El escrutinio más mañoso desde 1983

El escrutinio más mañoso desde 1983

En un final de escrutinio sin precedentes en la historia argentina, por la carga morosa del conurbano en la madrugada, la ex mandataria parecía a punto de pasar al frente después de que el Gobierno festejara cuando el amañado escrutinio mostraba una ventaja de más de seis puntos para su candidato.

 

La carga mañosa de los datos por parte del Estado nacional, que dejó para el final los distritos con mayor voto peronista de la provincia de Buenos Aires, convirtió la contienda para el infarto de la desafiante Cristina Fernández de Kirchner en una remontada histórica que después de las dos y media de la mañana todavía tenía final incierto. Si, como en el fútbol, los partidos se miden primero por el resultado y después por el análisis del juego y el planteo de los encuentros que vienen, la jugada oficial ensució el domingo de elecciones. Incluso quedará como un día sucio si no fuera CFK sino Esteban Bullrich quien obtenga más votos en las PASO. 

La demora inicial en la carga y la remontada en el escritunio después de las doce de la noche dejó un gusto a batacazo final. Dos horas después, los funcionarios del Gobierno nacional habían dejado las pantallas de la tele y los bunkers. Antes habían tratado de instalar la noción de que una tormenta de Cambiemos había terminado con la opción de Cristina Fernández de Kirchner. 

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Si la ganadora final es CFK, con este resultado para las legislativas su triunfo en las parlamentarias del 22 de octubre dependerá de los votos que ella misma pueda conseguir y, sobre todo, de los votos que Sergio Massa y Florencio Randazzo puedan conservar o acrecentar. Si los sufragios de Massa y Randazzo no van a Esteban Bullrich y hasta reciben un pequeño drenaje del oficialismo, aumentarán las chances de CFK de revalidar el resultado.  

Si estos números se repiten en octubre no solo festejará Cristina. También Jorge Taiana, su segundo en la candidatura al Senado Si, al revés, en las nueve semanas que vienen Esteban Bullrich le llegara a birlar el primer puesto, solo CFK entrará al Senado. En cualquiera de los casos lo hará por segunda vez en nombre de la provincia de Buenos Aires. La primera fue en octubre de 2005, cuando tras la ruptura entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde Cristina le ganó a Chiche Duhalde la mayoría en la disputa por la representación bonaerense en el Senado nacional.

Con este escenario, más la observación de lo que ocurrió en las últimas dos semanas, y sobre todo el martilleo público de María Eugenia Vidal, puede conjeturarse que las dos fuerzas jugarán a la teoría del freno. 

Ya lo vienen haciendo. El eje del discurso de CFK es que, ante la crisis social, hay que ponerle un freno a Macri. Y que el freno más eficaz es ella, Cristina.

El eje de Vidal, que abandonó su hogar en la Base Aérea de Morón y en campaña salió en socorro de Esteban Bullrich, es que hay que ponerle freno a Cristina. Y que el freno más eficaz es ella, Mariu.

El planteo de Cristina es típico de una elección de medio término. El de Vidal no: apunta a buscar que los electores se vean, otra vez, en medio de una situación de ballottage como la que vivieron entre el 23 de octubre y el 22 de noviembre de 2015. 

Por eso tanto Unidad Ciudadana como Cambiemos no se darán por vencidos. Los ganadores de las PASO, porque el margen no es imposible de remontar. Los que perdieron, porque imaginan que pueden dar vuelta la derrota. Las canteras donde buscar votos son básicamente dos, 1País de Sergio Massa y Margarita Stolbizer y Cumplir de Florencio Randazzo.

“Todavía somos una fuerza competitiva”, dijo ayer temprano Graciela Camaño, diputada del massismo, quien no por casualidad fue una de las primeras voces públicas en un domingo donde todos querían cuidarse. Para Massa el desafío es como mínimo conservar el porcentaje de ayer y, si es posible, aumentarlo. El interés de CFK en que Massa no se diluya es, pues, indirecto: si hay un votoducto inclinado desde Cambiemos, seguramente llevará más sufragios a Massa que a Cristina. Si, en cambio, el votoducto se inclina desde Massa seguramente el beneficiado sea Bullrich y no la ex presidenta. “Cristina quedó muy cerca de su techo actual del 36 por ciento y, si ese techo no se modifica, le costará más ganar votos entre los independientes que no le tienen simpatía”, dijo anoche a este diario un dirigente de UC que pidió reserva de su nombre. ¿Bullrich tiene espacio para ir de cacería al coto de Massa o ya lo agotó? ¿Y con el coto de Randazzo, le cabe alguna chance?

¿Cómo interpretar, en este diario de lunes, la división del peronismo y el kirchnerismo en dos fórmulas, la de Cristina y la de Randazzo? Si esos números fuesen siempre sumables, cosa que solo puede decirse por vía de hipótesis, la realización de unas PASO entre los dos o la aceptación de Randazzo de una lista única sin PASO hubiera dejado a Cristina más alta como candidata a senadora y a Randazzo en un papel prominente como candidato a diputado nacional.

Las especulaciones al respecto se terminarán recién en otro diario de lunes, el lunes 23 de octubre, al día siguiente de las legislativas del domingo 22. Si Cristina come el porcentaje que obtuvo Randazzo en las PASO de ayer significará que acertó en el pronóstico de que no hacía falta arreglar nada con su ex ministro porque los votos igual iban a drenar hacia ella. Es posible que en parte ese fenómeno ya se haya producido con militantes del Movimiento Evita. Así como participaron sin banderas en el acto de lanzamiento de CFK en Arsenal, bien pueden haber votado ayer por ella. 

Si el diario del lunes 23 de octubre muestra a Unión Ciudadana sin los votos que Randazzo obtuvo ayer, la no realización de PASO quedará como una piedra que no fue sorteada. Como un error táctico de CFK. 

También en términos tácticos un resultado nítido de las PASO fue la unidad entre Cristina y un grupo importante de intendentes, en primer lugar Verónica Magario de La Matanza y Martín Insaurralde de Lomas de Zamora. Los que desconocen el peronismo suelen pensar que son los intendentes quienes determinan por sí mismos el resultado de las elecciones. No es así. Disponen de dirigentes intermedios, militantes y aun de la influencia que da la gestión del Estado. Pero no pueden hacer magia ante la falta de una candidatura atractiva. Aun con su techo, CFK era de lejos lo más atrayente que ofrecía la política del peronismo y aliados a los jefes y jefas del Conurbano. El riesgo, si quedaban afuera de la empatía entre la ex presidenta y los habitantes del Gran Buenos Aires, era que pusieran en peligro la gobernabilidad de sus distritos, donde es vital el control del concejo deliberante. Algunos, además, tienen una sintonía adicional con Cristina construida en los últimos tiempos o heredada de la fuerte relación personal tejida y alimentada por Néstor Kirchner hasta su muerte.

El desempeño electoral de Randazzo, e incluso el de Massa, reveló que CFK era la candidata puesta en el Conurbano, con o sin aparato.

La apuesta mutua de Cristina y de los jefes territoriales Insaurralde, Magario y Fernando Espinoza, ex intendente de La Matanza y presidente del Partido Justicialista bonaerense, se basó tanto en las encuestas como en la experiencia electoral de 2015. En la tarde de ayer, cuando aún se desconocía el resultado final, el peronismo cercano a CFK se regodeaba citando mesas testigo matanceras donde la diferencia a su favor era de 50 a 20.

Si se toma como referencia la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2015, en La Matanza Daniel Scioli le ganó a Mauricio Macri por el 64,42 por ciento contra el 35,58 por ciento. Por si el dato sirve, entre la primera y la segunda vuelta Scioli subió allí un 17 por ciento. Macri creció menos, un 9 por ciento.

En Lomas de Zamora el 22 de octubre de 2015 Scioli obtuvo el 58,37 por ciento de los votos contra un 41,31 por ciento de Macri. Allí el ritmo de crecimiento entre la primera vuelta y la segunda fue al revés que en La Matanza. Scioli subió un 6 por ciento y Macri subió 15 puntos más. Los votos que en primera vuelta fueron para Sergio Massa terminaron favoreciendo más a Macri que a Scioli. 

En grandes municipios del sur del conurbano como Avellaneda, Berazategui y Almirante Brown Scioli consiguió superar la barrera del 50 por ciento. 

La Matanza y el sur fueron las claves que le dieron a Scioli el triunfo presidencial en la provincia de Buenos Aires de 51,10 contra 48,90, por ciento, aunque los 200 mil votos de diferencia no alcanzaron a compensar la distancia que Macri consiguió en Córdoba.

A esa altura el kirchnerismo ya había perdido la provincia a manos de María Eugenia Vidal, consagrada en octubre por el corte de boletas que perjudicó a Aníbal Fernández.

En el resultado final de 2015 terminaron cambiando de mano hacia el macrismo distritos importantes como Tres de Febrero, Morón, Lanús y Quilmes. Bahía Blanca, Mar del Plata y La Plata también fueron bastiones que descontaron la enorme diferencia de La Matanza. El comportamiento se repitió ayer. Bahía Blanca, cabeza de la Sexta Sección electoral, garantizó otra vez una victoria de Cambiemos. Lo mismo hizo Mar del Plata como parte de General Pueyrredón, cabeza de la Quinta Sección electoral formada por 27 partidos. Pragmático, el oficialismo hasta escondió al intendente, el desacreditado Carlos Arroyo.

La Matanza y Lomas de Zamora son la clave de la Tercera Sección, que forman además Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Berisso, Brandsen, Cañuelas, Ensenada, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Lanús, Lobos, Magdalena, Presidente Perón, Punta Indio, Quilmes y San Vicente. Cristina ganó en Almirante Brown, Berazategui, Avellaneda, La Matanza, Florencio Varela y Lomas de Zamora, entre otros. 

La pregunta desde hoy es si en la provincia de Buenos Aires, tanto la del Conurbano profundo y la de Bahía Blanca, Cambiemos logra instalar un clima de ballotage. Y si, en caso de lograrlo, puede ganar el 22 de octubre. O si, en cambio, los electores se mantienen en sus trece y entienden que las presidenciales son en 2019, no en 2017, y votan tranquilos por sus legisladores y legisladores preferidos para premiar o para castigar porque, la verdad, nada los apura.

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