El fantasma de Angelici, sushi de Massa para macristas y reapareció la lancha de Scioli

El fantasma de Angelici, sushi de Massa para macristas y reapareció la lancha de Scioli

La renovación de la Magistratura pone en alerta a Carrió. Los referentes políticos del Gobierno, en contacto con el Frente Renovador. Y el salvataje del ex gobernador.

 

Ahora o nunca: tumultos sin fin en la semana que cierra el año político

Los artificios de la política mandan que ésta sea la última semana del año. Cierra el Presupuesto con previsible algarada en el Senado, y el viernes se renueva el Consejo de la Magistratura, órgano que tiene más poder sobre la Justicia que la Suprema Corte. El Gobierno renuncia a convocar a sesiones extraordinarias. Es un lujo que puede darse quien manda, para que el Congreso debata lo que él quiere. La convocatoria para el miércoles remata con el proyecto de autorización a Mauricio Macri a viajar a donde quiera en 2019. Es el moño que le pone final al año político. Se dice fácil, pero esconde otras consecuencias.

Si queda algo de combustible, entrará este miércoles la reforma del financiamiento de campañas –una necesidad de Estado, o sea de todos– que hasta podría provocar una sesión más, acordadísima, el 21 de noviembre. Pero el Congreso cierra a fin de mes y quedará sin tratamiento el pedido de desafuero de Cristina de Kirchner, por el procesamiento por el acuerdo con Irán. El plazo final para tratarlo, si se estiran con generosidad los tiempos, viene a caer en enero de 2019. No está en ningún menú, y para esa fecha todos estarán de vacaciones. El pedido caerá por consunción, como cayó una de las condenas a Carlos Menem.

Rarezas macristas: los que mandan y amenazan con irse

Como falta menos de un año para las elecciones, los movimientos de cada actor se explican no por sus motivos o ideología sino por sus tácticas para enfrentar el futuro. Eso explica las evoluciones de los legisladores que terminan su mandato el año que viene. Algunos volverán, otros no, otros quieren, otros no pueden. En el oficialismo el desafío es colorido porque no sólo terminan mandato los gobernantes de los tres grandes cargos (presidente, gobernadores de la CABA y Buenos Aires). También cierran ciclo los principales coroneles del Congreso: Emilio Monzó, presidente de la cámara y que no quiere ser candidato para renovar. Se sueña, si gana Cambiemos, como embajador en la Madre Patria. ¿Cambiaría ese cuasi-retiro por algo? No lo dice, pero si encabezase la lista de diputados nacionales por Buenos Aires, podría replantear su destino. En 2015 fue uno de los constructores del éxito de Cambiemos, pero le pagaron mal. Lo pusieron tercero en una lista que encabezaba Fernando Niembro –renunciante en un asesinato de imagen– y Silvia Lospennato. Esta vez, aunque no le den juego en el armado estratégico, si va primero en la nómina, vale la pena.

También remolonean los dos jefes de los bloques PRO y UCR. Nicolás Massot tampoco quiere reelegir, como Mario Negri, que juega todo a ser candidato a gobernador de Córdoba. Es el fiel de la balanza para entender la estrategia del Gobierno: si Macri confía en el factor Córdoba para reelegir, canjeará apoyos con Juan Schiaretti. Éste, como la mayoría de los gobernadores peronistas en 1999, resguardará su reelección con una elección separada. Cambiemos tiene un enredo local por las candidaturas, que solucionaría una lista local negociada. Eso enfrenta a Negri, el más competitivo de los postulantes –tiene encuestas con 5 puntos debajo de Schiaretti, pero encima de Ramón Mestre, que está 14 abajo–. Estos movimientos de radicales están en pausa hasta que Cambiemos acuñe una estrategia nacional, a la que se ajustarán las decisiones en los distritos.

La UCR está hoy desconcentrada, mientras que el PRO ya está en modo campaña. Los radicales buscarán que esta vez, a diferencia de 2015, les respeten posiciones en listas legislativas. En aquel año el partido resignó diputados en varias provincias que se llevó el PRO, a cambio de que los apoyasen en gobernaciones en las que eran ganadores o postulantes con chance. Ocurrió en Mendoza, Catamarca, Chubut, Jujuy y otros distritos. El radicalismo depende mucho de su fuerza parlamentaria en el nuevo ciclo, después del cual cree que estará en condiciones de postular a un candidato a presidente, que no tiene ahora. En la lista de quienes terminan están anotados también Federico Pinedo (preside el Senado con muñeca macrista), Pablo Tonelli, discreto operador en el área judicial, con un radio de competencia más amplio que cualquier otro intrigante que tiene el gobierno en ese terreno.

Batalla final por el Consejo que controla a los jueces

En el oficialismo estos entuertos se guardan con sigilo. El martes el bloque de la UCR sesionó largamente para discutir quién representará al partido en el Consejo de la Magistratura. La mayoría señaló la continuidad de Negri, pero el cordobés Diego Mestre, hermano de Ramón, intendente de la capital de Córdoba, que le pelea la candidatura a gobernador a Negri, planteó sus pretensiones. No se llegó a votar, pero después de 25 oradores, quedó ratificado Negri. Mestre reclamó ser el suplente, pero tampoco lo logró. Esa suplencia quedó a discutir esta semana entre radicales. Monzó, como presidente de la Cámara, ya recibió la nota en la cual los interbloques proponen como representantes a Negri y a Tonelli. El suplente de éste lo pondrá la Coalición Cívica, y será Juan Manuel López.

En el Senado, Pichetto promete cerrar una alianza con los senadores de Santiago del Estero para sumar número a su bancada y sacarle la mayoría a Cambiemos, para mantener los dos representantes, Juan Manuel Urtubey y Mario Pais. A Gerardo Zamora le paga con el compromiso que cerró en la Casa de Gobierno, para que designen como juez a Sebastian Argibay, candidato a quien rechazan los radicales de esa cámara. Más importante que eso, logró inmovilizar a dos senadores clave en cualquier martingala, Juan Carlos Romero y Lole Reutemann.

Estos dos rechazaron los llamados del Gobierno para sostener la mayoría de Cambiemos, y a Pichetto le prometieron que no se van a mover de donde están. Con eso basta para favorecer la diferencia que necesita el peronismo. La silla que deja vacante Angel Rozas es disputada hoy por dos damas, Silvia del Rosario Giacoppo, de Jujuy, y Olga Inés Brizuela, de La Rioja. Callado, mira todo Luis Naidenoff, el hombre al que el partido le confiará la silla de Rozas, otro que duda si ser candidato o no a renovar la banca el año que viene. Si la bancada de Cambiemos logra mantener la mayoría, deberá proveer otro cargo.

El fantasma de Angelici

Parecen minucias, pero Dios entra entre los pucheros, dijo Santa Teresa, y la política es arte de cacharros y fogones. Todo esto se precipita en las horas que van del lunes al viernes, fecha de cese de la integración del actual Consejo de la Magistratura. Allí ya se despachan sucesiones indivisas, como la del saliente Miguel Piedecasas, que presidió el cuerpo con faenas que el oficialismo ha querido premiar. Él hubiera querido que lo nombrasen en la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires. Pero no llegaron. El jueves pasado hubo una moción para crearle una secretaría, o asesoría especial en el propio Consejo, que recompense los servicios prestados en un período que le ha cambiado el rostro a la Justicia: auditó todos los juzgados y tiene en trámite de concurso o convocados para todas las vacantes de la justicia federal. Parecía imposible. Por eso la pulseada por cada silla del Consejo que se despacha esta semana, es una guerra mayor de la justicia.

Le pone morbo, además, el avance del sector Angelici en la nueva integración por el oficialismo. Elisa Carrió tiene la lupa puesta en nuevos integrantes con terminal en el presidente de Boca, como el representante del Gobierno, Juan Bautista Mahiques, el de los abogados del interior Carlos Maria Matterson –abogado de Angelici– que dividirá su mandato con la marplatense Marina Sánchez Herrero, el representante de los abogados de la Capital Juan Pablo Mas Vélez, o el de los académicos Diego Molea. Este Consejo es el que acompañará la transición de 2019, vaya adonde vaya. La organización vence al tiempo, imagina el presidente de Boca. Esta vigilancia de Carrió puede redundar en que el oficialismo le dé a la Coalición también al suplente de Negri.

Sushi sin Photoshop para cúpula oficial en el bunker de Massa

El envión acuerdista que llevó el jueves a Miguel Pichetto a la casa de Gobierno en misión parlamentaria ante Rogelio Frigerio, movilizó otros recursos, como los de la gastronomía política. Ese mismo jueves ingresó Frigerio junto a Monzó, Massot y Sebastián García de Luca, a las oficinas que tiene Massa en avenida del Libertador. Les propinó un menú de sushi, que es una de sus cábalas en estas conspiraciones –junto al Photoshop– pero el día no daba para imágenes. De paso, no aprenden en el Gobierno; siguen sin avisarles a los radicales de estas reuniones que se recubren de aire conspirativo, y que hieren, como toda situación de cuernos. Parlamentaron en favor de la aprobación sin sangre del presupuesto nacional, pero principalmente, el de María Eugenia Vidal. Los legisladores del Frente Renovador son decisivos para esa faena y hubo acuerdo. También buscaron atornillar apoyos para algunos gobernadores con quienes interactúa Massa, como la fueguina Rosana Bertone.

El día anterior, poco antes del choque simulado entre Pichetto y Mayans (son más amigos que adversarios, pero esto es un negocio), un grupo de legisladores de todos los peronismos (federal pichettista y urtubeista, massismo y cristinismo) presentaron en el Senado el proyecto de Diego Bossio para prorrogar el régimen de protección industrial en Tierra del Fuego. Es una jugada a varias bandas –Pichetto, Massa, Urtubey, que sumó la firma de Pablo Kosiner–, de todos quienes buscan el apoyo de ese distrito. Estuvieron Mayans –previo cruce con Pichetto–, los senadores Julio Catalán Magni y José Ojeda, y los diputados Diego Bossio, Marco Lavagna, Alejandro Grandinetti, Pedro Miranda, Oscar Macías y Elda Pertile. La iniciativa es agregar 10 años a los 5 que le quedan, y prórrogas por 10 más si se cumplen ciertas condiciones.

Ya está presentada en Diputados y la jalean los peronistas, pero tiene otros destinatarios. Entre ellos el Daniel Sica, que en una vida anterior pudo inspirar, como consultor privado, a empresas radicadas por allá. En esa provincia tiene intereses el amigo del alma Nicolás Caputo. Tierra del Fuego fue uno de los temas que conversó el jueves Pichetto con Frigerio porque la AFIP no reconoce, justamente, compensaciones al sector empresario, reclamo que los une a todos, incluyendo a la gobernadora.

Posicionamientos agrios

Tanto se entrecruzan los destinos que ya nadie sabe bien para quién trabaja y a quién ayuda o perjudica. Cuando terminó el almuerzo sushi en el bunker de Massa del jueves, los participantes vieron que, desde un despacho cercano, a puertas abiertas, les saludaba con la mano federal Bossio, que ronca fuerte en la mesa de los acuerdos presupuestarios, aunque en el recinto vota en contra –nada personal–. Cuando lo vio a Frigerio le soltó el dardo:

DB: Gracias por presupuesto, ¿no?

RF: No sé por qué me lo cobrás, porque Macri me dice que nos ha salido carísimo, le respondió el ministro.

En el peronismo la virtud más admirada es el "posicionamiento". Es la oportunidad para estar en el lugar adecuado en el momento justo. El elogio mayor a un dirigente es "quedó bien posicionado". Le pregunté una vez al legendario Miguel de Unamuno –el de acá, no el de Salamanca– por qué Raúl Scalabrini Ortiz había sido ignorado por el peronismo que gobernó hasta 1955. "Es que estaba siempre mal posicionado". En busca de posicionamiento se producen viñetas conmovedoras.

Una se vio en el cruce entre Felipe Solá y Leonardo Grosso, del grupo Evita, en la reunión de jefes de bloque, cuando se discutía el 24 de octubre si seguía o no la sesión, ante el pedido de la oposición de que se suspendiese por los incidentes callejeros. Fue en el despacho de Emilio Monzó, estaban los caciques de todos los bloques, y algún invitado como la Sra. Nora Cortiñas, a quien acercó como testimonio la diputada Victoria Donda. Cuando Grosso insistía en que debían parar el debate porque en la calle había una masacre, Solá lo llamó a silencio o moderase los tonos. “Yo soy de tu bloque”, le respondió Grosso. Felipe retrucó: “Pero yo soy el presidente del bloque”. Sonrió Graciela Camaño, que ha sufrido la migración de Solá de la bancada renovadora, como la partida de un hijo díscolo e incontrolable.

Posicionamientos mansos

Más amable fue un encuentro de emergencia, que ocurrió hace algunos días cuando el ex ministro Ginés González García navegaba por el Delta, que es donde tiene su querencia. Derivaba por esos ríos que van a dar a la mar cuando se le terminó el combustible. Recio navegante, armó los remos y condujo su chalupa hacia alguna pedanía civilizada. Encontró una vecina que le encendió un fueguito, pero no pudo auxiliarlo porque ese fin de semana escaseaba el combustible. Con el último balbuceo del celular, que agotaba su batería, se acordó de otro vecino. Lo llamó y en pocos minutos apareció cabalgando su lancha Daniel Scioli con todos los pertrechos que lo sacaron de la emergencia. Fue un salvataje esperable, pero con el paso de los días el cuento va ganando en detalles imaginarios, que agigantan este modelo de compañerismo peronista. Todo porque Ginés y Scioli estaban bien posicionados.

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