la Iglesia romana y de allí el primado universal sobre todas las Iglesias particulares.

El Papa llegó hasta la basílica de San Juan de Letrán a bordo de un automóvil del Vaticano. Pero durante siglos, la toma de posesión de la diócesis de Roma por parte del nuevo obispo era precedida por la “cabalgata del Papa”, una tradición que se conservó hasta el siglo XVIII.

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