“Federico, nos vemos a la vuelta”

“Federico, nos vemos a la vuelta”

Por Federico Wals (*)

Así me respondió la noche del lunes 25 de febrero del 2013 cuando a horas de su viaje a Roma y luego de una larga charla le pregunté: “Padre, ¿esta seguro que va a volver?”. Dieciséis días después, mi vida cambiaría para siempre. 

Pasaron cuatro años y como en cada aniversario, los recuerdos sobre lo que hice ese día vuelven como si fuera ayer. Ante mi provocativa pregunta, el padre se echó a reír simplemente repitiendo “Nos vemos a la vuelta” pero en el fondo tuve esa sensación que esa charla había sido la última con el padre Jorge porque él no volvería. 

Tras el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI y antes del inicio del cónclave en el Vaticano, alrededor del mundo se dispararon las conjeturas e hipótesis sobre el rumbo que tomaría la Iglesia en adelante y cual sería el perfil que debía tener su nueva cabeza; a pesar de los insignes esfuerzos del papa Benedicto, la institución atravesaba una crisis profunda que boicoteaba su propio funcionamiento. Hoy a la distancia creo que el hecho de que el padre hubiera cambiado dos veces la fecha de su vuelo, anticipando su partida para el martes 26 de febrero, no fue casual.

 

Muchas son las anécdotas y recuerdos que podría compartir. Por ejemplo, que antes de partir había dejado escrita la homilía de la Misa Crismal. Después de ser elegido, un día llamó pidiendo el texto. Le dijimos: “Pero Santidad, esa homilía la preparó para Buenos Aires!” y él muy risueño nos retrucó: “La escribí yo y la quieren usar ustedes??”. O cuando los días siguientes a su elección llamó varias veces al Arzobispado para pedir que se avisara a las personas con las que había acordado audiencias que no podría asistir… o para cancelar la suscripción al diario… y así varias mas a lo largo del año. Siempre estuvo presente.

 

Mas allá de estas pinceladas que muestran el rostro humano detrás del Papa, pienso que en estos cuatro años al frente de la Iglesia nos mostró un pontificado de cercanía con los que necesitan sentir el amor y la misericordia de Dios. Claramente le dolía la indiferencia ante el dolor del otro, del próximo, del prójimo. Siempre me conmovió la extraordinaria capacidad que tuvo y tiene para ponerse en el lugar del aquel que quedó a la vera del camino… Me acuerdo que solía definirlos como aquellos a quienes la sociedad tiraba en un “volquete existencial” porque ya no le “servían” mas.

 

Y ahí estaba él, callado, acompañándolos de diversas maneras. A los pobres, ancianos, víctimas de trata y tráfico, adictos, madres solteras, cartoneros... se les unía en el dolor haciéndolo propio y les pedía que no se dejaran robar la esperanza ni que se olvidaran de Jesús que estaba a su lado.

 

Aunque nadie está preparado para que su 'jefe' se convierta en Papa, existía cierta intuición entre quienes lo conocíamos y que a la vez “escuchábamos” el modelo de Iglesia que los católicos alrededor del mundo pedían. Desde esta lógica, Bergoglio era candidato: su sencillez, su humildad, su calidez humana y su evangélica visión de la Iglesia como una familia que recibe con los brazos abiertos, marcaron y marcan su pontificado. Por eso, para quienes compartimos con él parte de su camino, Francisco es un padre cercano, el de siempre, pero de un modo nuevo.

(*) Director de Caminos Religiosos

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