Un diálogo extenso y un clima amable para recomponer

Por Mariano De Vedia |

ROMA.- La jornada que había empezado bajo una lluvia intensa y un frío que se hacía sentir, terminó con un día primaveral. Durante dos horas y media, el papa Francisco y la presidenta Cristina Kirchner compartieron el diálogo más extenso de los últimos diez años, que contrastó con la esquiva relación que mantenían en Buenos Aires.

En un clima distendido, se intercambiaron regalos -el Pontífice recibió el segundo mate en tres días- y pasaron luego a un diálogo privado de veinte minutos, que se prolongó en un posterior almuerzo de dos horas. Se trató de un encuentro atípico para Jorge Bergoglio, que en la curia metropolitana porteña solía almorzar generalmente sin compañía. La presidenta argentina fue la única vocera del encuentro, frente al silenzio stampa de la Santa Sede, cuyo único comentario fueron las breves palabras del director de la Oficina de Prensa del Vaticano, padre Federico Lombardi, ajustadas a un riguroso protocolo.

Al ingresar en automóvil por una puerta lateral, Cristina Kirchner pudo burlar la guardia periodística que la esperaba en el ingreso de la Piazza San't Uffici, custodiado por los guardias suizos con uniforme azul. "Por Dios, es increíble esto, es increíble", exclamó la mandataria, al recibir un afectuoso saludo de Francisco, según captaron algunas imágenes de TV que se difundieron tras la audiencia. "Ay, no, no puedo tocarlo", se disculpó la Presidenta, antes de que el Pontífice la saludara con un beso. "Nunca un papa me había besado", exclamó, entre sonrisas.

Cristina mantuvo el luto y vestía un traje negro, una chalina y un sombrero del mismo color, que contrastaba con el blanco de la clásica vestimenta del Papa.

Si en Buenos Aires apenas habían compartido algún café en las pocas audiencias que habían tenido cuando el ex cardenal primado presidía el Episcopado, la jefa del Estado le llevó de regalo un equipo de mate elaborado por artesanos y cooperativistas del Plan Argentina Trabaja. "Éste es el termo, el agua y la yerbera. Mire qué linda es la azucarera", le explicó al Santo Padre, mientras desenvolvía el equipo, con la excusa de que ello les iba a traer buena suerte. "Qué bonita. Yo lo tomo amargo", fue la ocurrente respuesta del Papa, mientras ella le mostraba la azucarera, lo que distendió aún más los momentos iniciales del encuentro.

Francisco le entregó el documento que los obispos latinoamericanos difundieron en 2007, en el encuentro realizado en Aparecida, donde se encuentra el principal santuario dedicado a la Virgen en Brasil. Allí, el cardenal argentino tuvo una destacada actuación como relator de las deliberaciones y fue uno de los principales redactores del texto, en el que la Iglesia de la región fija sus posiciones sobre los desafíos del mundo moderno.

De su pluma y de su aguda observación salió la advertencia de que los pobres ya no son sólo "explotados", sino "sobrantes" en la región, cuando llegaba a su fin el gobierno de Néstor Kirchner. "Esto es para que pesque un poco lo que pensamos en este momento los padres latinoamericanos", le dijo. "Para los discursos...", apuntó Cristina.

El Papa le entregó también a la Presidenta una mayólica que replica la placa con la imagen de la Plaza San Pedro en la que figuran los nombres de Cristina Kirchner, Michele Bachelet y el entonces papa Benedicto XVI, cuando celebraron en Roma los 30 años de la mediación de Juan Pablo II en el diferendo limítrofe con Chile por el canal de Beagle. Nunca más oportuno el obsequio, en momentos en que la presidenta argentina le pidió a Francisco que mediara en el conflicto con Gran Bretaña por las Malvinas. El regalo que más emocionó a la Presidenta, sin embargo, fue una rosa blanca, que simboliza la devoción que el Papa tiene por Santa Teresita.

Además del conjunto de mate, Cristina le llevó a Bergoglio un poncho de vicuña, "para que se abrigue del invierno romano y europeo". No hizo referencia, sin embargo, a la frialdad que en los últimos años signó la relación entre ambos.

La Presidenta confió que encontró un pontífice "sereno, seguro, tranquilo y en paz". Se metió, de costado, en la interna de la Santa Sede, a la que muchos atribuyen la renuncia de Benedicto XVI, al señalar que percibió a su sucesor Francisco "ocupado y preocupado por lo que será la inmensa tarea de conducir el Estado vaticano y cambiar las cosas que él sabe que tiene que cambiar".

El kirchnerismo esperará con el padre Pepe

La fiebre por el inicio del pontificado del papa Francisco alcanzó también a Unidos y Organizados (UyO), el frente de agrupaciones más cercanas a Cristina Kirchner. Por decisión de la conducción nacional de esa fuerza, sus dirigentes acompañarán la ceremonia de coronación de Jorge Bergoglio, a partir de las 5.30 de hoy, con una vigilia en la parroquia Inmaculada Concepción, en José León Suárez, flamante destino del cura José María Di Paola, el "padre Pepe"..

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