“Estoy aquí para reconocer la fidelidad al Evangelio de don Milani”

“Estoy aquí para reconocer la fidelidad al Evangelio de don Milani”

Francisco en Barbiana: “No se trata de cancelar la historia o negarla” sino que “la Iglesia reconoce en aquella vida un modo ejemplar de servir a los pobres y a la Iglesia misma. Que también yo tome ejemplo de este gran sacerdote”.

Por ANDREA TORNIELLI

 

“He venido a Barbiana para rendir homenaje a la memoria de un sacerdote que ha testimoniado cómo en el don de sí por Cristo se produce el encuentro con los hermanos y sus necesidades, sirviéndolos, a fin de que se defienda y promueva su dignidad de personas, con la misma entrega de sí mismo que nos demostró Jesús, hasta ser clavado en la Cruz”. Son las palabras con las que Francisco ha iniciado su homenaje a don Lorenzo Milani. “Rezad por mí, no os olvidéis, que también yo tome ejemplo de este gran sacerdote y a ustedes sacerdotes, porque no hay jubilación en el sacerdocio, a todos, adelante y con valentía”. Así el Papa ha concluido su recuerdo en el espacio adyacente a la casa de Barbiana.  

 

Poco después de las 11, proveniente de Bozzolo, el Papa ha aterrizado en helicóptero en el espacio adyacente a la iglesia de Barbiana, recibido por el cardenal Giuseppe Betori y el alcalde de Vicchio. Bergoglio se ha dirigido al cementerio para rezar en privado sobre la tumba de don Milani. Después en coche ha llegado a la iglesia y antes, en la plaza y más tarde dentro de la iglesia, ha saludado a algunos discípulos y ex alumnos del sacerdote florentino. Después ha realizado una breve visita a los locales de la canónica y de la escuela. Más tarde, de vuelta a la plaza, ha tomado la palabra congratulándose por la presencia de los ex alumnos del sacerdote.  

 

“Ustedes son testimonio de como un cura vivió su misión, en los lugares a dónde la iglesia lo llamó, con fidelidad plena al Evangelio y por esto mismo, fidelidad plena a cada uno de ustedes, a todos los que el Señor le confió. Y ustedes son testigos de su pasión educativa, de su intento de despertar en las personas lo humano para abrir a lo divino. De aquí, el que se dedicara completamente a la escuela, con una dedicación que aquí a Barbiana, se convertirá en una elección todavía más radical”.  

La escuela, ha explicada el Papa, para don Lorenzo “no era algo diferente de su misión como sacerdote, sino el modo concreto con el cual desarrollar esa misión, dando un fundamento sólido y capaz de alzarlo hasta el cielo. Y cuando la decisión de su obispo, lo condujo de Calenzano hasta aquí, entre los jóvenes de Barbiana, comprendió pronto que si el Señor lo había alejado de unos, era para darle nuevos hijos, a los que enseñar a crecer y a amar”.  

 

“Devolver la palabra a los pobres –ha dicho Francisco-- porque sin la palabra no hay dignidad, y sin dignidad, tampoco hay libertad y justicia: esto es lo que enseña don Milani. Y es la palabra, la que abre el camino a la plena ciudadanía en la sociedad, mediante el trabajo, y la correspondencia plena con la Iglesia, con una fe comprometida. Esto vale también en cierto modo para nuestro tiempo, en el que tan sólo tener pleno dominio de la palabra, nos permite discernir entre tantos y a menudo confusos mensajes que nos llueven encima, y también de dar expresión a las instancias más profundas del corazón, como también a las expectativas de justicia de tantos hermanos y hermanas que esperan esa justicia. Esa humanización que reivindicamos, para cada persona en esta tierra, además del pan, de la casa, del trabajo y de la familia, es parte también del dominio de la palabra como instrumento de libertad y de fraternidad”.  

 

El Papa ha explicado que la de los educadores es “una misión de amor porque no se puede enseñar sin amar, y sin el reconocimiento de que lo que dan, es sólo un derecho que se reconoce, el del aprendizaje. Y hay tantas cosas que enseñar, pero la más importante es la de hacer crecer una conciencia libre, capaz de confrontarse con la realidad, y de orientarse dentro de ésta, guiada por el amor, por la voluntad de comprometerse con los demás, de hacerse cargo de sus fatigas, de sus heridas, y de rehuir cualquier egoísmo, para servir al bien común”. Como escribía don Milani en la ’Carta a una profesora’: “He aprendido que el problema de lo demás es igual al mío. Que podamos salir todos juntos de ello, es la política a seguir. Salir solos es avaricia”. 

 

“Esto –ha añadido-- es un llamamiento a la responsabilidad. Una llamada que tiene que ver con ustedes, queridos jóvenes, pero sobre todo para nosotros adultos, llamados a vivir la libertad de conciencia en modo auténtico, como búsqueda de lo verdadero, de la belleza y del bien, dispuestos a pagar el precio que esto conlleva”.  

 

Bergoglio se ha dirigido más tarde a los sacerdotes presentes en Barbiana, algunos de los cuales compartieron con don Milani “los años del seminario o el ministerio en lugares cercanos”. “A todos quiero recordar que la dimensión sacerdotal de don Lorenzo Milani está en la raíz de todo lo que hasta el momento he recordado de él”. Lo repite: “La dimensión sacerdotal está en la raíz”, y los presentes rompen a aplaudir. Todo “nace de su condición de sacerdote. Pero al mismo tiempo, su condición de sacerdote nace de una raíz todavía más profunda, la de la fe. Una fe ’totalizante’, que se convierte en una entrega total al Señor, y que en el ministerio sacerdotal, encuentra una forma plena y completa para el joven convertido”. El Papa cita las palabras del director espiritual de don Milani, don Raffaele Bensi, según el cual el prior de Barbiana “se fundió en el gozo, literalmente, del Evangelio y de Cristo. Aquel joven partió derecho hacia el absoluto, sin vías intermedias. Quería salvarse y salvar a cualquier precio. Transparente y duro como un diamante, debía pronto herirse y herir”.  

 

Sin “esta sed de Absoluto –ha dicho Francisco-- se puede ser un buen funcionario de lo sacro, pero no se puede ser sacerdote, verdaderos sacerdotes, capaces de hacerse servidores de Cristo en los hermanos. Queridos sacerdotes, con la gracia de Dios, busquemos ser hombres de fe, una fe jugosa, no seca; y hombres de caridad, caridad pastoral hacia todos aquellos que el Señor nos confía como hermanos e hijos. Don Lorenzo nos enseña también a querer bien a la Iglesia, como la quiere bien él, con el discernimiento y la verdad que pueden crear tensiones, pero nunca fracturas, abandonos. Amamos a la iglesia, queridos hermanos, y hagámosla amar, mostrándola como madre atenta a todos, sobre todo a los más pobres y frágiles, ya sea en la vida social, como en la vida religiosa. La Iglesia que don Milani ha mostrado al mundo, tiene este rostro materno y atento, dispuesto a dar a todos la posibilidad de encontrar a Dios y por tanto de dar consistencia a la propia persona en toda su dignidad”.  

 

Por último el Papa explicar el significado de su gesto: “Quiere ser una respuesta a esta petición hecha tantas veces por don Lorenzo a su Obispo, y esto fue que se le reconociese su fidelidad al Evangelio y la rectitud de su acción pastoral. En una carta a su obispo escribe: ’Si usted no me honra con algún acto solemne, todo mi apostolado aparecerá como un acto privado…’”.  

 

Francisco ha reconocido que desde el cardenal Silvano Piovaneli, “de querida memoria, pasando por los arzobispos de Florencia, todos han hecho este reconocimiento a don Lorenzo. Hoy lo hace el Obispo de Roma. Esto no borra las amarguras que acompañaron la vida de don Milani --no se trata de borrar la historia o negarla, sino de comprender las circunstancias y la humanidad que están en juego--, pero dice que la Iglesia reconoce en esa vida un modo ejemplar de servir al Evangelio, a los pobres, y a la propia Iglesia”. Con la oración sobre la tumba del prior de Barbiana, Bergoglio considera haber respondido así también a la madre de don Milani, que auspiciaba: “Deseo solamente que se conozca al sacerdote, que se sepa la verdad, que se rinda honor a la iglesia también por lo que él fue dentro de la Iglesia y que la Iglesia le rinda honor a él…esa Iglesia que lo hizo sufrir tanto, pero que también le dio el sacerdocio, y la fuerza de esa fe, que es para mí el misterio más profundo de mi hijo…Si no se comprende de verdad el sacerdote que ha sido don Lorenzo, difícilmente se podrá comprender en él todo el resto. Por ejemplo su profundo equilibrio entre dureza y caridad”.  

 

Después de un momento de oración final, el Papa ha concluido su recuerdo hablando sin leer el discurso escrito: “El sacerdote ’transparente y duro como un diamante’ continua a transmitir la luz de Dios sobre el camino de la Iglesia, tomad la antorcha y llevadla hacia adelante. Oren por mí, no se olviden. Que también yo tome ejemplo de este gran sacerdote. Y a ustedes sacerdotes, también a los ancianos, porque no hay jubilación en el sacerdocio, a todos, adelante y con valentía”. 

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