Franciscanos, de la bancarrota a la reunificación

Franciscanos, de la bancarrota a la reunificación

Tras sobrevivir a una estafa millonaria, cuantiosas deudas y una profunda crisis administrativa, la obra de san Francisco parece decidida a superar cinco siglos de división. ¿Cómo? Responde Michael Perry, superior de la Orden de los Frailes Menores

Por 

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ

Cuando quedó en bancarrota, apenas hace tres años, nadie podía creerlo. Por una estafa millonaria, la Orden de los Frailes Menores afrontó la peor crisis en sus ocho siglos de historia. De un día a otro su superior, Michael Perry, debió afrontar infinitas deudas con apenas cinco mil euros en caja. Hoy recuerda con realismo ese duro momento. Reconoce que faltó vigilancia y anuncia la conclusión de la primera auditoria externa profesional a la obra fundada por San Francisco de Asís en 1209. Pero mira al futuro, con un proceso inédito y cambios históricos en vista. 

 

Un verdadero “tsunami”. No duda el ministro general a la hora de calificar la crisis económica de la cual la OFM aún se está recomponiendo. Pero, tras meses de incertidumbre y zozobra, la tranquilidad volvió a reinar en la curia generalicia ubicada en la Via Santa Maria Mediatrice de Roma, a pocos metros del Vaticano. Perry reconoció que la crisis tuvo responsables internos y externos, con funestas consecuencias. 

 

“Hubo un responsable dentro de la orden y un responsable fuera. Con una gran expresión de solidaridad de las diversas provincias, fundaciones, custodias y frailes individuales pudimos disminuir las deudas. Tuvimos que reorganizar toda la economía, aquí en la Curia general y en las casas dependientes, reduciendo en un 27 por ciento nuestro presupuesto. Ahora vivimos bien pero vivimos con menos y vivimos mejor”, reconoció en entrevista con el Vatican Insider. 

 

A decir verdad, se trató de la “tormenta perfecta”: Una inversión que debía ofrecer dividendos millonarios que nunca llegaron, deudas contraídas por otros millones, refacciones necesarias y urgentes a diversos edificios y un nulo flujo de caja. Los hermanos tuvieron que afrontar la crisis con generosidad y onerosos préstamos. El mismo Perry pidió ayuda en una desesperada carta. 

 

“Fue una estafa, no lo esperábamos. La persona involucrada murió, algunos dicen que se suicidó otros opinan distinto, se trata de un señor italiano que nos puso en dificultad. En todo caso, nosotros debíamos haber tenido una más grande vigilancia sobre el uso del dinero de parte de algunos frailes y de toda la orden. Este es un deber, una responsabilidad que tenemos. No es casualidad que san Francisco siempre tuvo miedo del dinero y la capacidad que tiene de corromper a las personas”, agregó. 

 

Los superiores aprendieron la lección. Aprovecharon las turbulencias como una oportunidad y restructuraron toda la economía de la orden. Finalmente se convencieron que sólo la buena voluntad de algunos frailes no basta. Crearon varias comisiones y contrataron profesionales laicos. Por primera vez en la historia, las finanzas se sometieron a una auditoría externa conducida por la compañía PriceWaterhouseCoopers. ¿El objetivo? Tener una idea muy precisa de cuál es la situación de la orden y qué elementos del sistema administrativo deben corregir. 

 

Pero los problemas no acabaron con el espíritu de Francisco. Mientras la crisis avanzaba, otras oportunidades se abrieron. Una de ellas corresponde a la ambicionada unidad de la familia franciscana. Un proceso difícil, tras 500 años de separación. Y es que este año se cumplen cinco siglos de la bula “Ite Vos” (del Papa León X) con la cual se plasmó la primera separación de la OFM, dando vida a los “conventuales”. 

 

Años después se crearon los “capuchinos” y la Tercera Orden de San Francisco. Por décadas imperó la división, los debates y las recriminaciones. Pero ese tiempo parece estar pronto a acabarse, gracias a un “proceso de comunión” puesto en marcha por los superiores de las cuatro ramas.  

 

En abril pasado, ellos fueron recibidos, juntos, en audiencia privada por Francisco. Le informaron de todas las iniciativas encaminadas a la unidad que se han puesto en marcha en los últimos años. Y pusieron sobre el escritorio del pontífice una sugestiva petición: la posibilidad de admitir de nuevo a los hermanos legos (laicos, no ordenados sacerdotes) en puestos de gobierno dentro de cada orden.  

 

Desde 1239 sólo los ordenados sacerdotes pueden ostentar los cargos de provincial, vicario provincial, vicario general y ministro general. Pero antes no era así. De hecho, el mismo San Francisco no fue sacerdote. Con el pasar de los años la Iglesia reafirmó esta práctica, declarando que los laicos no pueden ejercer autoridad sobre los clérigos.  

 

“El Papa se mostró abierto, está de acuerdo con la idea, el problema ahora es encontrar los modos para llegar a una decisión sin tocar el derecho canónico. Tal vez se llegue a conceder una exención que nos permita llevar adelante este deseo que tenemos. La Iglesia está afrontando el problema del clericalismo. Esta experiencia puede valer no sólo para nosotros, también para toda la Iglesia”, añadió Perry. 

 

Esta es sólo una de varias consecuencias del “proceso de comunión”. Un camino que avanza rápido y con importantes resultados concretos. Entre otras cosas, los cuatro ministros generales se reúnen tres o cuatro veces al año para dialogar y reforzar su identidad. En octubre próximo todos los definidores generales se darán cita en Ravena para una semana de oración y reflexión. 

 

Han ido más allá, creando comunidades “interobendienciales” donde conviven frailes menores y conventuales. Además, avanzan en la unificación de las casas de estudio franciscanas en Roma: la Pontificia Universidad Antoniana (del OFM), el Seráfico (conventuales) y el Instituto de Espiritualidad Franciscana (capuchinos). El proyecto de crear una gran universidad franciscana será sometido a la Congregación para la Educación Católica del Vaticano antes de la Pascua de 2018.  

 

Asimismo, desde 2015 se inició un proceso de “relectura de la historia”, para curar heridas y resolver malos entendidos. El año pasado se realizó una ceremonia en Asís donde cada uno pidió formalmente perdón al otro. Y aunque las insidias no faltan, lo avanzado ya puede considerarse histórico. 

 

“Hay una pequeña confusión entre identidad y diversidad. Las tres órdenes tenemos la misma regla, esa es una ventaja pero también un desafío. Otra cosa es la diversidad de expresión. El problema de la diversidad se vive en toda la Iglesia. No es honesto que presentemos aspectos de la diversidad como si fuesen de la identidad, son particularidades históricas y culturales que se pueden superar. La diversidad no puede ser un motivo para decir que no podemos hacer la unificación, es una excusa”, explicó Michael Perry. 

 

“El proceso que estamos encarando parte de los encuentros concretos, para superar los prejuicios y hacer una lectura honesta de la historia. Podemos construir algo sobre lo esencial, no sobre la superficialidad. Estamos todavía en un proceso de comunión, que no implica aún la reunificación. Aunque el motivo de fondo no es la disminución numérica, es un elemento de peso, porque todas las órdenes sufrimos un decrecimiento y un envejecimiento en nuestros miembros”, apuntó. 

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