“Detrás de la rigidez hay algo oculto, a menudo la maldad”

“Detrás de la rigidez hay algo oculto, a menudo la maldad”

El Papa en Santa Marta: los rígidos tienen una especie de «doble vida», parecen buenos pero a veces no lo son; no conocen la libertad de Dios, son «esclavos de la ley»; «cuánto sufren»

DOMENICO AGASSO JR. - CIUDAD DEL VATICANO

Hay una especie de doble vida. Algo oculto. Una especie de enfermedad. A menudo la maldad. Esto es lo que hay detrás de la rigidez de una persona, que no es libre, porque es esclava de la ley. Por el contrario, el Señor da la libertad, además de la mansedumbre y la bondad. Lo exclamó Papa Francisco durante la homilía de la misa de hoy, 24 de octubre de 2016, en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana.

En el Evangelio del día, Cristo cura a una mujer en un sábado, por lo que el encargado de la sinagoga protesta y se disgusta. Sostiene que fue violada la «Ley del Señor»: «No es fácil –explicó Papa Francisco–  caminar en la Ley del Señor», es «una gracia que debemos pedir». Jesús lo acusa de ser hipócrita, una palabra que «repite tantas veces a los rígidos, a aquellos que tienen una actitud de rigidez en el cumplimiento de la ley», que no tienen la libertad de los hijos, «son esclavos de la Ley». En cambio, «la Ley –observó– no ha sido escrita para hacernos esclavos, sino para hacernos libres, para hacernos hijos». Y añadió que «detrás de la rigidez hay otra cosa, ¡siempre! Y por esto Jesús dice: ¡hipócritas!».

«Detrás de la rigidez hay algo oculto en la vida de una persona. La rigidez no —subrayó el Pontífice— es un don de Dios. La mansedumbre, sí; la bondad, sí; la benevolencia, sí; el perdón, sí. ¡Pero la rigidez no! Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, en tantos casos una doble vida; pero hay algo también de enfermedad. ¡Cuánto sufren los rígidos: cuando son sinceros y se dan cuenta de esto, sufren! Porque no logran tener la libertad de los hijos de Dios; no saben cómo se camina en la Ley del Señor y no son felices. ¡Y sufren tanto! Parecen buenos, porque siguen la Ley; pero detrás hay algo que no los hace buenos: o son malos, hipócritas o son enfermos. ¡Sufren!».

Después, Papa Bergoglio recordó la parábola del hijo pródigo, según la cual, el hijo mayor, que se había comportado siempre bien,  se indigna con su padre porque vuelve a acoger con alegría al hijo menor disoluto, pero que había regresado a la casa arrepentido. Esta actitud, explicó el obispo de Roma, hacer ver qué hay detrás de cierta bondad: «la soberbia de creerse justo».

«Detrás de este hacer bien, hay soberbia —afirmó. Aquel sabía que tenía un padre y en el momento más oscuro de su vida fue a lo del padre; éste del padre, sólo entendía que era el patrón, pero jamás lo había sentido como padre. Era uno rígido: caminaba en la Ley con rigidez. El otro ha dejado de parte la Ley, se ha ido sin la Ley, contra la Ley, pero en un determinado momento ha pensado en el padre y ha vuelto. Y ha tenido el perdón. No es fácil caminar en la Ley del Señor sin caer en la rigidez».

Papa Francisco concluyó su homilía con una oración:

«Oremos al Señor, oremos por nuestros hermanos y nuestras hermanas que creen que caminar en la Ley del Señor es convertirse en rígidos. Que el Señor les haga sentir a ellos que Él es Padre, y que a Él  le agrada la misericordia, la ternura, la bondad, la mansedumbre, la humildad. Y que a todos nos enseñe a caminar en la Ley del Señor con estas actitudes».

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