Díaz Paralta: “A muchos les cuesta asumir el riesgo petrolero que implica Vaca Muerta”

Díaz Paralta: “A muchos les cuesta asumir el riesgo petrolero que implica Vaca Muerta”

El responsable de liderar Arenas Argentinas del Paraná, la empresa que el grupo belga Jan de Nul creó con el objetivo de elaborar arena para fracking a partir de la que extrae del dragado del río Paraná. La planta, con capacidad para 150.000 toneladas anuales, está en Diamante, Entre Ríos, y emplea a 35 personas.

“Parecía una película. No entendíamos lo que veíamos”, recuerda Diego Díaz Peralta (50). El 16 de abril de 2012, él estaba en la torre de YPF cuando vio la caravana de autos oficiales y el despliegue de funcionarios que, con Julio De Vido, Axel Kicillof y Roberto Baratta, hizo el ta-keover de la petrolera. En ese entonces, Díaz Peralta -ingeniero en petróleo, mendocino- era el hombre al que Repsol eligió para el desarrollo de Vaca Muerta. Siete años después, su destino vuelve a estar atado al del yacimiento. Ahora, como número uno de Arenas Argentinas del Paraná, la planta elaboradora de arena para fracking que, tras una inversión inicial de u$s 6 millones, puso en marcha el holding belga Jan de Nul, responsable del dragado del río Paraná.

 

 

-¿Cómo nació el proyecto?

 

 

-Se comenzó a evaluar en 2014, cuando se empezó a decir que sería necesario importar grandes cantidades de arena para Vaca Muerta. Por el contrato en la hidrovía, Jan de Nul venía moviendo toneladas en el río. Con lo cual, hicimos foco inmediato: si hay alguien que sabe cómo mover arena y encontrarla, somos nosotros.

 

 

-¿Sería la arena de río?

 

 

-No es lo usual en fracking. Generalmente, se usa arena de cantera. Para fracking, se busca granulometría (el tamaño de los granos) y la resistencia a la rotura (crash). Nuestra arena tiene arriba del 98% de cuarzo. Es un material de muy alta pureza. Tuvimos dos, tres años de estudios. Para convencernos nosotros de que la arena servía y, después, para convencer a los clientes de que podíamos darles una provisión segura de volumen y calidad.

 

 

-¿Fue muy difícil la inserción?

 

 

-Está siendo difícil… (se ríe). Hay mucha competencia. Están las canteras locales, que migraron de la construcción y el vidrio también a Vaca Muerta. Y las importaciones. Cuando empezó el yacimiento, se importaba cerámica y bauxita, que valían u$s 600/1000 por tonelada. Hoy, la arena natural está a 10% de ese valor. Pero ahora se está importando también arena. El mercado de los Estados Unidos tiene dos, tres veces más oferta que demanda. El excedente se está mandando a la Argentina. Es una amenaza importante y hay que volverse competitivos.

 

 

-¿Es mucho más barata la arena estadounidense?

 

 

-Mucho. En los Estados Unidos, cuesta 20/25% del valor de acá. Es un mercado que consume anualmente 130 millones de toneladas. Nosotros no llegamos al millón. El 80% de la arena que va a Vaca Muerta, hoy, sale de Entre Ríos. El resto, de Dolavon (Chubut). La logística es cara. Si el mercado se va a 5 millones de toneladas, como se prevé, entrar a Añelo con camiones será inviable. Un tren soluciona parcialmente eso. Entonces, la empresa que viene de afuera, trae un barco a Bahía Blanca porque ahí tiene la puerta del ferrocarril. Nosotros, en cambio, tenemos la misma distancia desde Diamante, donde está nuestra planta, hasta Bahía Blanca que a Añelo.

 

 

-¿Qué capacidad tiene la planta?

 

 

-Unas 150.000 toneladas por año. Arrancamos en agosto y, hoy, estamos entre 80.000 y 90.000. Todavía no llegamos a tope porque no podemos tener nuestra propia arena dragada. Les estamos comprando arena a productores de la zona. La burocracia nos superó.

 

 

-¿Por qué?

 

 

-Empezamos a tramitar el permiso para conseguir nuestra propia arena en febrero de 2017. La Nación es la que autoriza a realizar trabajos en el río. Después, hay que conseguir el permiso de extracción minera, que es provincial. Este último debería revisarse. Son concesiones de muy corto plazo: dos años. Atenta contra la seguridad de una inversión. Sobre todo, porque las concesiones petroleras en Vaca Muerta, por ejemplo, son de 35 años.

 

 

-¿Y sus contratos de provisión también son tan largos?

 

 

-No. No superan el año. La industria busca dispersar la oferta. El mercado arenero no está acostumbrado a la formalidad de la industria petrolera, a las implicancias que, por ejemplo, tiene la demora en una entrega. El costo de tener un pozo parado esperando arena es brutal. Entonces, ellos quieren asegurarse la provisión. Si no está uno, lo hará otro.

 

 

-Decidieron construir la planta en 2017, la inauguraron en agosto de 2018. ¿Qué del proyecto cambió por la devaluación?

 

 

-Una vez que tomamos la decisión, fuimos para adelante. Ajustamos algunos costos. Hay un componente muy importante en dólares porque la tecnología es importada. También ajustamos las expectativas el precio al que podíamos vender.

 

 

-Firmaron en diciembre un acuerdo de provisión con Tecpetrol. ¿Cambió en algo la revisión de inversiones que esa empresa está haciendo por su conflicto con el Gobierno?

 

 

-Nos dio un poco de incertidumbre. Es un excelente cliente, con el que siempre avanzamos muy linealmente. Inicialmente, no nos afecta. Pero, obviamente, estamos frene a una incertidumbre, que es lo normal en esta industria. Cualquiera que quiera participar de este negocio tiene que asumir el riesgo petrolero. A muchos, hoy, les cuesta asumirlo. Por ejemplo, a los transportistas.

 

 

-¿Riesgo petrolero incluye el regulatorio?

 

 

-Sí. Lo estamos viendo. Todos estamos aprendiendo de qué se trata esto. Vaca Muerta es una gran promesa. Y no tenemos claridad de qué hacer con este monstruo. Su potencial dio tantas libertades para tomar algunas decisiones que, después, hubo que volver atrás. Y eso, lamentablemente, termina espantando a los inversores. Es tan grande la inversión a poner que no todos están dispuestos a asumir estos riesgos.

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