Esta es la “ostpolitik” de Francisco: diálogo y misericordia

Esta es la “ostpolitik” de Francisco: diálogo y misericordia

Primera parte de un análisis sobre la “geopolítica” del Papa que vino «casi del fin del mundo», que acerca las nunciaturas a la misión

En el imaginario colectivo, nunciaturas apostólicas y misiones son dos universos separados y, en algunos contextos geográficos o momentos de la historia, incluso inconciliable y en una especie de conflicto subterráneo. Al contrario, en la visión de Jorge Mario Bergoglio, primer Papa del “Nuevo Mundo” y hermano del jesuita Matteo Ricci, pionero de la inculturación del cristianismo en China, la punta y la base de la pirámide jerárquica se acercan y tienden a converger en la presencia-testimonio de la Iglesia en los cinco continentes. El 21 de enero pasado, al reunirse con los sacerdotes, religiosos y religiosas del norte del Perú en el Colegio de los santos Carlos y Marcelo, uno de los primeros seminarios fundados en América Latina, el Papa recordó que «los nuncios apostólicos primero pasan por África y ahí aprenden muchas cosas». Una referencia, añadió en su discurso, a la antigua y nunca abandonada costumbre de poner a la prueba a los que entran al servicio diplomático con una experiencia en África. 

  

El cardenal Agostino Casaroli, Secretario de Estado de Juan Pablo II y protagonista de la “ostpolitik” vaticana en la Europa oriental durante la Guerra Fría, consideraba complementarias las nunciaturas y las misiones: dos caras de la misma moneda. De la misma manera, la geopolítica de la misericordia de Francisco camina gracias a los diplomáticos y misioneros comprometidos en primera línea en los actuales “frentes candentes” del planeta, según la estrategia del diálogo. Con el mandato de construir puentes en un tablero internacional que ya no está dividido en el Occidente capitalista y el Este comunista, sino entre el Norte (económicamente avanzado) y el Sur (en vías de desarrollo). 

  

La nueva “ostpolitik” del Papa Bergoglio (encomendada en primer lugar al Secretario de Estado Pietro Parolin, aluno de Casaroli) se concreta, pues, en una política eclesial de encuentro entre las periferias geográficas y existenciales y el centro de una catolicidad concebida etimológicamente como verdaderamente universal. Y también los Consistorios de Francisco son expresión de una Iglesia cada vez menos concentrada en Europa y auténticamente representativa, incluso en el Colegio cardenalicio, de los Episcopados emergentes en Asia, África y Sudamérica, en donde se registra un mayor número de fieles y de vocaciones.  

  

La actitud hacia el diálogo de Francisco, además, se apoya en dos gestos sin antecedentes, como la púrpura que concedió hace un año y medio a un nuncio en funciones, Mario Zenari, representante Pontificio en Damasco, para reforzar su acción diplomática en la martirizada Siria. 

  

La forma y el contenido de una diplomacia misionera que antepone el testimonio al proselitismo. Pequeños pasos que hay que interpretar en un marco de conjunto como la reciente decisión de volver a enviar a Pekín algunas preciosas obras de arte chino que son propiedad del Vaticano para, como explicó la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, «al diálogo de la diplomacia y el arte». 

  

La Santa Sede llevará a al gigante asiático algunas de las obras de arte chino que posee y el gobierno de Pekín responderá con otras obras de arte que serán expuestas en el museo etnológico del Vaticano. 

  

A casi un siglo de distancia, llega un signo de cercanía entre Roma y el Celeste Imperio, siguiendo la huella de la exposición misionera organizada por Pío XI para el Año santo en 1925. 

  

Una mano tendida que aplica el mandato conciliar de comenzar por lo que une y no por lo que divide. Se han incluso conseguido resultados notablemente importantes para la historia, como el que se dio hace dos años, como el encuentro entre Francisco y el Patriarca de Moscú, Kirill. Son relaciones ecuménicas con repercusiones en las relaciones con los Estados. Rusia y el Vaticano «siguen manteniendo relaciones enriquecedoras», declaró hace algunos días el Ministro del Exterior, Serguéi Lavrov. También subrayó que «las relaciones con el Vaticano eran bastante intensas incluso antes del viaje de Pietro Parolin» a Moscú (el año pasado), e insistió en que «el presidente Putin se ha encontrado con el Papa Francisco en diferentes ocasiones». Según el jefe de la diplomacia rusa, entre Rusia y el Vaticano «hay varios intereses comunes», como el Medio Oriente, el África septentrional y la defensa de los cristianos. 

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