“El ecumenismo es una empresa con pérdidas. Pero pérdida evangélica”

“El ecumenismo es una empresa con pérdidas. Pero pérdida evangélica”

El Papa Francisco en Ginebra por los 70 años del Consejo Ecuménico de las Iglesias: caminemos juntos eligiendo «la lógica del servicio» para superar las divisiones

Para progresar en el camino ecuménico hay que «trabajar en pérdida», no pensando en tutelar solamente «los intereses de las propias comunidades, a menudo firmemente ligados a orígenes étnicos o a orientaciones consolidadas, ya sean mayoritariamente “conservadoras” o “progresistas”». Hay que «elegir ser del Señor antes que de derecha o de izquierda, elegir en nombre del Evangelio al hermano en lugar de a sí mismos», que a menudo significa «a ojos del mundo, trabajar sin provecho. El ecumenismo es una “gran empresa con pérdidas”. Pero se trata de pérdida evangélica». El Papa Francisco habla lentamente frente al Comité central del Consejo Ecuménico de las Iglesias (World Council of Churches, WCC) de Ginebra, organismo al que la Iglesia católica no pertenece como miembro, pero con el que colabora desde hace décadas. 

 

Francisco fue recibido en la moderna estructura por los cantos del coro, en donde una de las coristas tenía a su hija enferma (sin cabello y con un tapabocas para protegerla) y por toda la asamblea en donde los pastores y pastoras luteranos, obispos evangélicos, sacerdotes anglicanos y metropolitanos ortodoxos se sientan hombro con hombro.  

 

  

El primer saludo lo pronunció lo pronunció el metropolitano rumano Nifón de Tirgoviste, que dijo: «Nos hemos reunido para ofrecer alabanzas a Dios y un agradecimiento por la “nube de testimonios” que, durante los 70 años de existencia del Consejo, ha trabajado para la unidad de los cristianos y para la unidad de la humanidad y de la Creación». Después de él la obispo Mary Ann Swenson recordó que después del Concilio Vaticano II la Iglesia católica y el WCC «han tenido un diálogo y una cooperación proficuos», afirmando que la «visión y el trabajo» del Papa Francisco han «entusiasmado y reforzado la relación y la cooperación». 

 

Francisco es el tercer Papa que visita el WCC, después de Pablo VI (el 10 de junio de 1969) y Juan Pablo II (el 15 de junio de 1982). El viaje de un día a Ginebra representa la ocasión para profundizar lo que, según el Papa, es esencial en el proceso ecuménico. Un ecumenismo, el de Bergoglio, menos relacionado con los grandes diálogos teológicos y que se preocupa más por la oración y la acción común, partiendo desde abajo, desde las experiencias de los fieles de las diferentes Iglesias cristianas. «Caminar, rezar y trabajar juntos» es el lema del breve viaje papal, el 23o al extranjero en poco más de cinco años de Pontificado. Antes de que Francisco tomara la palabra, después de los saludos, se recitó la «oración de arrepentimiento» y se leyó un pasaje de la Carta a los Gálatas de San Pablo.  

  

En su discurso, el Papa recordó la importancia de caminar. «El hombre es un ser en camino. Durante toda la vida está llamado a ponerse en camino, a salir continuamente del lugar donde se encuentre: desde que sale del seno de la madre hasta que pasa de una a otra etapa de la vida; desde que sale de la casa de los padres hasta el momento en que deja esta existencia terrena. El camino es metáfora que revela el sentido de la vida humana». Pero, afirmó Francisco, caminar «es una disciplina, un esfuerzo, se necesitan paciencia cotidiana y entrenamiento constante. Es preciso renunciar a muchos caminos para elegir el que conduce a la meta». Y hay que cuidar a «los compañeros de viaje, porque únicamente juntos se camina bien. Caminar, en definitiva, exige una conversión constante de uno mismo. Por este motivo –observó Bergoglio–, son muchos los que renuncian, prefiriendo la tranquilidad doméstica». 

  

Citando a San Pablo, el Papa subrayó la alternativa inconciliable de la vida cristiana: «por una parte, caminar según el Espíritu, siguiendo el itinerario inaugurado por el Bautismo; por otra, “realizar los deseos de la carne”». Francisco explicó de esta manera esta última expresión paulina: «significa intentar realizarse buscando la vía de la posesión, la lógica del egoísmo, con la que el hombre trata de acaparar aquí y ahora todo lo que le apetece. No se deja acompañar con docilidad por donde Dios le indica, sino que persigue la propia ruta». 

  

Pero este «trágico recorrido» implica consecuencias dramáticas: «insaciable de cosas materiales, el hombre pierde de vista a los compañeros de viaje; entonces, por los caminos del mundo reina una profunda indiferencia. Empujado por los propios instintos, se convierte en esclavo de un consumismo frenético y, en ese instante, la voz de Dios se silencia; entonces los demás, sobre todo si son incapaces de caminar por sí mismos, como los pequeños y los ancianos, se convierten en deshechos molestos; entonces la Creación no tiene más sentido, sino el de producir en función de las necesidades». 

  

Caminar según el Espíritu, explicó Francisco, «es rechazar la mundanidad. Es elegir la lógica del servicio y avanzar en el perdón. Es sumergirse en la historia con el paso de Dios: no con el paso rimbombante de la prevaricación, sino con cadencia de una sola frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”». Esta es la vía que hay que elegir para el camino ecuménico, «pasando a través de una constante conversión». 

  

Francisco observó que durante la historia, «las divisiones entre cristianos se han producido con frecuencia porque fundamentalmente se introducía una mentalidad mundana en la vida de las comunidades: primero se buscaban los propios intereses, después los de Jesucristo». En estas situaciones, «el enemigo de Dios y del hombre», añadió el Papa refiriéndose al diablo, «lo tuvo fácil para separarnos, porque la dirección que perseguíamos era la de la carne, no la del Espíritu. Incluso algunos intentos del pasado para poner fin a estas divisiones han fracasado estrepitosamente, porque estaban inspirados principalmente en una lógica mundana». 

  

Para avanzar, pues, el camino ecuménico debe ser guiado por el Espíritu y rechazar «cualquier repliegue autorreferencial». Aunque «caminar de este modo es trabajar sin provecho, porque no se defienden como es debido los intereses de las propias comunidades, a menudo firmemente ligados a orígenes étnicos o a orientaciones consolidadas, ya sean mayoritariamente “conservadores” o “progresistas”». 

  

«Sí –admitió Francisco–, elegir ser de Jesús antes que de Apolo o de Cefas, de Cristo antes que de “Judíos o Griegos”, del Señor antes que de derecha o de izquierda, elegir en nombre del Evangelio al hermano en lugar de a sí mismos a menudo significa, a ojos del mundo, trabajar en sin provecho. El ecumenismo es “una gran empresa con pérdidas”. Pero se trata de pérdida evangélica”». 

«No tengamos miedo de trabajar con pérdidas», exhortó el Pontífice. 

  

Bergoglio reconoció cuán difícil es superar «las animosidades y cultivar la comunión, ¡cuánto es duro salir de contrastes y rechazos recíprocos alimentados durante siglos!». Y por ello advirtió sobre un peligro: «Más difícil aún es resistir a la astuta tentación: estar junto a los demás, caminar juntos, pero con la intención de satisfacer algún interés personal. Esta no es la lógica del apóstol, es la de Judas, que caminaba con Jesús, pero para su propio beneficio». Por ello, «la respuesta a nuestros pasos vacilantes siempre es la misma: caminar según el Espíritu, purificando del mal el corazón, eligiendo, con santa obstinación, la vía del Evangelio y rechazando los atajos del mundo». 

  

Y que las distancias existentes «no sean pretextos, ya es posible ahora caminar según el Espíritu: ¡rezar, evangelizar, servir juntos, esto es posible y agrada a Dios!». La meta precisa es la unidad, «la vía contraria, la de la división, lleva a guerras y destrucciones», además de dañar «la más santa de las causas: la predicación del Evangelio a toda criatura». Entonces, concluyó Francisco, «caminar juntos, para nosotros, los cristianos, no es una estrategia para hacer valer más nuestro peso, sino un acto de obediencia hacia el Señor y de amor hacia el mundo». 

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