La diócesis de San Justo festejó el 25 de Mayo junto a las familias matanceras

En la Capilla Virgen Peregrina de Petersburgo, el obispo Eduardo García participó de los festejos populares del 25 de Mayo junto a vecinos de los barrios 17 de marzo y Puerta de Hierro de La Matanza.

 

Dándole visibilidad al trabajo pastoral que se viene realizando en la diócesis con aquellos que sufren y son excluidos de la sociedad, el obispo de San Justo Eduardo García decidió compartir el 25 de Mayo con vecinos de La Matanza. En una misa que incluyó el bautismo de varios niños, el obispo aprovechó para destacar que “El bautismo nos da una familia, porque por medio del bautismo somos todos hijos de Dios”.

Acompañado por miembros de la Pastoral Social diocesana y referentes de organizaciones barriales y sociales, García participó con las familias de La Matanza de las distintas actividades que se llevaron a cabo con motivo de las celebraciones por el Día de la Patria.

Hace pocos días, en el marco de la misa por las 3T en el barrio Puerta de Hierro, el obispo reclamó una urbanización integradora de los barrios de las periferias abandonadas, contaminadas y descartadas: “No alcanza un paternalismo politiquero que somete, ni una simple contención asistencialista. Necesitamos urbanización integradora que permita que los derechos humanos dejen de ser una simple proclamación para concretarse en acciones sistemáticas que mejoren la vida y devuelvan la dignidad que merece todo hombre”, sostuvo. 

Organizada por la Pastoral Social de la diócesis de San Justo, la misa del pasado 21 de mayo respondió a la exhortación del papa Francisco a cumplir con el “derecho sagrado” a las 3T: Tierra, Techo y Trabajo. En aquella ocasión García bendijo una imagen de San Miguel Arcángel para una ermita y también al equipo deportivo infantil de fútbol San José, fundado en la plaza del barrio donde se celebró la Eucaristía. 

Los vecinos y familias de los barrios 17 de marzo y Puerta de Hierro, que sufren constantemente el olvido y la exclusión como sucede en tantos otros barrios periféricos, se sintieron reflejados en las palabras de monseñor García cuando recordó que “los chicos y los jóvenes en medio de la exclusión y anonimato en el que sobreviven en nuestros barrios marginados de vivienda, de educación, de justicia, de seguridad, de salud son la mano de obra barata y ‘carne de cañón’ para sus negocios con olor a muerte. Porque el piolín se corta siempre por el lado más débil. Y aquí bien sabemos todos que la indiferencia institucionalizada hace que nuestros chicos a los 8 años ya estén consumiendo, a los 12 vendiendo o trabajando de sicarios de una bala para sacar del medio a los otros pibes que quedaron ya inutilizados por la droga y son un estorbo… esto no es una libre iniciativa de los pibes, vine sustentado de otro lado a los que les conviene la marginalidad”. 

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