Fin de año con enfoque raro de jueces

Fin de año con enfoque raro de jueces

No fue precisamente un brindis feliz de fin de año. Fue lo más parecido a esas reuniones familiares donde se juegan mezquindades, intrigas, egos, ambiciones y también plata. Jueces contra jueces redistribuyendo el poder interno y el dinero de sueldos en Casación, el máximo tribunal penal debajo de la Corte Suprema. Dos jueces, los más molestos para Cristina Kirchner, perdieron. Aun así, no perdió el Gobierno.

En la Magistratura, las movidas sobran, donde se designan a jueces y se echan jueces. Para marzo prometen cubrir al fin las cuatro vacantes que pueden ser cinco si se retira Pedro David y seis si avanza el juicio contra Figueroa por bloquear toda investigación sobre corrupción K. Por esto Figueroa debió renunciar a la presidencia de la Sala I que dejarán de integrar Hornos y Borinsky.

Partida casi por mitades, Casación ha estado manejada y estará manejada hasta fin de año por jueces que aceptaron cosas que ningún gobierno debería pedirles a los jueces y que ningún juez debería aceptar.

Empuña la batuta Alejandro Slokar, con máxima puntuación en los tests garantistas de zaffaronismo y lo secunda Ana María Figueroa, con máxima puntuación en los tests oscurantistas de zanninismo. Completan el grupo Angela Ledesma, políticamente ambigua como su mentor León Arslanian y el veterano Pedro David, más cerca de jubilarse que de continuar. Todos kirchneristas. No más preguntas, señor juez.

Las diferencias personales son más importantes que las políticas entre los cinco jueces de la mitad no kirchnerista. Y esas diferencias fueron explotadas por Slokar para juntar votos y cesantear como jueces subrogantes a Gustavo Hornos y Mariano Borinsky, muy cercanos al presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti y perseguidos por su decisión de investigar la denuncia de Nisman contra Cristina Kirchner.

A fin de mes dejan de ser subrogantes pero seguirán con esa causa. En esta mala noticia para el kirchnerismo está parte del triunfo para el Gobierno. Los dos asientos vacíos serán para Eduardo Riggi y Liliana Catucci, que a la vez reemplazará a Slokar como presidente de Casación. Otra cosa que le cae bien al Gobierno.

Pacífico como un predicador, el ministro Garavano debió consolar a Hornos y a Borinsky. Más complicado quedó el quinto juez del bloque no kirchnerista: el radical Juan Carlos Gemignani. Famoso por la sangre caliente y famoso por meter presa por unas horas a una secretaria que desobedeció una orden. Lo investiga por eso el juez siempre oficialista Canicoba Corral. Slokar sedujo a Gemignani con la promesa de ayudarlo ante la fiscal de la causa, una soldado de Gils Carbó.

Otras noticias, que podrían ser buenas noticias para el macrismo, siguen demoradas en la Magistratura: las denuncias contra Rafecas, que sin pedir prueba alguna volteó dos veces la causa Nisman y contra el camarista Freiler, un progre de ocasión que lo acompañó en la maniobra y que tiene problemas de enriquecimiento súbito. También en la Justicia hay gradualismo.

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