Entrevista. Embajador argentino en EEUU: “La sociedad israelí tiene un propósito y un compromiso que la Argentina perdió”

Entrevista. Embajador argentino en EEUU: “La sociedad israelí tiene un propósito y un compromiso que la Argentina perdió”

El embajador argentino en los Estados Unidos, Martín Lousteau, disfrutó de su primer viaje al Estado de Israel, invitado por el Comité Judío Americano, y en este diálogo con AJN destaca que “es un país que desafía cualquier categorización, entonces es muy difícil extrapolar con cualquier experiencia en otros lugares del mundo”.

Asimismo, “veo ciertas cosas de la sociedad israelí que la argentina tuvo en su construcción y perdió de un tiempo a esta parte y que tienen que ver con el propósito y el compromiso”, lamentó.

Por otra parte, “desde el punto de vista económico hay una complementariedad gigante y cuesta mucho creer que el intercambio comercial entre los dos países sea tan bajo”, agregó.

- ¿Qué significa para usted este primer viaje al Estado de Israel?

- Es algo que quería hacer hace mucho, pero por uno u otro motivo no se había podido dar. Cuesta definir las primeras cosas que uno ve en estos días acá. Es un país que desafía cualquier categorización, entonces es muy difícil extrapolar con cualquier experiencia en otros lugares del mundo. Tener las reuniones que tuvimos, ver las cosas que he visto, tener la interacción con las personas que he tenido, me permiten abrir los ojos de otra manera y profundizar el conocimiento. Además, es hermoso. Ésa es la verdad.

- ¿Con quién tuvo la oportunidad de compartir encuentros?

- Tuvimos una agenda bastante completa y, dentro de las posibilidades de los organizadores y del rol del American Jewish Committee [AJC], equilibrada. Entonces, hemos tenido reuniones que han sido como un buen mosaico. En primer lugar, distintas cuestiones que atraviesan Israel, no solo temas de seguridad y fronteras, sino también la heterogeneidad de la sociedad, los cambios que se están produciendo, el proceso de paz, las iniciativas de integración en distintos lugares entre las comunidades árabe y judía israelíes, la tecnología y el rol de las startups... Me parece que fue una muy buena complementación de tópicos: la política exterior y las tensiones internas de la vida en Israel, más todo aquello que tiene que ver con el desarrollo económico. Para pocos días, está muy bien armado. Después fuimos a Ramallah y nos reunimos con un asesor de [el titular de la Autoridad Palestina] Mahmoud Abbas, con quien tuvimos un almuerzo muy extenso, en el cual las lecturas fueron completamente opuestas, pero en un nivel de complementariedad que permite hacer una composición de lugar distinta, y eso me gusta. Mi conocimiento se incrementó muchísimo, pero si me preguntan cuánto sé, la verdad es que muy poco. Es una realidad compleja y casi no hay experiencia alguna con que se pueda extrapolar, si bien cualquier extrapolación es prejuicio en el sentido original de la palabra: adelantarse a los hechos y al conocimiento... Como político me ocurre al revés: veo ciertas cosas de la sociedad israelí que la argentina tuvo en su construcción y perdió de un tiempo a esta parte y que tienen que ver con el propósito y el compromiso. Nos cuenta encontrar un propósito en las políticas de Estado de la Argentina, en el propio Estado y respecto del mundo, y el compromiso de todos los ciudadanos. Miro qué presentes están esas dos cuestiones en la vida cotidiana israelí y me asombro y admiro. Las dos cosas van en conjunto en casi todos los ámbitos de la vida; por ejemplo, el servicio militar. Hace rato me anda rondando en la cabeza que es muy difícil construir un largo plazo colectivo si no estás dispuesto a hacer un esfuerzo hoy. Esto vale para un matrimonio, una amistad, una empresa, un partido político y también una nación. Esta filosofía de vida la veo presente en cualquier cosa de la sociedad israelí, pero con las crisis económicas y financieras que hemos tenido nos hemos vuelto muy cortoplacistas y ello obviamente atenta contra el compromiso para esperar y construir algo más importante a futuro.

- ¿Qué evaluación hace del gran vínculo que se ha generado entre el Estado de Israel y la Argentina?

- En primer lugar diría que obviamente hay una historia común entre las dos sociedades: 65.000 argentinos-israelíes y 250.000 judíos en la Argentina. Siempre digo que la relación gobierno-gobierno es apenas uno de los puentes que unen a dos naciones, y después tenés un montón más: el comercio, la cultura, la educación, el intercambio de ciudadanos, el turismo… Cuantos más puentes abiertos tengas, más estable y constructiva va a ser la relación. Lo que había fallado últimamente era la relación gobierno-gobierno y me parece que hoy se abre otro capítulo. Además de las culturas afines, desde el punto de vista económico hay una complementariedad gigante y cuesta mucho creer que el intercambio comercial entre los dos países sea tan bajo.

- ¿No se ha trabajado en eso?

- Vuelvo al tema del propósito: la Argentina tiene un montón de cosas que ofrecer a Israel porque somos eficientes productores de alimentos y agroindustria y ahora, con el hallazgo de las reservas de gas en Israel, la posibilidad de utilizar gas natural en los automóviles. Por otro lado tenemos dos culturas innovadoras y dos exportadores de servicios que se podrían complementar mucho. Una de las cosas que me han asombrado en esto del propósito es que producto de estar resolviendo problemas específicos -primariamente, en el área de seguridad- apelando a la innovación, se ha extendido esa cultura a la gestión cotidiana y me parece que ahí hay un montón de oportunidades que la Argentina puede aprovechar en términos de conocimiento. Se me ocurren muchos ejemplos y por eso es que estas dos sociedades realmente deberían aprovechar no solo ese vínculo natural, sino que además tienen una complementariedad gigantesca. Veo cómo han ido más allá en cualquier mecanismo de emergencia y gestión, producto de necesidades más intensas que en otros países por el lugar donde están, que se puede replicar en muchos lugares del mundo. Me han que trabajan con la Argentina, pero a una escala pequeña para el potencial…

- ¿Existe la posibilidad de que pueda abrir nuevos puentes en su rol de embajador?

- Creo que los embajadores construyen puentes, entonces ahí hay posibilidades. Particularmente, quiero comunicar ciertas cuestiones a escalas más grandes porque eso sirve de inspiración para derribar ciertas barreras y alertar sobre ciertas debilidades. Como embajador, uno tiene el rol de dar a conocer y eso hace que se fortalezcan o formen nuevos puentes, que van más allá del gobierno a gobierno.

- ¿Cómo es la relación que está construyendo con el Comité Judío Americano?

- Apenas llegamos a Washington, el Comité Judío Americano quiso hacer una cena, que organizamos con la mayor cantidad posible de organizaciones. Es algo que nos complace mucho porque tenemos un edificio extraordinario, que es la embajada, que queremos que la utilicen las empresas y los argentinos que viajan o viven en los Estados Unidos. La idea es que sea “la casa de la Argentina” y que cualquiera que quiera acercarse y tener un vínculo pueda sentirse a gusto. Así lo hemos hecho con el AJC y se creó un vínculo. Sinceramente, he participado en muchos viajes de este tipo -organizados por ONG, etc.- y una cosa enormemente importante para mí de éste es que la agenda estuvo armada de una manera muy equilibrada y pudimos hablar con libertad con todo el mundo, discutir cuestiones y preguntar, preguntar y preguntar... El calibre de los interlocutores era muy alto. Generalmente, cuando te invita algún grupo de este tipo -y lo veo cuando los llevan a los Estados Unidos-, te trae con una agenda que tiene un preconcepto, y acá me parece que hicieron una tarea de tratar de disminuir cualquier sesgo, con lo cual al final el efecto es más significativo porque uno aprecia una realidad con toda su complejidad, pero que le da más instrumentos para pensar, actuar y transmitir. Para mí, el armado del viaje fue de una factura extraordinaria... Más allá de los atractivos turísticos, culturales y de la agenda propiamente dicha, lo más importante de todo es que éste es un lugar para el cual no hay un atajo para empezar a comprender más que la experiencia. Uno puede viajar a un país y contrastar en qué medida lo que estuvo leyendo tiene que ver con la realidad; en este caso hay que empezar al revés... No solo estoy hablando de cómo los medios cuentan la historia o los prejuicios que pueden existir en distintos países, me estoy refiriendo a tratar de comprender de qué se trata. Uno no puede hacerse una idea de la multiplicidad de dimensiones que atraviesan esto a menos que lo camine, hable con la gente, se informe... Después se puede leer para profundizar y ver por qué las cosas que uno observó de una manera son de otra, pero lo primero que hay que hacer es experimentarlo. Es lo que le recomiendo a cualquier persona interesada en cualquier cuestión de Israel.

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